Al centro exacto del castillo de metal Herakón yace frustrado frente a su creación. El Thecnetos está creciendo muy lentamente y duerme su sueño de dios sin despertar. Años tras años, toneladas de energía gastada y no logran que la conciencia del Thecnetos se encienda. ¿Acaso ese será el futuro?, un universo dormido, sin vida ni conciencia de sí. Solo piedras, energía y espacio. Contra ese destino luchaban, ¿pero si el futuro ya existía? ¿Si en la historia de la eternidad ya estuviera determinado que la humanidad no se salvara? ¿De que valía esforzarse? Pero no tenía sentido. No hay destino porque no hay futuro, solo hay presente pensaba Herakón. Y el futuro no es más que la modificación del presente. Pero si no encontraba una salida pronto no habría humanidad. Pero al crecer, el Thecnetos se convertía en un monstruo quimérico cada vez más difícil de entender.
Recorriendo los recovecos solitarios del Thecnetos, pasea Herakón como por el mismo cuerpo hueco del silencio, los metálicos ecos de sus pasos retumban en el vacío y antes de extinguirse se meten por las esquinas de aquella máquina que contiene las ideas escondidas de aquel minúsculo Thaumasios muerto, de aquel desgarrado técnico: L, y en ellas, camuflado y en guardia, un secreto que no puede descubrir el oscuro Thaumasios. L ha muerto, sí, pero vive en cada parte de su diseño, como una semilla que no germinara nunca, o acaso esta ya seca dentro del gigante artefacto construido por la trans-meta-corporación. En el corazón del Thecnetos debía crecer un día un horizonte de sucesos, pero ¿cómo construirlo? Mientras, se alza su arquitectónica terrible y colosal dentro del castillo de metal.
En cierto punto de su construcción la maquina se mostró totalmente ingobernable e independiente. Herakón descubrió que el Thecnetos desarrollaba regiones de dinámica propia y tomaba decisiones diferentes a sus primeros propósitos, estas emitían órdenes y desordenan lo construido, reformándolo y haciéndolo aún más difícil de entender. Ideas mecánicas, como sueños artificiales lo recorren, como las cavilaciones amorfas e inconscientes de un hombre en estado de coma. No sabe si un día llegara a funcionar. Sin embargo algunos poderes inéditos de la maquina han mostrado asombrosas capacidades y se han logrado, si no controlar, si usar, la más notable es su capacidad de ver el pasado y predecir sin errores el futuro. Ese es el núcleo más íntimo del Thecnetos y el que lo vincula a su naturaleza trans-dimensional, aquella que no está aprisionada por el devenir del tiempo, ni está en el mero presente, un pedazo de eternidad conformaba su cuerpo, un hilo que lo une y hunde con el multiverso invisible. Pero no es magia, simplemente el Thecnetos puede remontar las causas numerosísimas y ver el pasado y los efectos del futuro.
Pero ¿Acaso el futuro no es incierto? —Piensa Herakón — lo que pasa con las cosas se debe a lo que sus partículas elementales hacen, y se sabe que el destino de una partícula es incierto*. Un ejemplo es el colapso de la función de onda de una partícula. Una partícula colapsa, es decir aparece en una ubicación particular al ser observada. Antes de colapsar una partícula "esta" en todas partes, una vez colapsada, aparece en un lugar preciso, antes no está en ningún lugar o está en todos, el caso es que, no se puede saber dónde aparecerá, hay infinitas posibilidades, por lo tanto infinitos futuros posibles para esa partícula. Por eso no puede predecirse el futuro, pero el Thecnetos sí lo hace, elementales experimentos ya lo habían corroborado. Pero ¡Era absurdo! Cada posible lugar adonde aparezca una partícula determina un diferente futuro, hay infinitos futuros posibles como explica bien el viejo mito del Jardín de sederos que se bifurcan**, ¿Cómo podía el Thecnetos entonces ver el futuro como uno solo? ¿Acaso el futuro no era uno de millones posibles?
¿Acaso esta máquina solo ve uno de los múltiples futuros? si es así es ciega. ¿O acaso el mismo Thecnetos hacía colapsar la función de onda en una dirección determinada, determinando así nuestro futuro? ósea esta máquina ve el futuro que el mismo establece, nos traza un destino.
Herakón se confundió... Pero encontró una explicación más simple, pero difícil de afrontar: acaso este no era el presente sino el pasado de otra época. El pasado si es solo de un modo e inmóvil y tiene un destino preciso.
...así que estoy en el pasado...—pensó Herakón con cierta tristeza. Era como estar al otro lado de un espejo. Era ser menos real.
La tentación de ver el futuro surge en el viejo Thaumasios, ¿Podrá despertar el dios mecánico? ¿Podrá la humanidad sobrevivir? Una exploración terrible a lo que aguarda lo lleva a descubrir un terrible peligro, que ayer ignoraba.
Por el cableado que une al oscuro Thaumasios con la eternidad de la que pende el Thecnetos, Herakón se entera de una verdad triste y fatídica... M y L habían engendrado un hijo, N, este había sido destinado a destruirse al prohibirse la reproducción. Pero este embrión de M y L se había salvado. Acaso no había muerto, calculando el futuro el Thecnetos le informo a Herakón que N estaba vivo y que pronto lo destruiría. No había escapatoria.
Herakón supo que su muerte empezaba ese día. También dedujo que él, que aborrecía la vida ahora temía perderla. ¿Por qué? acaso eso era síntoma de que no era del todo él, L contaminaba su mente. Había participado sin saberlo de la asquerosa lógica de la vida. Este N era o sería también una parte suya, la única. Era urgente para el Thaumasios destruirlo ¿Pero dónde estaba?
El horizonte de sucesos es una superficie imaginaria que rodea a un agujero negro. Ninguna cosa dentro de él, puede escapar. No existe modo de observar el interior del horizonte de sucesos, ni de transmitir información hacia el exterior.
*Principio de incertidumbre de Heisenberg.
**Mito no contenido en la anomalía 234532rwn534k.
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T H E C N E T O S 2
Science FictionLa Guerra contra los Humanos, Epistemologías Artificiales, Viajeros de la Eternidad y otros textos apócrifos sobre el tiempo. Luis Arbaiza Segunda edición. 2018 (Si el tiempo existe) Con colaboraciones de: Hans Rothgiesser y Glauconar Yue.