Capítulo III

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Desde que te cruzaste en mi camino.

Ana.

- Entra de una maldita vez Ana - su mano se posiciona en mi cintura baja, presionando con más fuerza de la necesaria como una clara advertencia de que debo caminar, más mis pies pesan como yunques; no reaccionan, pero quien en su jodido juicio va a querer dejar entrar a un psicópata a su casa...

- Pues si es así como lo deseas - me carga de nuevo como cuando estaba en el bar, solo que ya no soy un costal de papas, ahora me carga como esposos recién casados a punto de entrar a la alcoba mientras me suelta en forma de susurro - Si dices una sola palabra o un solo gesto las consecuencias las pagara Alex.

No entendí su amenaza hasta que escucho al vecino del segundo piso hablar con John (el portero del edificio), como de costumbre discuten por el cartero.

- Buenas noches señores. - Su voz suena adecuada, respetuosa y aun así no puedo evitar pensar en Alex y todo lo que hemos vivido en este lugar.

Mientras recorremos el camino al viejo ascensor mis pupilas se inundan de lágrimas y opto por esconder mi rostro en su pecho para no tener que saludar a ninguno ya que al mirarme sabrían que algo no está bien... Yo nunca he entrado con un hombre a mi departamento y ya solo con eso sé que levantaré sospechas...

Noto como las puertas del ascensor se cierran, me deja sobre mis pies solo volteo mi rostro a otro lugar cuando analizo el hecho de que ha marcado el piso sin yo decírselo... me lleno de pánico, pues este tipo sabe más de mí de que lo imaginé...

- Vamos, anda... - me jala de los brazos y de muy mala gana arrastro mis pies con este hombre pisando mis talones, toco la manilla y trato de reconocer la llave con la que debo abrir, pero mi vista borrosa más las lágrimas intrarcigentes que se rehúsan salir, le suman más nubosidad a mi vista y me imposibilitan la misión

- No juegues conmigo Ana, apresúrate... - su tono rasposo, su exigencia y su sencilla presencia me tienen de nervios, y más que irritada y sé que en cualquier momento no podré continuar siendo obediente a este malnacido psicópata y aun con la mirada fija a la puerta

- Mira no juego a nada, el único que esta demás aquí es usted, le aseguro que es un verdadero grano en el culo, pero la verdad es que no consigo distinguir la llave de la maldita puerta.

Me empuja con tanta fuerza contra la puerta que, aturdida, pienso si es que pensaba romperla conmigo... sin delicadeza me arranca las llaves de la mano y me toma de la nuca asiendo que suba el rostro para encararlo; más aun así no puedo distinguir absolutamente nada

- Cómo es la jodida llave - dice entre su aliento llena mis fosas nasales y no consigo entender cómo es que me parece delicioso su olor, más tira un poco más de mi cabello - Responde que no tengo todo el tiempo...

- Tiene la goma de color azul oscuro...- me suelta empujándome un poco más lejos del arco de la puerta. Lo escucho abrir la puerta y cruza por mi mente escapar... pero como si pudiese leer mi mente me toma de las muñecas y empieza a arrastrarme con tanta fuerza

- Basta por favor - grito con todas mis fuerzas para que logren escucharme - Suéltame - Cierra la puerta y vuelve a estamparme en ella, sus manos van directo a mi cuello ahorcándome...transcurre así hasta que suelto arcadas porque ya no consigo nada de aire

- Solo buscas enojarme, y lo estas consiguiendo Ana; calla tu maldita boca o realmente sabrás de lo que soy capaz.- resbalo hasta el piso en el momento que me suelta y trato de respirar todo lo que me es permitido. Lo veo ponerse en cuclillas delante de mí... con su mano toma mi mentón y me hace mirarlo... más solo logro distinguir su silueta

ALAS DE HIERRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora