Capítulo VIII

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Inicio de un infierno.

Ana.

Solo me basta un simple vistazo para saber que un torbellino hoy se ha puesto en marcha; primero de camino al trabajo el mundo corría como si de su vida o muerte se tratará y ahora que al fin estoy en la oficina todo el personal da vueltas de aquí allá, y de allá para acá; de solo verles me he fatigado.

Así es, mi nuevo trabajo, éste en el que he llegado 30 minutos antes de lo indicado y aun así hay una gran revuelta. Llevo casi 2 meses cumpliendo el rol de secretaria de dirección general en una gran corporación en la qué Alexa ha sido figura de algunas marcas y gracias a ello he conseguido que me contrataran justo antes de ser vendida por completo a un total desconocido para todos hasta el momento.

Quizás, por eso es toda esta revuelta. Ciertamente hasta a mi me flaquean las piernas. Desconocer hasta del nombre del nuevo dueño ha causado que todos estemos en ascuas de sí conseguiremos continuar con nuestros puestos.

Esté empleo significa demasiado, gracias a él me he independizado por completo de Katherine, al fin Alexa y yo hemos logrado estabilizar un poco nuestras finanzas, ya qué ella a conseguido varios empleos como modelo en el que la paga a sido muy provechosa.

Perderlo seria catastrófico, las cuentas jamás tardan en llegar y no puedo fallar en esta gran oportunidad.

Al mirar la hora decido levantarme con mi libreta de notas en el bolsillo, por un por cías [se me pase el tiempo], y recorro el largo pasillo que llega hasta nuestro pequeño espacio para preparar tal vez el último café del Sr Kellerman, y eso que ya empezaba a caerme de lo mas bien ese viejito regordete.

Noto como Jazmín viene en volada, cosa que me sobresalta pues nunca la he visto así, en lo poco que llevo acá siempre la he visto relajada con sus audífonos al borde de explotar (de tanta musica en distintos idiomas [en cuanto no se haya colado una que otra llamada de rutina]) en la recepción de dirección, llevando al cabo mas trabajo que él que le corresponde, sé que ella desea ascender, al cual hace merito. Ella y yo somos de las 4 mujeres en esta planta.

Pero claro, ella es dulce. No como las dos arpías de vice dirección...

- Ana, al fin te alcanzo. Te solicitan en volada en Recursos Humanos, - suelta todo de sopetón y con algo de espasmos por el trayecto que imagino a dado. Más sus palabras ... ¡Oh madre mía, en la que me he líado! Ahora Alexa si me bota.

Mi cara a de ser un poema, Jazmín se ha puesto a la par de mis pasos de trote y trata darme aliento y algo de consuelo tratando de decirme que quizás, vaya ascender a presidencia ... Pero es que ni eso ella se lo creé. Nos detenemos frente al elevado, y justo antes de que abra las puertas ella me toma por sorpresa al darme un abrazo, el cual agradecí pues, mis manos sudan, y mis nervios ya han entrado en cólera.

Las puertas metálicas se abren y consigo una multitud sale de esta, por la cual finalmente por mis ojos cabizbajos pude notar los zapatos lustre de un hombre al que el traje le continuaba como una segunda piel, más al llegar a su rostro una pequeñas arrugas al rededor de sus ojos le acentuaban seguramente unas años mas que a Jazmín y a mí, pero su sonrisa era tan dulce como jovial.

Siento que lo conozco, más no recuerdo de donde. Su sonrisa es peculiar, desborda picardia pero he logrado percatarme que no va dirigida a mí, sino a Jazmín... Le sigo la mira y sí ella esta ruborizada y tan absorta en sus ojos como él en el de ella. De un momento a otro este me mira y me sonríe de forma diferente, como sí me alentará y de pronto sentí tal confianza en mí misma que hasta de sorpresa me tomo.

Gesto que agradecí pues aun no sabía cómo, pero logro calmar mis nervios; aunque al entrar a la caja metálica vi como la mirada de Jazmín se perdía en el caminar de aquel peculiar hombre.

ALAS DE HIERRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora