Capítulo X

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La pesadilla se hizo realidad.
Ana.

Muy a mi pesar no estoy frente ni de un sueño mucho menos una pesadilla.

Sí, es ésta es mi realidad, Alto, cabello oscuro como la noche, cejas pobladas, nariz respingada, labios carnosos, delgado pero con notables músculos muy bien ejercitados, cuerpo que se distingue desde la distancia, un maldito olor que enloquece y profundiza en mí, todo en este hombre desprende poder, dinero, y más poder. Sus ojos no dejan de buscar algo en mí que no logro entender, su mirada es inquietante, profunda, y hace que todo me pese, como si fuera culpable de algo... Pero sus labios de la nada sueltan una sonrisa de medio lado que me descoloca y juro que podría bajar las bragas a quién sea.

¡Por Dios, COMPORTATE ANA! me tengo que recriminar más de cien veces tratando de aparentar serenidad, cuando el caos en mi cabeza me va a desquiciar de una vez por todas.

- ¿Srita Gutiérrez?, disculpe no quise incomodarle todo ha sido a manera de broma. - tajante y yo ni siquiera sé de que me habla.

- Disculpé solo que no he podido seguirle la broma. - no sé como, pero me las he podido arreglar para sonar firme, su sonrisa desaparece mientras se aproxima hasta donde estoy y cuando creó que esta por chocar contra mí pero su curso continúa hasta el gran escritorio.

- Como ya le he anticipado, necesito dejar claro varias cosas. - Me mira, me analiza, y no, no entiendo nada. Ya al lado del Sr. Robinson le otorgó mi total concentración.

- Explícitamente necesito que sea ATENTA a todo lo que concierne a mí persona. El señor Jackson es mi asistente personal, él cual muy pronto la contactará. Más lo mantengo repleto con mis otras corporaciones, debido a que apenas tomaré el mando de esta, estaré día y noche para elevar aun más el legado que mi querido Robinson ha dejado sobre mis hombros. Por ende señorita Gutiérrez necesito el todo por el todo de usted.

Sus labios se saborean con gusto, ¿o es qué ya empecé a delirar?... Cada vez que dice mi apellido es como si ondeara en mis adentros y ni sé como le hace.

El Sr. Robinson lo mira expectante, con ilusión en sus ojos. Como si de aun hijo se tratase.

Medito mis palabras, y con mucha cautela prosigo lo que considero.

- Por supuesto, entiendo perfectamente que ha solicitado alguien joven capaz de seguirle el paso. Sé que no tendré años de experiencia más prometo darle lo que me está pidiendo y un poco más de ser necesario.

Y solo eso me basto para colorearme de pies a cabeza, mierda. A esas palabras podría añadirle tantos sentidos. Mis ojos abiertos como huevos recién tirados al sartén me delatan y él, ese pecado andante, solo sonríe gustoso. Como si lo que dije le complaciera realmente.

- Le tomo la palabra, por hoy es todo. Creó nos llevaremos de maravilla. - se forma cierta sonrisa que aunque no llegue a sus ojos, y evidentemente no sea de verdadera felicidad no sé porque, la siento siniestra.

Espabilo un poco del pequeñísimo estupor que me ha tenido cierto hombre de ojos oscuros.

Sus manos suben hasta que las deja reposar dentro de sus bolsillos; su postura junto al Sr. Robinson en conjunto muestran que ambos son hombres hechos de poder.

- Niña retírese. En la tarde recibirá por correo todo lo necesario de parte de la Sra Palencia. Mañana a primera hora el Joven la requerirá con el mismo entusiasmo, puede retirarse. - el Sr Robinson hace un desdén con sus manos a modo de despido.

Y así, sin más me sentí echada.

Di vuelta sin mirar atrás, no sentí la necesidad de agregar nada y encamine mi curso directo a un solo lugar.

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2022 ⏰

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