Capítulo VI

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Promesa.

Ana.

- No voltee, manténgase allí, no vaya a hablar por nada en el mundo; limítese a respirar. Por su propio bien obedezca. – su respiración en mi nuca me congela la sangre, me olfatea como si fuera un animal. Su olor, su aliento achocolatado y mentado me hacen obedecer, inmóvil como nunca...

- Señor, aquí lo tiene. – el hedor a sangre inunda el reservado y las náuseas vuelven, y éstas acortan mis negativos pensamientos empezando a plantearme el practicarme una prueba de embarazo pero, recuerdo mi inexistente actividad sexual así que lo descarto pero ¡mierdas! esta vaina va a destruir mi estómago.

- Tomas, ata a la señorita. – lo siento tomar distancia, y en su lugar el olor cítrico de Tomás llega rápidamente, me sienta en una silla que ni idea de dónde salió... No lo logro distinguir nada gracias a la oscuridad de la habitación.

- Tomas, mantenla en su lugar mientras resuelvo este pequeño percance.

- Por favor, no me complique el hacerlo - Susurra Tomás, una vez más súplica ¿Confianza?... Pero las circunstancias me hacen seguirle la corriente.

El rechinar de una silla contra el suelo altera todo mi sistema y el hecho de que Tomas este delante de mí no permite que observe al psicópata. ¡Maldita sea!

- Señor, perdone pero la euforia me llevo a complacerlos. Debe entender que ante eso no podía hacer nada. – desde este punto de la habitación todo suena a susurros pero, comprendo que "el percance" es el mastodonte de licra negra...

- Entonces entenderás que la mitad de tus ganancias son mías.

- ¿Qué? – consternación, eso es lo que ese psicópata causa y por lo que escucho no solo a mí - Señor, usted no puede hacerme esto.

- ¿Qué no puedo? ¿Quién te crees para hablarme de esa forma? – su tono brusco y fuerte me hace inquietar, no sé sus razones pero todo es ilógico... ¿no?

- Escucho como golpean fuertemente una mejilla, pero no sé quién a quien Tomas se convirtió en la muralla de Berlín, coño en este momento la intriga está a punto de explotarme la cabeza...

Gritos horripilantes de dolor, y el rostro sin emociones de Tomas me harán perder la cabeza... hasta que logro entender que los sollosos son sólo del mastodonte... gritar, suplicar perdón, rogar por su vida y sí, todo suena terrible hasta que...

- Clemencia señor, por favor...

- ¿Clemencia? ¿Tuviste clemencia con Diego? O peor aún ¿Tuviste clemencia ante Lili?- su respiración errática desprende odio...

– ¿Usted? ¿Usted como sabe...?

- Pensaste que continuarías lastimándola una y otra vez y qué ¿nadie lo notaria? – risas llenas de amargura se escuchan en todo el cuarto provenientes del psicópata... -Tomas átalo a la silla.

Tomas se aleja y logro ver la mesa de metal, noto que lo ata con unos prensas que la misma silla tenía, y el mastodonte entre tanto éste suda como puerco; y el psicópata del otro lado a espaldas observando a través de la ventana polarizada lo único que me permite ver de él son unas pocas y simples siluetas.

- Ya todos se han ido; cierra todas las puertas... esta noche será larga...- Se da la espalda pero continua en el mismo lugar, no logro distinguir su rostro, la escasa luz de la habitación causa pequeños reflejos que no revelan nada. Pero sus palabras quedan resonando... ¿Y ahora?

- Y Ahora Ana...- ¿Qué?... ¿lee mi mente? El nudo que se forma en mi garganta es tan abrupto como mi absoluto silencio...

- Me gusta el silencio tanto, que casi se parece al desprecio que siento por ustedes dos...- ¿Ahhh? ¿Desprecio? ¿Pero si ni siquiera sé quién eres?... deseo con todas mis fuerzas decirlo, pero mi garganta ciertamente es un fallo.

Sus manos desatan un pequeño bolso de mano y lo extiende como si fuera un pañuelo sobre el mesón, el mastodonte empieza a llorar, pero ya no suplica, ya no dice absolutamente nada pero el déspota ha dado marcha al infierno que viviré sin aun conocer la razón o los motivos.

- Ana, lo deseo, deseo que vivas junto a mí esto; que sientas el infierno bajo la piel...- su oferta me afirma la barbarie que presenciare...

- ¿Robert imaginas mis deseos? – Veo lamento, pero ya es tarde, eso está claro...

Deseo con todas mis fuerzas no haberme colocado las gafas hoy... Encienden la luz de repente y detallo los golpes en el rostro, la sangre caer de sus labios, puñaladas en los hombros del tal Robert mientras que Tomas coloca sus manos en la mesa.

Un hombre alto, muy blanco pero al igual de grande que Robert se encuentra en la puerta, presenciando todo como si fuere un espectáculo... las cuchillas, tijeras, y cosas afiladas relucen desde su lugar en la mesa, y hay tantas que en la vida por cuenta propia jamás conocería...

Él se mantiene espaldas a mí, pero su decisión es notoria desde la distancia al escucharlo reír... veo unas pequeñas pinzas y desconozco su uso hasta que desprende la primera uña...

Quiero correr, lloro de frustración, este sujeto no es nadie o quizás si lo sea... pero el castigo no es directamente proporcional para él. Su objetivo es herirme, herirme tanto que solo me recuerda a una persona... Katherine... madre... ¿tanto odias que haya nacido de tu vientre?

Trato no recordarla pero su castigo revive todo lo que ya he vivido... Me vuelvo abstracta, me aíslo como siempre, pero soy espectadora de lo que siempre he deseado... Muerte.

El olor a sangre trae recuerdos dolorosos, recuerdos que anhelo olvidar que me hacen quien soy aquellos que son tan crudos y reales como el hecho de que corta los dedos de Robert con una navaja sin filo, haciendo más de cinco cortadas para poder desmembrarlo de a poco con esmero y mucha paciencia.

Robert se desmaya pasado el tiempo, y Tomas trata de mantenerlo despierto.

Ya no pienso, ni siento nada, solo sigo aguardando mi turno. Presa de un silencio absorto que inunda mi ser ahogando todos mis principios, ahogando todo lo que alguna vez trate de mantener hasta hoy, todo lo que hasta ahora, me ha permitido continuar; aferrándome a sueños y anhelos que hoy son quebrantados y sin motivos o conocimiento de causa para recibir esto. ¿Qué hice para herir tanto a este hombre?...

Dedo a dedo, ojo a ojo, de brazos a piernas, su lengua, sus orejas abundaban como platos servidos sobre el mesón, trozos de un cadáver eran el plato principal de un odio sin concluir.

Las navajas caen en la mesa causando un estruendo cansado, sangre salpicada por todas partes, me hacen bajar la cabeza llena de pena, de frustración, impotencia y quizás de un deje de un sabor a vergüenza y asco ajeno. Pasos resonantes acercándose pero mis fuerzas, o ánimos para encararlo, se han ido; solo quiero que acabe rápido. No más vueltas a éste absurdo momento. Sus pasos no se detienen, por contrario; continúan hacia la salida...

- Ana, no olvides nada de esta noche. Pronto volveré por ti. - trastabillo pero al subir mi rostro ya él se había esfumado... Más el cuerpo inerte y sin vida de Robert me hace mantener los recuerdos de que todo esto es cierto y no solo una pesadilla...la escena delante de mí es tortuosa, desagradable, y con un olor inolvidable para mí, sangre... miro los charcos en la mesa y el piso; observo que la salida y no paso por alto sus palabras ¿Porqué no ya? ¿Volverá? Por supuesto Ana. Esa ha sido su promesa. Siento a Tomas espaldas a mí.

- Señorita Ana, es momento de marcharnos... - Tomas me levanta y no sé ni en qué momento me ha desatado...- Solo le colocare el antifaz para evitar más inconvenientes.

Acepto moviendo el rostro, entre tanto Tomas hace todo por mí... Caminamos de retorno por el mismo bosque pero la vida de Robert me ha causado tanta curiosidad, saber el porqué de su muerte y que lazo nos une para ser motivo de venganzas de ese sujeto desquiciado... pero lo que aguarda para mí no es nada a lo que hoy hizo. De eso estoy segura.


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Con gran cariño para todos...

Pero en especial para ti♡
jobgabN

P.G♡

ALAS DE HIERRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora