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Capítulo 1. Descendientes.

Crowns: Descendientes.

Estados Unidos de Auradon.

Un nuevo día llegaba al reino de Auradon.

En uno de los tantos castillos que había en ese lugar, descansaba en su enorme habitación la princesa Roxy, la hija de Belle y Bestia. Ella, junto a su hermano gemelo el príncipe Ben, serían coronados reyes de Auradon dentro de un mes.

Mientras soñaba con que viajaba con Peter Pan a Nunca Jamás, su hermano Ben entró al cuarto.

El príncipe sonrió al ver a su hermana aún dormida. Se acercó con mucho sigilo a su cama y se sentó a un lado de ella.

—Roxy.— Llamó en un susurro a la princesa mientras la movía del hombro levemente para no despertarla de golpe.—Vamos Rox, es hora de despertar. Tenemos mucho que hacer el día de hoy.

La castaña-rubia se removió en su cama. Se recostó sobre sus codos y miró con sus ojos aún adormilados a su hermano.

—¿Que quieres Benyboo?— Preguntó de manera burlesca.

—Llegó el día.— Respondió Ben levantándose de la cama y acomodando su saco azul rey.—Hoy le diremos a nuestros padres sobre nuestra proclama.

Roxy se tiró nuevamente sobre su cama y colocó la almohada encima de su cabeza. Tenía miedo sobre la reacción de sus padres cuando su hermano y ella tuvieran que decirle acerca de su primera proclama oficial. Pero era algo que debían de hacer. Dentro de 30 días serían los nuevos reyes.

—Se que se ve difícil hermanita.— Comentó el príncipe.—Pero recuerda que siempre hemos pensado que sus hijos no se merecen ese castigo. Ellos no han hecho nada.

—Lo se Ben.— Suspiró la princesa quitándose  la almohada de la cara.—Y ya te dije que no me llames hermanita. Somos mellizos, tenemos la misma edad.

—Pero soy mayor.— El chico sonrió victorioso.

—Si, por 20 segundos nada más.— Recordó ella.

Ben rió.

—Como sea. Levántate.— Ordenó.—Hoy nos tomarán medidas para los trajes de la coronación.

Con mucha flojera, Roxy se levantó de la cama, para después dirigirse al baño. Ser princesa era más difícil de lo que gente pensaba; tenía demasiadas responsabilidades, obligaciones y siempre tenía que lucir perfecta, así se sintiera como la mierda por dentro. Debía mantener su imagen. Y sabía que cuando se convirtiera en reina, todo eso solo se duplicaría aumentarían, y en algún momento ella estallaría.

Roxy tenía claro que no era como los demás princesas o chicas del reino. A ella le gustaba la aventura y el riesgo. Quería borrar el estereotipo de damisela en peligro que Auradon tenía sobre las mujeres. Quería sobresalir por sí misma, dejar a un lado todos sus modales de princesa y demostrar que era más que una cara bonita.

Siempre se preguntó cómo era la vida de las chicas en la Isla. Sabía desde siempre que a ese lugar llegaban las sobras de Auradon. Pero también sabía que allá no había reglas. Las chicas aprendían a sobrevivir, y no a pararse frente a todo el mundo y saludar mientras le tomaban millones y millones de fotografías.

[...]

Roxy se colocó una de sus muchas tiaras doradas, lista para que le tomaran medidas y pudieran hacer su vestido para la coronación.

—Te ves hermosa.— Halagó su hermano.—Como siempre.

Ella le sonrió a través del espejo.—Gracias.— Se dio la media vuelta.