Adiós

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Te digo adiós para toda la vida

Vio con sus propios ojos la desesperanza, el  adiós de los besos que compartieron por bastante tiempo.

Por su miraba se mostraba la fuerza, sus acciones representaban madures, ante todos era la nación que había superado un viejo amor.

Un viejo amor que mataron por poder, un espíritu que dio todo por su pueblo, dio todo por las personas que amaba.

No importaba lo que dijeran, el ya le había dicho adiós.

No importaban los lugares que compartieron, ya les había dicho adiós.

No importaban los cuadros pintados con cautela y cariño, tampoco importaba lo que en el pasado fue.

No importaba que ahora se sintiera solo, que con solo mirar aquel colgante quisiera volver en el tiempo.

Y claro que no importaba que su corazón se rompiera en más de mil pedazos.

No importaba la furia e impotencia que sentía en su interior.

No importaba su opinión.

No importaba el amor.

Aunque su primer beso fuera en las afueras de la casa que en ese tiempo compartía con su hermano.

Que la primera vez que visito Alemania nunca la olvidaría.

Que por primera le enseñará a defenderse ante los ataques.

Que en la habitación del fondo de aquella gran casa en Berlín fuera su más valioso escondite.

Que un 20 de octubre por primera vez admiraron sus talentos sin comparar los con los de su hermano.

Que la última navidad que tuvieron juntos fue la noche más feliz de su vida.

—Te digo adiós para toda la vida—
Dijo el italiano sentado en el jardín que ambos proclamaron suyo
—aunque toda la vida siga pensando en ti—


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