17 de Marzo

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Un ramo con doce claveles se encontraba en su puerta junto a una nota con la inicial B, grata fue la sorpresa para el italiano, ya que, las  nadie le regalaba flores que no fueran margaritas, un dato interesante sobre esto es que esas flores eran las favoritas de su hermano, no de el.

La mesa presumía aquel ramo de claveles junto a su dulce olor , la grabadora reproducía en un tono  agradable las canciones favoritas del italiano. Con el agradable aroma de una pasta haciéndose junto a un tiramisú de chocolate como un pequeño postre de acompañamiento Lovino se sentía realmente en su área, en su momento y en su lugar.

Mirando todo a su alrededor un aire de nostalgia invadió su espacio, aún recordaba como su madre les enseñaba la cocina como arte principal de todo buen italiano.

"—¿llegaremos a cocinar igual de perfecto que tu Mamá? —”

Parecía que fue ayer cuando Feliciano invadía la cocina junto a él para aprender los secretos gastronómicos de su madre

Aún si se concentraba podía ver la silueta de su madre, tan dulce, con su mantel color rosa pastel cocinando como un pasatiempo para ellos.

Una que otra lágrima lo traiciona al recordarla, aun no entendía completamente por qué su madre había dejado este mundo tan joven.

A pasos calmados subió hasta el cuarto de Feliciano con velas de lavanda en mano, al entrar sin realizar demasiado ruido colocó las velas en la mesa de noche de su hermano, abrió un poco las cortinas para finalizar con un beso en la frente al menor junto a las palabras que antes le hubiera costado decir.

- Buon Compleanno fratello- el tono suave de su voz hizo sonreír a Feliciano.

—Grazie, Mamma—

La misma actividad la realizó con Romeo, el menor de los tres, solo que este le salto encima cuando despertó completamente.

El italiano se sentía como si un peso de los hombros se hubiera desvanecido, el aire en sus pulmones era fresco, limpió, agradable a todo lo malo que antes había sucedido.

Los tres hermanos decidieron por ese día caminar hasta el café que su madre les heredó hace tiempo, observando todo a detalle Lovino se detuvo a observar el parque donde se solía reunir con Gilbert antes de que todo lo malo pasara.

“—Sabías que eres un idiota por subir a un árbol pero no saber bajar—

La risa de Lovino no paraba de escucharse, había sido todo un espectáculo solo para dibujar un corazón.

—Mi asombrosa persona solo se distrajo, en todo caso es tu culpa —

El alemán estaba algo avergonzado, era la primera vez que olvidaba como bajar.

—¡Claro que tienes culpa! , no podía dejar de ver tu maldito atractivo italiano —

Entonces algo en su corazón se rompió, sin prisas se acercó a aquel árbol comenzando a escalar lo como antes el alemán le había enseñado, ahí estaba, aquel corazón con sus iniciales marcadas, entonces recordó que odiaba la guerra.

Después de algunos minutos llegaron al café siendo recibidos por una gran sorpresa de cumpleaños, detalle organizado en mayor parte por Ludwig y Antonio.

Frente a todos como una muestra tierna de afecto ambos italianos recibieron un ramo de margaritas, aunque el de Lovino venía acompañado de rosas, mientras que el de Feliciano tenía una variación con hortensias.

Después de ser felicitados Lovino se ofreció a buscar dos jarrones para ambos ramos, se retiro caminando por el pasillo hasta el cuarto de reservas. Mirando su ramo con tanta insistencia sintió un vacío en su interior, no podía sentir lo mismo que aquel ramo que llegó a su hogar, tal vez eran presentimientos o sentimientos exagerados, pero sentía que ese ramo de rosas y margaritas carecía de amor, carecía de un amor correspondido.

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