Mil Veces

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No había día en el que Lovino no mirara a Antonio con tristeza, no importaba lo que hiciera, su mirada siempre recaía en la pareja más popular de la escuela, en la cual, no estaba incluido.

—Te traje tu paleta de chocolate— dijo el peliblanco llegando de improvisto, el cual al no tener respuesta dirijo su mirada a el punto que veía el italiano —Escuché que se casaran terminado la universidad.

El italiano era conocido por su mal humor, su vocabulario inapropiado, por ser una de las personas más cerradas del instituido y por ser el más monótono de este.

—Eso pensaba yo hace dos meses— dijo con suavidad, con la voz hecha un mar de dolor que no tendría un fin cerca— Tal vez ella lo sabía desde hace tres años.

Gilbert había puesto una mueca de enojo, pero no hacía su mejor amigo, tampoco a su enamorado, sino hacia el mismo.

—Nadie lo sabía, nadie se lo esperaba —fue lo único que sintió que podía decirle al italiano.

—Debí saberlo, desde el momento en el que nos alejamos, debí saberlo— si aquel sureño no supiera disimular bien su llanto, en estos momentos su cara estaría desecha—¿Por qu estuvo que romper mi corazón más de una vez?

Gilbert sin estar de acuerdo a lo que el menor de los Vargas decía, tomo asiento a su lado—,Una persona te rompe el corazón solo una vez, el recuerdo lo hace mil veces— dijo cubriendo el rostro del sureño con un beso.

Sentía las lágrimas del contrario caer como si quisieran crear un mar, un mar más extenso que el dolor que ahora sentía en su corazón.

DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora