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Un nuevo martes gracias a Dios, un nuevo día más de vida y nuevas oportunidades así que aprovechemos y vivamos bien y al máximo cada segundo que respiremos. 

Un nuevo capítulo también dedicado a todas y todos y la oportunidad de saber la otra versión de la historia que tanto molestó a muchas y muchos el martes pasado.

Disfruten pequeños curiosos y globalizo a los dos géneros en esa palabra.

Nos leemos la otra semana si Dios lo permite.


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[Capítulo 4]

{Leah}

Crecí con la ausencia de mi verdadera madre Amelia Black, pero admitía que mi padre y Lee-Ang — su esposa — hicieron todo para que no sufriera lo peor que una persona podía pasar. Sabía que papá amaba a Lee, pero a veces lo descubría viendo la fotografía de mi madre con su rostro nostálgico; encerrado en su despacho y bebiendo algunos tragos. Cada año también reproducía un vídeo que no me permitía ver, sin embargo, me colaba detrás de la puerta para al menos poder escuchar la voz de la mujer que me dio la vida.

La escuchaba fuerte a pesar de la tristeza que la embargaba y me dolía no haberla conocido.

Tía Isabella — hermana de mamá — tomó también el lugar de Amelia y me crio como a una verdadera hija, esa mujer se convirtió en mi todo y le agradecía el que siempre estuvo para mí en mis buenos momentos y más en los peores. Por esas y muchas otras razones la familia era sagrada para la nueva generación que nació de los Pride, White, Black y D'angelo, mismas por las que sentir lo que sentía me mataba lentamente.

Casi desde que nacimos vivimos en Italia y fui muy feliz durante los años en los que convivimos como una gran familia, hasta que aquella desgracia llegó y tuve que ver partir a la mitad de las personas que me complementaban. Nadie a parte de mi papá y Lee se enteraron de la depresión que sufrí cuando me vi sin mis hermanos y los tíos que casi eran mis segundos padres, les pedí que no dijeran nada y aceptaron ya que me lo debían, pues mi padre se negaba a dejarme ir con mi otra familia y también a acompañarme y mudarse conmigo.

De esa separación sufrí lo que más temía y acepté lo que más terror me daba.

Me había enamorado como una loca del único hombre en el que jamás debí poner mis ojos: Aiden Pride White, mi primo, el niño que siempre me vio cómo su hermanita y me amó como tal. Mi más hermoso tormento, mi más dulce tortura y con el que solo me tuve que conformar a soñar.

«— Papi... ¿Qué opinas de la relación amorosa entre primos? — casi escupió su café cuando un fin de semana decidí hacerle esa pregunta. Me miró serio, asustado y decepcionado a la vez y quise encogerme en mi asiento.

Aiden - Orgullo Blanco 1 (Ya En Físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora