Whatsapps De Los Santos De Escorpio y Acuario [Hiatus]

Enojado

Camus: ¿Milo?, ¿estas hay?, ha pasado una semana desde nuestra pelea, de verdad lo siento mucho...

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Camus: ¿Milo?

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Camus: Milo, sé que no me quieres hablar, pero solo quería sabes si estás bien o no...

✔✔

Camus: Veo que ya no quieres ser más mi amigo... así que adiós... solo te quería decir eso...

Milo: ¿Te das cuenta de la hora que es?

Camus: Las 3 de la madrugada.

Milo: ¿Quién carajos estuviera tan loco como para pedir disculpas a las 3 de la madrugada?

Camus: Yo quien en una semana no ha podido dormir pesando en ti y en la forma en la que te trato, ¿ese loco?, soy yo...

Milo: No sé, aun me siento herido por la forma en cómo me trataste.

Camus: lo sé, perdóname...

Milo: No sé si perdonarte ahora...

Camus: Entonces iré a tu casa.

Milo: ¡Camus son las pinches 3 de la madrugada!

Camus: No me importa, llego en 5 minutos a tu casa.

Milo: Mmmm...

[~🍎❄️🍎~]

Camus estaba decidido a ir a la casa de escorpio, quería que Milo lo perdonara por la forma en la que lo trato hace días atrás, aunque la madrugada era bastante fría, no le importo, y bajo con rapidez las casas de capricornio y sagitario en pijama hasta llegar a escorpio. Se adentró a los aposentos privados del guardia del templo hasta llegar a una puerta de madera, quedo unos segundos pensativos, hasta que se decidió tocar la puerta de la habitación del octavo templo. Milo había abierto al instante, chocando con las hermosas amatistas del francés que poco se veía en la oscuridad, el galo lo vio con detalle, ya que Milo traía mucha cara de aun dormido, con sus cabellos morados todos alborotados y lo que más le causo gracia era que el bicho traía una pijama de escorpiones kawaii, intento no reírse, pero el bicho lo miro serio.

—Ni se te ocurra burlarte de mí pijama, ¿sí? —dijo serio cruzándose de brazos mientras lo miraba detenidamente.

—Yo no vine a eso —dijo serio, se tranquilizó un poco—. Perdóname Milo, sé que he sido muy malo contigo, pero es que mi orgullo no deja que te diga esas cosas tan lindas que a diario me dices, perdóname, en serio, no quería ser cruel contigo —baja su mirada esperando una respuesta, más los segundos se hicieron eternos y estaba empezando a desanimarse pensando que Milo nunca lo perdonaría. Dio un suspiro estaba dispuesto a irse por ninguna respuesta del griego.

—No te perdono —dijo serio.

Camus al escuchar eso se quería ir de inmediato parecía un tonto estando ahí a esas horas de la madrugada por algo que no valió la pena.

—Oh... entiendo, disculpa por molestarte a estas horas de la madrugada —dijo serio, cabizbajo dispuesto a irse.

—Por qué no es necesario hacerlo, no tengo nada que perdonarte.

Camus al escuchar esas palabras salir del griego alzo su vista hasta Milo, encontrándose con esos hermosos zafiros y esa sonrisa tan dulce que este siempre le brindaba.

— ¿En serio? —pregunto.

—Claro, eres un loco para venir a estas horas a pedirme disculpas —dijo un poco burlón.

—Pues déjame decirte que ese loco soy yo.

—Mi loco, que no se te olvide —sonríe dulcemente cosa que hizo sonrojar al galo con esas palabras.

—Aprovecha que estoy de buena gente, no todos los días me vez así.

—Lo sé, lo sé y me sorprende más verte así, es un poco raro.

— ¿Me dejaras pasar o quieres dejarme durmiendo por fuera de tu templo? –dijo tranquilo arqueando una ceja.

—Nadie te mando a venir a estas horas, más pasa, que en serio tengo mucho sueño —dijo adormilado.

Camus sonríe y pasa a la habitación de Milo a tomar espacio en la cama mientras que el bicho cerraba la puerta para acostarse al lado de Camus.

—Eres un loquillo —lo miro.

—Soy un loco que te quiere —susurro para lentamente cerrar sus ojos.

Milo sonrió ante eso y le dio un beso en la frente para acobijarse bien los dos juntos.

—Yo también te quiero —susurro para después quedar dormidos los dos.