se acaba mi sufrimiento.

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Una gran sonrisa se dibujó en mí rostro, aquel que yo creía un mounstro, era una parte de mí, una parte sola y triste que buscaba salir al aire y ser libre, solo eso quería.

Nuevamente sonreí para mis adentros y suspiré, sentía un gran alivio y en mi pecho una calidez, no solo el será libre yo también.

Desperté nuevamente en el hospital, me sorprendí ya que las cortinas estaban abiertas, dejando pasar la luz del amanecer, mire y ya no tenía puestas las cadenas en mis muñecas, mire el sol por una de las ventanas y suspiré.

-Hoy se acabó mí sufrimiento...

Dije en un susurro, y de repente entro una enfermera y me dijo:

– valla, ya despertarse, le avisaré a tus padres para que vengan a verte, me dedico una sonrisa.

– muchas gracias, dije imitando la.

En mis pensamientos rondaba la idea que desde ahora todo sería mejor, y sin duda alguna, eso espero; mis padres entraron, y mi madre se sentó a lado mío.

– hijo, tengo buenas noticias para tí.

– que sucede madre, dije acomodando me en la cama.

– nos dijieron que ya puedes volver a casa.

– eso es genial madre.

Todo eso explicaba el porque las ventanas estaban abiertas y mis manos no estaban atadas a la cama, mí madre me sonrió y me dió un abrazo fuerte.

Unas cuantas horas más tarde, estábamos en el vestíbulo de aquel hospital, yo sonreía para mis adentros pues no podía contener la alegría que sentía.

– todo se acabó...

Repeti nuevamente, no me cansaba de decir aquellas palabras, era tan irreal, ase tiempo soñaba con tener tiempo sin ser atormentado por un parasito que solo se dedicó a hacer que sufriera, y ahora por fin soy libre.

Caminando hacía la casa, mi madre solo me miraba fijamente, cuando yo volteo y nuestras miradas se cruzan, ella me sonríe dulcemente, yo le devuelvo el gesto, entendí perfectamente lo que mi madre me quería decir con aquella sonrisa tan sincera, ella estaba feliz de que sea libre.

Cuando llegamos a la casa primero corrí a mi cuarto y le eche un vistazo, se que nunca volveré a ser el mismo que era antes, pero ahora me doy cuenta de que no tengo porque ocultar en las sombras una parte de mí; abrí las cortinas dejando pasar la luz y después la ventana para respirar el aire fresco que entraba por ellas, estaba más que decidido a ser yo de nuevo, no volveré a esconder me.

Si me gusta estar solo, pero solo cuando lo necesito, para aclarar mis pensamientos, no quiero volver a tener esa horrible sensación de soledad.

Mi madre entendió a la perfección que quería descansar solo en mí cuarto, después de cenar, ella se despidió y no volví a oír su voz tratando de hablarme.

Era más que cierto que estaba cansado y quería dormir en mi cama, la camilla del hospital era muy incómoda, antes de acostarse, la mire por unos segundos, recordé cuanto odiaba dormir pues cuando lo hiciera ese mounstro estaría esperando me.

Suspiro nuevamente y me recosté, esta vez no hay nadie ni nada que me atormente.

Descansaré tranquila mente...

los monstruos si existen, estan en nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora