Capítulo 3

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Ross se encogió al sentir los brazos y oír la voz, era la de su vecina, la misma que la noche anterior lo había dejado con el calentón, las chicas que estaban a su alrededor desaparecieron, y tras ellas, la castaña se separó de él y se sentó en una silla ignorándolo. Lo comenzaba a sacar de sus casillas, le estaba espantando a las chicas, y eso no le gustaba un pelo. Debería hablar con ella y decirle que lo dejara en paz, o que por lo menos le explicara su conducta.

Se giró y se dispuso a mirarla.

-¿Y bien? –preguntó. Comenzaba a hartarse se ese juego.

Ella lo miró y él se quedó clavado, perdido en sus ojos chocolate, agitó la cabeza y la miro con indiferencia.

-¿Si? –preguntó ella.

-¿Me vas a explicar por que has hecho eso? Ahora no me puedes decir que saludaban al vecino.

-Pues eso es exactamente lo que hacía, me gusta llevarme bien con mis vecinos, y tú vives justamente en frente de mí, nos debemos de llevar bien.

-Una cosa es que nos llevemos bien, y otra ¡es que te hagas pasar por mi novia!

-¿Yo hice eso? –preguntó mirándolo asombrada- no, yo solo saludaba a mi vecino...

-¿A todos tus vecinos los saludas así?

-Puede...

Ross arqueó una ceja, y ella se le sonrió.

-Señorita aquí está su café –la avisó la camarera.

-Gracias –contestó ella, y se giró ignorando a Ross.

-Bueno, pues a partir de ahora haz el favor y no me sigas saludando así, me espantar a todas las chicas. Y no me gusta que lo hagas.

Ross giró sobre sus pies y salió del bar, directo a su casa para darse una buena ducha, mas le valía que su vecina no lo siguiera saludando así, si no terminaría por pegarla contra una pared y... pero eso no iba a pasar, ella no se le volvería a acercar si era consciente de eso...

«Lo siento mucho cariño, pero esto no se va a acabar» se dijo Laura con una sonrisa, por mucho que no quisiera seguir acercándose a Ross, lo iba a hacer, prometió que Ross estaría sin chicas un tiempo y así sería, no iba a tener sexo, no iba a besarlo mas, con unas simples palabras las chicas se irían, un cariño, o hola cielo, mi amor... cualquier adjetivo cariñoso haría que las chicas cogieran la indirecta, aunque fuera una mentira, porque ella era de él, lo mismo que él de ella: nada.

Una vez se hubo duchado estaba más tranquilo, seguro que ahora que le había dicho aquello a su vecina lo dejaría en paz, ya no le espantarían a más chicas, ahora se daría una buena noche, se arregló y decidió que iría a comer por hay, haría de vago lo que quedaba de día, total era sábado, salió a la calle, llamaría a Calum para que saliera con él, no a Calum no, estaría con su chica, mejor a Andrew, Andrew pensaba igual que él, seguro que le apetecía salir por hay a dar una vueltecilla... si, definitivamente llamaría a Andrew. Sacó él móvil del bolsillo y buscó en la agenda el número de su amigo.

-¿Si? –preguntó una voz aguda al otro lado del teléfono.

-Andrew, soy Ross, ¿te apetece ir a buscar entretenimiento?

Laura acababa de salir del bar donde había ido para buscar a Ross, al salir se frenó en seco, Ross hablaba por teléfono. Se acercó sigilosamente para que él no la viera.

-Está bien, nos vemos en el bar de siempre en una hora.

«¿En el bar de siempre?, ¿Cuál era el bar de siempre?» Maldito fuera, ahora no sabía hacía donde lo tenía que ir, solo le quedaba una opción: seguirlo.

Lo vio girarse y entrar en el edificio, lo siguió, bien, iba a casa, por lo menos tendría tiempo para cambiarse de ropa... ¿con quien habría quedado?, seguro que con alguna tipa, una rubia tonta.

Esperó a que él entrara en su casa, y ella entró en la suya, se cambió de ropa, no se iba a arreglar mucho, pero tampoco iba a ir vestida de diario, se maquilló lo justo y esperó detrás de la puerta hasta que lo escuchó, se sentía rara, no era una costumbre suya el ir espiando a la gente y menos seguirla, pero hacer eso, la hacía sentirse en un juego, no podía ser descubierta, y eso la divertía.

Al fin él salió del departamento, y se metió en un ascensor, ella hizo lo mismo, lo siguió. Al cabo de un rato lo vio entrar en un bar, y por fin, ella entró sin temor a que la viera, «Uhm... bonito sitio, no tiene mal gusto el nene» se dijo.

Entró con la cabeza alta, estaba dispuesta a divertirse, a disfrutar, a fastidiar a Ross.

Ross se quedó de piedra cuando vio a la castaña, ¿pero como...? Casualidades de la vida, ¿pero es que no podía perderla de vista ni un momento? ¿lo habría seguido?, no, eso era imposible, se habría dado cuenta, dispuesto a pasárselo bien, independientemente de ella, la sonrió para luego girarse sobre sus pies y buscar a su amigo, quien no estaba. «Que raro» pensó, bueno, mientras él podía divertirse, buscando alguna mujer con quien pasarlo bien. Si, se lo pasaría de miedo ese día.

Estaba charlando con una rubia impresionante cuando alguien le tocó el hombro, ¡por fin había llegado Andrew!, se giró para sorprenderse, no era su amigo, era la castaña.

-Hola cariño –lo saludó.

-Ho... hola –saludó él, ¿Por qué tartamudeaba?, si él era famoso por su seguridad, y su dominación a la mujer.- ¿Cómo estás?

-Hay... no me trates como si hiciera años que no nos vemos, sabes perfectamente lo bien que estoy.

¿Se estaba insinuando? ¡Maldita!, se giró para hablarle a la rubia, pero no estaba, se giró de nuevo hacia su vecina, pero no estaba tampoco, ¡maldita fuera! Esa se la iba a cobrar, le estaba espantando todos los ligues, ¿quería jugar? Pues nada, jugarían los dos.

Playing with fire. |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora