Capítulo 21

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Sus piernas entrelazadas, ambos estaban tumbados a lo largo de la cama, sus manos posesivamente encima del cuerpo contrario.

Ross se había dormido con Laura , pegada a su cuerpo, la tenía abrazada, una mano descansaba sobre el pecho de la chica, quien jugaba con el vello del pecho de Ross.

La oscuridad cubría la habitación caliente.

Le gustaba estar así con él, aunque no estaba seguro de si eso era bueno.

Se levantó de la cama, y entró al cuarto de baño, al salir se quedó en la puerta, mirando como el pecho de su vecino subía y bajaba tranquilo, relajado. Una sonrisa se curvó en su hermoso rostro.

Buscó el armario, y sigilosa se acercó a el, lo abrió y buscó algo, quería algo... corbatas. Eso bastaría.

¿Dónde estaban las malditas corbatas? Si estuvieran en su casa ya tendría solución.

Después de moverse en silencio por la habitación al fin dio con ellas, esperaba no romperlas... bueno, en caso de que se rompieran le compraría más.

Se hizo con tres, y en completo silencio y aguantando la euforia, se acercó a la cama, donde Ross dormía. Ató una corbata a cada una de las muñecas de Ross, mientras lo hacía notaba como el calor anticipado le recorría el cuerpo. Dios, como iba a disfrutar aquello.

Una vez lo hubo atado, se sentó a su lado, no, quería jugar más, decidida fue a inspeccionar.

Ross abrió los ojos, cuando algo frío le acarició los labios, al instante sintió los de Laura contra los suyos y los entreabrió dejándose besar, quiso abrazarla, y dando un tirón se descubrió amarrado.

-Pero... -se quejó dando nuevos tirones.

-Shh-siseó ella- no querrás romper tus preciosas corbatas ¿no?

-Laura –gruñó él mirando los amarres de sus muñecas, si tirara un poco más, quizás la partiera, que más daba una corbata más, una corbata menos, tenia para dar y regalar- suéltame –pidió.

La respuesta de Laura llegó con un sonido de spray, algo frío le acarició el pecho y siguió acariciándolo hasta la altura del ombligo, él gimió cuando la lengua de Laura siguió el mismo recorrido que aquella cosa.

La oscuridad lo cegaba y no sabía que era.

-Sabes tan bien –jadeó ella. El spray sonó de nuevo, y esta vez sintió aquella esponjosa cosa sobre la parte más caliente de su cuerpo, más caliente y dura; su miembro. Un jadeo de anticipación sonó en la habitación- me encanta la nata –dijo ella.

Y su lengua recorrió toda la extensión de Ross.

Madre del amor hermoso, Ross tironeó de sus muñecas, quería tocarla, acariciarla, sentirla, agitó las piernas, pero entonces Laura se sentó sobre ellas, Ross alzó la cabeza, justo en el momento en el que sintió la mano de Laura cerrándose alrededor de su pene.

Se inclinó sobre él y sus labios se posaron sobre su pene, los entreabrió, y su cálida lengua cayó sobre la erección de Ross, antes de comenzar a tomarlo con la boca, despacio.

-Laura –gimió él, alzandando un poco la cadera. Ella retiró su cabello y lo echó sobre un hombro, alzó la vista, y agachó la cabeza, tomándolo más, poco a poco despacio, mientras lo acariciaba con la lengua. Los movimientos continuaban, ella subía y bajaba, mientras Ross luchaba contra aquellas malditas corbatas- Dios, Laura –gruñó él.

Estaba tan cerca... tan cerca... dios.

Playing with fire. |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora