Capítulo 5

365 18 1
                                    

Laura estaba en su casa como un león enjaulado ¿Por qué se había ido del bar? ¡Maldita sea!, no debería de haber salido corriendo, primero porque no era propio de ella, y segundo porque lo había dejado solo, con la oportunidad de llevarse a alguien a la cama... ahora solo le quedaba esperar, y rogaba porque se la trajera a casa y no se fueran a otro lugar.

No tuvo que esperar mucho, un poco más de las diez de la noche, empezó a oír risas en el pasillo, una risita ordinaria resonaba con fuerza, acompañada de una voz de hombre: su vecino.

Se apresuró a ponerse la bata de seda por encima del camisón, se revolvió un poco el cabello, y metió bien los pies en las zapatillas; dejó la puerta encajada y salió para llamar a la puerta de enfrente, la misma risita del pasillo se acercaba, estaba segura de que era la chica la que iba a abrir, y así fue. Una rubia alta, con largas piernas y ojos marrones, le abrió la puerta.

Ella ignorándola se adentró en la casa.

-Mi vida -murmuró- te echaba de menos -le dijo lanzándose a los brazos de Ross.

Sin dejarlo hablar lo besó, ella notó como las manos de Harry se aferraron a ella, le acariciaban la espalda para ir bajando hacía sus nalgas, donde tras coronárselas la unió más a él, haciendo que no quedara espacio para el aire entre ellos. Cuando Laura oyó cerrarse la puerta de golpe, se soltó de Ross, quien confundido se frotó los pelos...

Ella respiró hondo, menos mal que la otra se había ido, el beso había ido intensificándose con demasiada rapidez, había podido sentir la erección de Ross contra su vientre.

-¿Por qué hiciste eso? -preguntó con voz ronca.

-¿El que? -preguntó ella a su vez.

-¡Entrar así en mi casa! ¡Besarme de esa forma! ¡Espantar a mi chica!

-Me dijiste que cuando quisiera divertirme que te buscara, y eso hice -le contestó ella sin darle importancia.

-Así, que te apetece divertirte...

-Me apetecía -contestó resaltando la palabra- me hablaste muy mal, ahora me voy a casa.

-¿Dónde te crees que vas? -preguntó Ross frustrado.

Ella lo ignoró y caminó hacía la puerta. Ross la vio alejarse de él, abrir la puerta de su casa y cerrarla, él la siguió, aquello no se iba a quedar así. Justo cuando ella iba a empujar su puerta, él dio un tirón y se la cerró.

¡No, no, no y no, no podía ser!

Laura se giró pálida, le había cerrado la puerta, ¿ahora como beep se supone que iba a entrar?

Ross la miró confundido, ella había palidecido, el sonrojado de sus mejillas ya no estaba, ¿le habría echo daño? ¿Cómo...? No, él apenas la había rozado.

-¿Qué pasa? -preguntó confundido.

-¡Maldito idiiota! -gritó ella con ira, empujándolo, Ross sorprendido puso los brazos para protegerse de las manos de Laura- ¡idiiota! ¡me cerraste la puerta! ¿Cómo se supone que voy a entrar ahora? ¿eh? ¿eh? Venga ¡explícame! -Ross seguía perplejo, él iba hacía atrás mientras Laura iba dándole manotazos, y no entendía el por qué.- ¡es tu culpa que yo...!

-¿Mi culpa? -preguntó furioso- ¡no soy yo quien ha entrado tú casa para calentarte y después irme! Eres tú la que dejó la puerta encajada en vez de coger las llaves.-estaba enfadado, por palabra que decía acercaba su cara a la de ella, tenían las frentes pegadas, al igual que las narices- ¿Qué dices en tú defensa? - Laura guardó silencio- eso es lo mejor que haces, ¡callarte! Porque sabes que llevo razón.

Laura abrió la boca para objetar, pero Ross la calló con un beso, ardiente y apasionado. Y ella se dejo llevar...

Playing with fire. |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora