Capítulo 17

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¡Como le gustaba ir de comprar! Sobre todo para quitarse el estrés. Mirar ropa, zapatos, bolsos, libros, y demás cosas la había ayudado para olvidarse un poco de su vecino, tan solo un poco. Pero algo era algo. Necesitaba quitárselo de la cabeza, su imagen la acosaba, sus caricias, sus manos su boca, todo él la acosaba, no podía ni cerrar los ojos.

Por eso mismo, después de haber pasado una noche muy agitada entre sueños muy movidos. Decidió irse de compras.

Se había pasado horas y horas mirando y probándose primero ropa, después había ido a mirar bolsos, más tarde se había ido a la tienda de lencería y se había comprados unos cuantos conjuntos de una sexy ropa interior, aquello la hacía sentir femenina y segura. Después se había dirigido a la zapatería, donde se había comprado tres pares de tacones de aguja y unas zapatillas. Y por último se había dedicado a mirar libros, allí se había pasado horas, eligiendo, leyendo sinopsis, pasando de uno a otro sin saber cual coger; como solución se había comprado casi todos los que le interesaban.

Y ahora iba cargada como una mula, con montones de bolsas.

Deseaba llegar a casa y soltarlo todo. Se ducharía y estrenaría uno de los trajes que se había comprado, y las fabulosas sandalias de tacón negras, se iría por ahí un rato.

Aunque pensándolo mejor, quizás hiciera eso al día siguiente. Le apetecía tirarse en el sofá con uno de sus libros, y un enorme vaso de coca-cola.

No estaba segura.

Bueno, ya lo decidiría más tarde.

Las puertas del ascensor se abrieron y ella sujetó con fuerza sus bolsas, salió de el y paró delante de la puerta de su casa, haciendo malabares rebuscó en su bolso y sacó las llaves.

El bolso en la boca, los brazos cargados de bolsas, las llaves sujetas con dos dedos mientras intentaba ver.

-¿Se puede saber donde has estado?

Pum, ella dio un brinco, soltó un grito de susto, haciendo que el bolso cayera y su contenido se esparciera.

-¡Joder, Ross, que susto! –gritó ella.

-Lo siento –se disculpó él- no pretendía asustarte.

-Bien, pues tu propósito ha sido nulo, ¡me has asustado! Y mira como está todo...

Laura alzó los brazos colocando las bolsas bien, y se agachó, en seguida las bolsas bajaron y se apoyaron en el suelo, enfadada y frustrada, volvió a hacer el intento, aquello era surrealista, ¿Por qué no dejaba primero las bolsas? Ross se agachó a ayudarla y comenzó a recoger y echar dentro del bolso.

-Lo siento, Laura. No pretendía asustarte así.

Ella suspiró.

-No te preocupes, Ross. No pasa nada.

Ella se levantó y abrió la puerta de su casa se dirigió al sofá y soltó todas las cosas, de nuevo fue a salir para recoger su bolso, pero se encontró a Ross en la puerta con su bolso colgado de un dedo.

-Gracias –dijo ella arrebatándoselo.

Volcó todo el contenido del bolso sobre la mesita y comenzó a comprobar si estaba todo.

-No le he quitado nada –dijo Ross en un tono burlón.

-Ja, ja, ja –contestó ella- muy gracioso, compruebo que todo esté bien, y no se haya perdido o partido nada. Por cierto ¿Qué haces aquí?

-Que amable por tu parte.

-No pretendía ser amable.

-Si, me he dado cuenta –contestó haciendo una mueca.

-Bueno – Laura se sentó en el sofá y se quitó los zapatos de tacón colocándolos a un lado- ¿en que puedo ayudarte?

Ross sonrió con picardía ¡oh, dios, si dijera todo en lo que la requería! Cerró la boca conteniendo la sonrisa. Se fijó como Laura comenzó a moverse por el salón sacando cosas de la cantidad de bolsas que tenía.

La vio sacar libros y colocarlos en un montón sobre la mesa.

-Bueno yo... -Laura se movió por el salón, colocó los libros en una estantería donde había más libros del mismo estilo, ella dejó uno sobre la mesa y él se fijó en la portada que era muy erótica y se perdió en sus pensamientos ¿Qué estaba diciendo?

-Ross –lo urgió ella, mientras volvía delante del sofá y sacaba ropa de una bolsa, la extendió sobre el sofá, dios lo iba a volver loco como no parara quieta.

¿Dónde estaba? Ah si.

-Bueno, he pensando... -Laura desapareció por el pasillo y entró en una habitación- ¿puedes estarte quieta un momento? Intento invitarte a cenar.

Ella paró en seco.

-Yo... -dijo en un susurro, sosteniendo unas cuantas prendas de encaje. La boca de Ross se hizo agua, Dios ¿por qué le había tenido que detener cuando tenía esas cosas en la mano? Se las imaginaba sobre ella, él se encargaría de quitárselas.

Playing with fire. |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora