Capítulo 11

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La realidad la golpeó de repente como si fuera una ducha de agua fría. Temblorosa se soltó de Ross y caminó unos pasos hacía atrás. Esperaba que él dijera algo, pero no lo hizo, en cambio volvió a rodearla con su brazo y a traerla hacía él.

-No intentes huir –ronroneó Ross.

-No intento huir –susurró ella.

-¿No? ¿Entonces que haces?

-Ser realista –Ross se rió- ¿Qué? –reclamó ella.

-Que no veo sentido a tus palabras. Te alejas de mi, cuando te mueres de ganas por pegarte más. Además, ambos sabemos que cuanta menos ropa; mejor.

Laura tosió, no pudo evitar la ola de deseo que le recorrió el cuerpo, el calor que se alojaba entre sus piernas, la reacción de sus senos. Pero si podía ignorarlo.

-Te equivocas –dijo soltándose, y agradeció que no le temblara la voz.

Laura se alejó de él con paso rápido y nervioso, no sabía donde iba, no veía muy bien el camino, pues no pensaba con claridad, su mente estaba inunda de imágenes que no le hacían ningún bien en ese momento. El cuerpo desnudo de Ross sobre el suyo la torturaba, su sonrisa pícara, sus ojos nublados por el deseo, su boca acercándose peligrosamente a la de ella...

-¡Maldito seas! –gritó en medio de la oscuridad de la noche.

Ross la miro mientras ella se alejaba con una especie de sonrisa en los labios, aunque quien se fijara lo tomaría más por una mueca. La había espantado. Bien. No, no estaba bien. Le hubiera gustado mucho más llevarla a su cama y disfrutar de aquella ardiente mujer.

Realmente disfrutaría teniéndola entre sus brazos.

Y mucho.

Se terminó de un trago lo que estaba tomando y tras pagar la cuenta salió de aquel lugar, dispuesto a irse a su casa. Solo. Esa noche no quería ningún tipo de compañía. Bueno eso no era del todo cierto, si la castaña quisiera acompañarlo él no se negaría en absoluto. Pero era la única compañía que no estaba disponible.

-Por ahora -se recordó.

Estaba dispuesto a meterla de nuevo en su cama, y a ser posible no la dejaría salir.

Frustrado entró en su casa, sin poderlo evitar, antes de cerrar la puerta se fijo en la de enfrente. ¿Estaría en su casa? ¿Sola? Gruñendo cerró de un portazo.

Era muy consciente de que aquella belleza se podía llevar cualquier tipo de persona a su cama, si con pasar por delante de alguien llamaba su atención.

Había visto como todo el mundo la miraba, los hombres lo habían mirado mal a él mientras la rodeaba con su brazo, y por un momento se sintió dichoso, hasta que había recordado que tampoco era suya.

Con una exclamación se dirigió al cuarto de baño y abrió el grifo del agua fría.

Salió del cuarto de baño justo cuando el timbre de la puerta sonó.

-¿Quién será? –preguntó al silencio.

Con nada más que una toalla alrededor de la cintura se dirigió a abrir.

Era la persona que menos esperaba; su vecina.

Playing with fire. |Raura|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora