El humo del cigarrillo se mezcla con el del café cuando un viento primaveral se los lleva.
"Es uno de esos momentos bohemios de mi vida que tiene pocos" pienso mientras miro unos árboles distinguirse de unas nubes.
Suena la intro de friends, probablemente una de las pocas canciones que todos conocen sin importar el idioma.
Le pego una seca al pucho mientras escribo y el raspón en la rodilla me molesta.
No sé qué pensar, qué hacer.
Como disfrutar este momento de tranquilidad en el quincho de una casa en la que no siento que vivo
El viento es fresco y no solo enfría el café y el humo es uno ahora, si no que me replantea qué carajo se me dió por salir a merendar al quincho.
Otra seca.
Más humo que se va con el viento de una primavera infante.
Más cenizas que manchan un short del Borussia Dortmund hecho bolsa.
Veo la pelota pinchada y me agito de solo imaginarme jugando al fútbol,
recibiendo puteadas de mis compañeros por errar un pase, por no marcar al wing, o por no interceptar un centro.
"Dejame en el arco que hoy no es mi día" le diria al arquero, si todo esto fuese real.
El humo me devuelve a la realidad y el sol pica.
El gato se lava unos metros más allá y el viento me tira el tabaco al piso.
Puteo un poco,
lo levanto
y sigo en la mía.
Pienso porque es lo único que hay que hacer en momentos así.
Pienso en mi.
Pienso en como el viento se lleva el humo y me lleva con él a flotar por una ciudad en paro, que reclama por derechos.
Vuelvo.
Me estoy terminando el pucho y la ansiedad me dice que arme otro.
Que fume otro.
Mis pulmones me piden que no, y no sé a quién hacerle caso.
"Salir al patio fue una mala idea" pienso, mientras levanto todo y vuelvo a mi pieza a seguir viendo friends.
Entro y me invade olor a pucho. ¿Será esto una señal de que tengo que dejar de fumar?
Me armo otro, abro la ventana y veo
como el humo se va donde lo lleva el viento.
Y deseo convertirme en el
En ser humo de un pucho fumado por alguien que no sabe quién es ni qué hacer,
en momentos de libertad.