NACIÓ MUERTO.

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Ambrose tenía muy seguro lo que quería hacer para asegurar su salud mental y el futuro de sus hijos. Estaba decidida a hacer realidad su sueño en aquel insípido pueblo. Se la paso horas enteras frente a una masa de cera, moldeando y consiguiendo el acabado que visualizaba en su mente. Descuido su salud, no le importó más. Modelaba con un balde a su lado donde vomitaba cada cuánto.

Una tarde su esposo bajo afanado al sótano donde se encontraba su mujer trabajando. Varias veces había que tenido que socorrerla al esta desmayarse.

—¿Qué te pasa? —le preguntó este cortantemente, tomándola fuertemente de la mano para hacer que esta fijara su atención en él.

Franco miró con lastima he ira a su esposa. No se había bañado en días, estaba cubierta de vómito, y varios vasos de sus ojos habían explotado.

—Mira lo que te has hecho, mira como has puesto en peligro la vida de nuestro hijo. ¡¿Por qué estás tan fascinada con estas malditas esculturas de plástico?!

—Por qué lo tengo Franco, sé cuál va a ser nuestra salida. Vamos a ser la sensación de todo este pueblo... Hace mucho, pero hace mucho debí dedicarme a esto. ¿No lo ves? ¡Vamos a abrir un Museo de Cera! Allí estarán las figuras más icónicas de la historia. Todo el mundo querrá venir a vernos, me convertiré en una artista, el mundo me conocerá por mis manos y a este pueblo también. Nos darán las llaves. Sera el centro cultural donde aran guías explicadas. Cada detalle será tan realista, que pensaran que tenemos sus cadáveres aquí, puestos... necesitamos varias cosas... primero que todo un lugar, porque no abriré mi museo en esta pocilga. Necesito algo que diga elegante y gracia.

—¿De qué hablas?...

—Tú seguiste tu sueño, tienes tu propio lugar o al menos tuviste una oportunidad, yo el mío solo lo pude ver como un hobbie.

Franco meneaba su cabeza negativamente.

—Sé que es una gran idea. ¡Lo es! Existen otros museos en Europa, muy famosos con estas hermosas creaciones...

—Nunca he conocido a una mujer a la cual el embarazo le haya dado tan duro..

—Me parece pertinente que leemos una oportunidad a mi idea. Podemos lograrlo si estamos juntos.

—No estabas preparada para ser madre. Te hizo mucho daño.

En aquel instante Ambrose no pudo continuar hablando. Sintió una punzada desgarradora en la parte baja del abdomen. Fue tan agudo el dolor que perdió el conocimiento. Sintió un fría corriente de agua deslizarse por sus piernas. Todo se volvió negro.

Cuando despertó, pudo ver las sábanas blancas y una brillante luz. Se encontraba en su cuarto. Estuvo mirando el techo una hora. El piso ya no le daba vueltas aunque sus parpados pesaban el doble. Su marido vino a verla. Traía el desayuno consigo.

—¿Por qué estás tan callado? —le pregunto su mujer con un hilo de voz.

Francisco estaba mudo y algo "avergonzado" ya que no la miraba a sus ojos. Ambrose intento preguntarle qué le sucedía, pero estaba tan cansada que simplemente dejo pasarlo.

Durmió toda la tarde. No despertó sino hasta las seis. Paso sus manos por su cabellera rojiza. Intentó ponerse de pie y le pareció que su alma había dejado su cuerpo. Estaba tan pesada. Al intentarse levantar de la cama la puerta se abrió de un chasquido.

—Ni lo intentes... —se apresuró a decir su esposo mientras corría a dejar la bandeja sobre la mesita de noche—. Todavía estas muy débil. Ten, comete esto, te devolverá las energías.

Aquella fue la mejor sopa que alguna vez sus labios probaron. Saboreo cada gota. Sabía tan bien.

—Recuéstate un rato —fueron las últimas palabras que escucho decir a su esposo. Ambrose no sabe cuánto tiempo estuvo despierta esperándolo. A la mañana siguiente este ya no estaba en la cama, no sabía qué hora era. La parte de su cama estaba casi hecha.... No durmió con ella la noche anterior.

Finalmente en aquella calmada tarde, su esposo decidió sentarse a hablar con ella. Calmadamente le explicó que el día en que se desmayó había tenido un aborto espontaneo. Ambrose sintió que su mundo se derrumbaba. Francisco lloró , su esposa, se arrodilló sobre el suelo y pidió clemencia de Dios. 

Los Crímenes de la Casa de CeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora