Promesas del Este.
Junio, 2014.
El verano por fin había llegado con sus olas de calor. Junio había ardido en su máximo esplendor y le daba la entrada al bochornoso Julio.
¡Ey! ¿Está todo listo? ¿Ya estás listo? Ya casi salimos.
Decía el mensaje de texto en el celular de Leo.
Sí, estoy recogiendo un par de cosas que necesito en la casa de mis padres y voy para donde mi novia.
El hombre tomó de su viejo armario un par de camisetas que no veía desde hace rato, pero la razón principal de estar allí era para despedirse de sus padres.
—Cuídate bastante hijo mío —dijo su madre besando su mejilla.
—Sí, madre, lo haré. ¿Qué podría salir mal? Hasta luego, viejo.
—Cuídate y escucha a tu madre.
—Siempre lo hago. Además son solo cinco días, estaré aquí dentro de una semana.
Una vez en casa de su novia se dio cuenta de que esta no se encontraba para nada contenta. Se conocían hace más de un año, no vivían juntos aún, de todas maneras se amaban y él pensaba que era la mujer correcta.
—¿Me llamarás? —quiso saber esta.
—Sí. Todos los días —contestó este besándole en la boca— Y me mantendré alejado del trago y el alcohol... no tomaré... ni besaré a otras chicas...
—Eso no me preocupa, eres un buen hombre. Sabes, Cuídate.
Y le zampó otro beso en la boca sonriendo pícaramente.
—Estaré de vuelta aquí en menos de lo que crees. Son solo cinco días, además tengo que volver al trabajo sino el viejo Eddie me echará.
—Aquí te espero.
—Sé que aquí estarás y pone feliz saber que alguien me quiere aquí.
—¿Y tus padres?
—Ellos no cuentan, creo que prefieren ese viejo calentador en su ducha que a mí —comentó torpemente Leo.
—Tonto.
Se reunieron él y varios de sus amigos (un total de diez) incluido chicas y chicos, para darse unas vacaciones en una hermosa playa. Tomaron dos taxis los cuales los dejaron en el aeropuerto de Alemania. De allí tomaron un avión el cual los llevaría directo a Bulgaria. Leo no podía evitar sentir miedo, aunque ya había aviajado con anterioridad en un avión, la sensación de que se elevaba en el aire y quedaba tan desprotegido lo aterraba. Sin embargo solo duraba un par de minutos hasta que se desaparecía y veía su país hacerse pequeño.
Dos horas fue lo que duro el viaje. Bajaron del avión y tomaron un taxi hacia el hermoso hotel que los esperaba: Arenas de Oro. Era un hermoso complejo costero en la costa del Mar Negro en Bulgaria. Era un sitio esplendido y exquisito con precios exequibles y zona popular entre estudiantes alemanes e ingleses. Este hotel de cuatro estrellas no solo quedaba frente a la playa, sino que también cerca a St Brelade's Bay Beach y Jardines de Sir Winston Churchill. Era un paquete "todo incluido"
El hotel era perfecto, la vista más que satisfactoria, pero sin duda lo que más querían hacer los jóvenes era explorar la playa y los lugares aledaños.
—¿Qué hacemos hoy? —preguntó Tommy.
—Vamos a ver el partido de futbol entre Rusia y Alemania.
—Buena idea —contestó una de las chicas—. Podemos ir a un bar a tomar algo, bailar, conocer gente...
—Y ver el partido —aseguró Lukasz.
—Y disfrutar del partido —confirmó Jlithaz después de haber sido interrumpida.
Así lo hicieron bajaron al lobby del hotel el puñado de amigos. Salieron en busca de un buen bar y lo encontraron. Era hogareño y tenía buenas pantallas de televisión. Jugaba el Bayern de Múnich. Cuando el partido comenzó todo iba perfectamente. Pidieron un par de cervezas y comenzó el juego. Al parecer no eran los únicos que venían en grupo. Tras otro par de copas y patadas al balón el calor del verano literalmente se les metió en el cuerpo.
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Los Crímenes de la Casa de Cera
HorrorUn esposa apasionada por el arte decide empezar su museo de cera en un pueblo olvidado, en el cual inició una nueva vida junto a su esposo. Deseando borrar y recuperarse del pasado tormentoso que ambos tuvieron , optaron por hacer una nueva vida. Un...