Capítulo 13

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Cole se despertó a las seis de la mañana. Estaba excitado de nuevo y alargó la mano para tocar a Dylan.

Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, dio un salto de la cama y fue directamente a la ducha, para borrar los últimos restos de la noche anterior; para borrar el aroma del hombre de su cuerpo.

Pero borrar su aroma no iba a ser suficiente y Cole lo sabía. Pero era lo único que podía hacer por el momento. No podía marcharse hasta que el peligro que suponía Donson hubiera desaparecido. Donson era listo y manipulador, pero Cole estaba seguro de que dejaría de maquinar en cuanto supiera que González hacía indagaciones sobre él. Sólo sería cuestión de unos días hasta que pudiera marcharse y eso haría que no se sintiera tan culpable.

La ducha borró el aroma de Dylan, pero no hizo ningún efecto entre sus piernas. Deseaba a aquél hombre, nuevamente. Pero lo que sentía por él era más que un simple deseo sexual y eso lo hacía sentirse incómodo.

Mientras se ponía la ropa, sonriendo ante la dificultad de vestirse mientras una parte de su cuerpo seguía tan voluminosa, se preguntaba cuánto tendría que esperar. Cole le había dicho a Dylan que no se iba a marchar enseguida, pero no le había dicho que pensaba tener sexo con él tantas veces como fuera posible hasta que llegara el momento de la despedida.

A pesar de lo que había visto la noche anterior no lo haría cambiar de opinión. Cole veía muy bien en la oscuridad y había visto lo que había en los ojos de Dylan cuando se despedían en el porche. Sabía cómo llamar a aquello, pero no quería hacerlo. No quería ni pensar en ello. No quería pensar en que tenía el poder para lastimar a Dylan y a pesar que no quería hacer eso, estaba seguro que así es como terminaría, lastimando a ese increíble hombre.

~***~

Dylan se estaba vistiendo después de darse una ducha rápida sin dejar de pensar en Cole. Él le había dicho que no se marcharía aquel día y eso significaba que aún tenía tiempo. No sabía para qué, porque era imposible cambiar a un hombre y no debería intentarlo. Pero lo que sentía por Cole...

Lo que sentía por Cole, pensaba, no era sólo aquélla sensación entre las piernas. Creía que Cole no era en realidad un vagabundo. Creía que deseaba echar raíces en algún sitio, pero no sabía cómo hacerlo.

Dylan se cepilló los dientes, y se peinó. Después se puso una camisa de algodón, un par de vaqueros y salió del cuarto de baño. Había empezado a acostumbrarse a hacer las cosas con un solo brazo y no se encontraba tan incómodo.

Era domingo por la mañana y en aquel momento lo único que quería era ver al hombre que se había convertido en su amante la noche anterior.

El no había dicho nada sobre seguir manteniendo la intimidad, pero Dylan tenía sus propios planes.

Isobella seguía dormida cuando salió de la casa.

El piafar de los caballos le dijo que Cole estaba en el establo y allí lo encontró, colocando las balas de alfalfa. Llevaba unos vaqueros tan gastados que parecían blancos y una camisa igual. El sol que entraba por la ventana iluminaba su pelo y la expresión de su cara.

El corazón le dio un vuelco al verlo. Absurdamente, lo único que deseaba en ese momento era quedarse allí mirándolo.

Cole levantó la mirada, pero no se movió y él se acercó, sonriendo.

— Estás demasiado guapo como para ayudarme con los caballos —dijo él—. Y demasiado limpio para que te dé un beso de buenos días. No quiero mancharte.

— Bésame sin tocarme.

— Sí, señor —sonrió. No lo rozó excepto con sus labios, su lengua y sus dientes. Lo besó lenta y largamente y, cuando se separaron, Cole tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad—. Quítate esa ropa —sugirió Cole con voz ronca— para que no lo ensucie.

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