2. Gatito

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Yoongi pensó que Jungkook fue una fantasía. No lo había visto en un par de días, así que ya no lo recordaba con tanta nitidez. Olvidó al ave en llamas, concentrándose en los exámenes que estaba por presentar. Pero cuando le vio sentarse frente a él en el comedor, su pulso se disparó de inmediato, como si fuese una especie de riesgo estar cerca de Jungkook. No le escuchó entrar, ni siquiera a su madre anunciando que había llegado.

Saludó sonriente a un Yoongi rodeado de tarea. Se mantuvo quieto, sus labios se fruncieron en confusión y sus ojos se hicieron más pequeños. Al fondo, en la cocina, escuchó a su madre cerrar el refrigerador, preparando algo para ellos. Ella apareció con dos platitos con una bola de helado de vainilla, derritiéndose en el momento que sintió calor. Sonrió al verlos juntos.

Cuando se retiró, Jungkook le habló del día en la playa y de cómo terminaron las cosas. Al final, parece que fue real todo, pensó.

"Te desmayaste, hyung." Dijo, en su inocente voz había preocupación. "Tus padres te trajeron a casa y yo les seguí." Llevó la cuchara con helado a su boca. Estaba frío y dulce.

Eso explicaba cómo sabía en dónde vivía. Sin embargo, las cejas de Yoongi se arrugaron.

"Tu canción hizo que me durmiera." Replicó a la defensiva. El helado en su plato duró segundos, haciéndole doler la cabeza por un momento.

"Yo no canté nada." Un puchero surgió en los labios de Jungkook al hablar. Su pelo negro se movió cuando negó con la cabeza.

De alguna extraña forma, Yoongi creyó en sus palabras, pensando que todo lo que tenía que ver con Jungkook no podía verse corrompido. Era su amigo, desconfiar de él era una falta al código de amistad. Yoongi asintió. Alejó el plato y la cuchara, volviendo a su tarea.

"Tal vez lo soñé." Murmuró para sí mismo, su vista enfocada en el libro y el cuaderno abiertos sobre la mesa.

Por un momento, sintió el calor del día erizando cada uno de sus vellos, los sonidos que le rodeaban se transformaron en un escenario amplificado y lejano. Parpadeó repetidas veces, tratando de enfocar su vista en las letras que lucían borrosas, como manchas negras. Todo parecía descontrolarse al lado de Jungkook.

Justo cuando Yoongi iba a escribir en el cuaderno, se cerró de pronto, al igual que los demás sin siquiera él poner una mano en ellos. El quieto lápiz de carbón en su mano derecha fue removido y colocado encima de los dos objetos, flotando en el aire. Al encontrar la mirada de Jungkook, notó un divertido brillo en sus ojos.

"¿Quieres ir a jugar conmigo, hyung?"

No quería, pero las palabras que salieron de sus labios fueron otras.

En el momento que se percibió expuesto en la calle, Yoongi sintió que los ojos del mundo se volvían hacia ellos, en especial sobre Jungkook. El pensamiento de que las personas podían darse cuenta en cualquier momento de los poderes de Jungkook, le daba deseos de llorar. Porque eso significaba que iban a alejarlo de él.

Había visto películas de gente con habilidades especiales que eran torturadas para saber cómo desarrollaron lo que podían hacer, exponiéndolas a situaciones no aptas para un niño. Yoongi no quería perder a Jungkook, ni que nadie le hiciese daño. Era un secreto, definitivamente. Iba a esconder cada minúsculo detalle que tuviera relación con la palabra p y Jungkook. No tenía idea de cómo, pero iba a hacerlo.

Siguió al pequeño, sus pantorrillas desnudas debido al pantalón corto con el que vestía. Le guiaba con leves saltos en su andar, sin temor alguno, escabulléndose entre los adultos que caminaban al lado de ellos. Se sentía diminuto, en un mundo al que no quería adentrarse por todo lo abominable que en él existía. Quería huir de un lugar al que ni siquiera había llegado.

Split sky | taegikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora