5. Orden

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Hyung,” La voz llamó, lejana. “Yoongi-hyung.” Le apretó la mejilla con los dedos.

“Déjame,” Protestó con el tono ronco y seco, indispuesto a dejar la comodidad del descanso.

Con delicadeza, labios se posaron en los suyos, moviéndose lento. Yoongi sonrió en automático, abriendo los ojos de a poco. La luz del día le cegó brevemente, haciéndole parpadear con ligereza. El rostro frente a él se vio borroso, una mancha de negro y rosa que se fue aclarando. La sonrisa desapareció. Yoongi se alejó de abrupto de su toque.

“¿Q-qué sucede?” Preguntó, sus ojos ampliados y la boca en confusión.

Yoongi se arrastró fuera de la cama, sentándose, sus pies palparon el suelo, sus manos el colchón. Apretó los ojos, viendo flores púrpuras y rojas brotar en un fondo negro. Las sienes le palpitaban furiosas, la sangre rugiendo en calor a través de sus venas.

Ese es Jungkook.

Yoongi abrió los ojos de nuevo, observando su alrededor. El aire se le atascó momentáneamente al descubrir que aquella era su habitación de cuando vivía con sus padres en Busan. No había rastro alguno de Taehyung, dejándolo solo por completo en Daegu. Todo alrededor lucía intacto, como si nunca se hubiera ido y el tiempo congelado. Luego, se giró hacia Jungkook, encontrándolo tranquilo, mirando sus acciones. Sonrió.

Una ola de preguntas se abalanzó en Yoongi. Ellos no debían estar allí. Jungkook había desaparecido junto con los demás y él… él trataba de hacerlo también. ¿Cómo estaban juntos? Eso no era posible.

A no ser…

Un bufido burlón salió de Yoongi.

Es un sueño.

“¿Qué?” Jungkook preguntó, sonriendo.

Sin responder, Yoongi negó, restándole importancia.

Jungkook estaba junto a él. El cabello azabache liso y brillante, sus dientes magnos a la vista, su suéter gris alrededor del torso. Los ojos le brillaban, llenos de vida y felicidad. Yoongi no pudo contenerse de tocarlo, de masajear con sus manos las mejillas del menor. Era real, tanto que lo abrazó con fuerza, sintiendo en el pecho el golpeteo de su corazón contra él. Aspiró su aroma: fruta fresca y mar. Le besó el cuello, capturando sus latidos y calor.

Jungkook rio, alejando con suavidad a Yoongi para poder verlo.

“¿Estás bien-hyung?”

“No. Creo que no,” Respondió, no pudiendo detener la honestidad al ver el rostro casto del menor.

“Creo que puedo hacer algo para ayudarte con eso,”

Las cejas de Yoongi se alzaron. El sueño se estaba tornando interesante. No había gritos, ni policías, ni ella, ni lágrimas que le nublasen su estabilidad. Debía aprovechar el estar con Jungkook, aunque fuera toda una obra de su mente y alma que lo extrañaban muchísimo.

Jungkook empujó levemente a Yoongi, direccionándolo a acostarse en la cama, de nuevo. El andar de su corazón comenzó a ascender a medida Jungkook se posicionaba sobre él. Sintió su entrepierna encima de la pelvis, ambas piernas al lado de su cuerpo, su mirada recorriéndole el rostro.

“Aprendí a hacer algo,”

Todo se detuvo de golpe por un momento, para luego reanudarse de forma más violenta. Yoongi sabía qué día era ese, y lo que sucedió entonces. Estaba reviviendo todo ese suceso otra vez, y el sentimiento de pánico renacía tan vívido justo cuando Jungkook deslizó sus manos bajo la camisa, palpando su pecho por completo, guiándose hasta la parte superior izquierda. Yoongi no podía apartar la vista de él.

Split sky | taegikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora