Split sky | taegikook

Epílogo: Cielo

Yoongi, finalmente, despertó. Era junio 13 al crepúsculo. Taehyung no estaba a su lado, ni los brazos del niño le envolvían. Yacía solo: él y su pequeño corazón herido enfrentándose ante el monstruo que cobró vida en aquella fecha. De nuevo, le hacía frente, con temor en cada poro y la ansiedad diciéndole que corriese lejos. Como siempre, se quedó inmóvil.

Jungkook se puso de pie en un salto, mirando a Yoongi por un momento antes de correr ambos en dirección al ruido. En automático, se dirigieron a la bodega, buscando a los demás de forma instintiva. Las amarillentas cintas policiacas aleteaban al iniciar la calle, con filas de hombres en un especializado uniforme negro, listos para enfrentarse a su objetivo. Al observar a dos de ellos portar un ariete y desaparecer en el callejón, Yoongi supo qué buscaban.

Un golpe fuerte y metálico resonó en el aire, haciendo vibrar el interior de Yoongi al tiempo que el miedo tomaba poder sobre su alma. Con ojos desesperados miró a Jungkook, manos encogidas en puños tensos y venas que sobresalían en su cuello.

“No. Hey, Jungkook-ah, mírame. No—”

Las palabras quedas de Yoongi fueron ignoradas por completo. De pronto, las cintas policiacas se rompieron, permitiendo a Jungkook abrirse paso entre ellas. Yoongi se quedó impávido ante el crujido de las armas colocándose en posición hacia Jungkook, no dudando por un instante en disparar sin piedad.

“¡Al suelo! ¡Ahora!” Bramó uno de los Policías, claramente escondido quién sabe dónde.

“Jungk—” Yoongi dio un paso hacia él, mas una bala le rozó el pie, provocando que toda su sangre se helara al instante.

No van a pensar dos veces en si matarme o no.

Sin nada que decir, Jungkook alzó sus manos lentamente, no se estaba rindiendo, sino empujando fuera el casquete de balas de cada arma forjada en su dirección. Toda munición tintineó aguda en el pavimento. Yoongi las vio a todas ellas como los segundos de vida que le fueron otorgados a partir de entonces.

Sereno, Jungkook se giró hacia Yoongi. “Quédate ahí.”

Sin decir más, corrió, lejos. Uno de los uniformados empujó a Yoongi por el hombro, diciéndole que se alejara, él y todas las personas que comenzaron a agolparse alrededor. Sabía a dónde se dirigía Jungkook. No podía ir con ellos.

El zumbido de un helicóptero de la KBS hizo presencia, junto a otros automóviles de cadenas televisivas, listos para capturar lo que se venía.

Lo hicieron.

Transmitieron en vivo el momento que Jungkook entró en el almacén luego de empujar hasta el final del callejón a los policías. Los hombres quedaron apilados unos encima de otros, desconcertados momentáneamente por el golpe invisible del muchacho. Yoongi gritó el nombre de Jungkook con todas sus fuerzas, esperando que eso pudiera detenerlo un poco. Al instante que entró en el almacén, los demás uniformados alrededor lo hicieron también. Los gritos de enfrentamiento resonaron desde el interior.

El frío característico de Jimin cundió a todos los presentes, haciendo que se arrodillaran débiles en el pavimento y descolocando al helicóptero en vuelo. La compresión que sintió en el túnel volvió a oprimir su cuerpo contra el suelo en tortura, limitando su sistema incluso a los pálpitos que le mantenían despierto. Luego surgieron las imágenes en ráfaga de todo tipo de escenarios. Guerra, muerte, lluvia granizada, viento furioso raspando su piel y levantándole un poco de su catatonia. Escuchó quejidos y lloriqueos por parte de las personas, algunos murmullos de piedad y otros de perdón. Las fuerzas para soltar lágrimas y verlas flotar cual estrellas, se iban esfumando por completo.