4. Muelle

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Cuando despertó, el día se sintió cálido y melancólico. Observó las nubes flotar con armonía, dándose cuenta de que pronto sería el cumpleaños de Jungkook. Aún podía recordar el último que pasó junto a él, con los demás chicos celebrando a su alrededor, mientras su atención se mantenía enfocada en la sonrisa radiante del menor, una imagen que –según una voz en su cabeza– no volvería a ver.

Taehyung despertó con una ligera constipación nasal, diciendo que no era nada importante, que ya pasaría. Yoongi se encontró a sí mismo preocupándose de que aquel malestar no transitara a mayores. Le trató con la mayor delicadeza que pudo, le mantuvo en reposo y le preparó un platillo que su abuela solía hacerle a él en situaciones similares. Se sentía como ella, porque el lugar donde habitaba un día fue su casa. A veces escuchaba sus pasos aletargados por las habitaciones, llamándole, o acariciando su cabeza hasta quedar dormido. Yoongi tenía la esperanza de que todo eso desaparecería un día, junto con los sueños… o él.

“¿Casi mueres?” Preguntó Taehyung, recapitulando la anécdota.

Yoongi observó sus ojos, estaban ampliados y cristalinos, las abundantes pestañas chocando entre sí. Negó con una sonrisa despreocupada.

“En el momento lo creí, claro, pero después me di cuenta de que Jimin sabía lo que hacía.”

Taehyung asintió, unos segundos después abrió sus labios para decir algo, pero dudó en hacerlo. El aire quemaba sus mejillas, yacían sentados en las gradas de entrada en el porche, aún cuando Yoongi se negó debido a la salud del otro. Las manos alrededor de una taza con té frío. Un suspiro se dejó libre al lado suyo.

“¿Algún día piensas regresar a Busan?” Los ampliados ojos vidriosos encontraron los suyos.

Yoongi lo pensó, muchas veces, pero no tenía el coraje suficiente para hacerlo. No se sentía capaz de enfrentar a los fantasmales recuerdos de una vida a la que extrañaba en demasía. Encontrarse con los rostros y voces en sus sueños era algo que elevaba su ansiedad a tal punto de sofocarlo. El tiempo que trascurría, lo lejos que se había ido, lo mucho que eliminó de su vida… nada de eso era suficiente para disminuir el sentimiento de culpa y vacío constante que provocó todo el suceso de aquella tarde en Busan.

“Podrías volver conmigo cuando me marche.” Hubo un destello en sus ojos al decirlo, una luz que Yoongi quiso seguir antes de que también se apagara.

A medida que pasaban las horas, el cielo se teñía de rosa pálido, el viento abrazaba cada vez con más rudeza y las nubes se perdían en el camino celeste. Si bien no había mucho que hacer en casa, Yoongi trataba de distraerse tocando la guitarra, con los acordes armoniosos inundando el atardecer. Taehyung no podía apartar sus ojos de los dedos pálidos de Yoongi acariciando las cuerdas y moviéndose sobre los trastes, como si de una escena mágica se tratase.

La guitarra fue un obsequio de Seokjin. Él la había llevado a la bodega para ambientar con las pocas canciones que sabía tocar. Fue entonces cuando la pasó a sus manos y le animó a interpretar una. Dudó, aunque accedió al final, presentando los pocos compases que sabía tocar de Asturias. Tiempo después, se encontraba con esa misma guitarra y una habilidad un tanto mayor en la creación de Isaac Albéniz, quien tal vez no estaría muy contento con su aficionada interpretación de una mínima parte de su concierto, pensó.

“Podría decir que tienes talento.” La voz de Namjoon le hizo detenerse de abrupto. Las cuerdas se quejaron.

“¿Hyung?” Un temblor se escuchó en el tono de Taehyung.

Yoongi apartó la guitarra de su cuerpo, colocándola en el suelo de la sala. Sabía que, por más que quisiera, Namjoon no estaba allí, solamente era otro recuerdo evocado que irrumpía en su estabilidad momentánea por la necesidad y nostalgia que había en esa melodía cada vez que la tocaba.

Split sky | taegikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora