Capítulo 1

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-¡Señorita Laila! ¡Señorita Laila! ¡Despierte por favor!- Un grito se escucha como si viniera de lo lejos pues aún no cobraba la razón. De pronto una mano bruscamente toca mi brazo y brinco de mi asiento, es Ingrid, una de mis mejores amigas y mi compañera de banca. Después volteo y mi anciana maestra de Geografía tiene su intimidante mirada sobre mi.- ¡Salte de mi clase si vas a estar durmiendo, no te quiero ver aquí!- Grita con más fuerza. Indignada y sin voltear a ver a la maestra, salgo del salón y cierro la puerta.
Realmente no puedo evitar quedarme dormida, ésta semana de proyectos finales me han dejado más que agotada y su larga y aburrida clase no ayudan.

Al salir del salón me voy directo a la cafetería de la preparatoria por un grande y cargado café para despertar y claramente perder el tiempo en lo que suena el timbre para la siguiente clase. Saco el emparedado que me hizo mi mamá por la mañana porque sí, aún me hace lunch porque dice que si ella no me hace comida, yo no me alimento bien en la escuela, y tiene toda la razón, siempre termino comprando comida insalubre o simplemente no como.
Al fin lo termino y toca el timbre,  llego al salón de clase y me siento en mi lugar para tomar la siguiente aburrida, estresante y larga clase.
- Te pasas Laila, cómo se te ocurre dormir en la clase de esa viejita.-Habla Ingrid con una sonrisa en la boca.
-No es mi culpa, ayer no dormí nada por estar haciendo el ensayo de literatura.- Froto mis ojos con mis manos pues me dolían del cansancio.
-Y al final qué tal te quedó el ensayo.
-Pues horrible, todo por dejarlo a última hora.-Ingrid suelta una pequeña risa y hace que haga lo mismo.- Te juro que el siguiente año ya le echo ganas.
-Llevas diciendo eso cada bimestre y nunca lo has cumplido.-Ríe otra vez.- Espero que el siguiente año al fin lo hagas.
- Ya solo falta como un mes para terminar este ciclo.
-No te olvides de todos los exámenes finales a los que te irás por no haber aprobado.
-Tampoco exageres Ingrid, solo me fui a geografía precisamente y a matemáticas.- Me estreso al pensar en lo difícil que será pasar esos exámenes.- La aplicada aquí eres tú, así que me vas a ayudar a pasar.
-Quién dice que voy a ayudarte.- Ingrid ríe y me observa con una mirada amenazante. Primero me desconcierto pero después entiendo que es una de sus típicas bromitas en las que comúnmente caigo. Esta vez por un momento me la creo pero después decido seguirle la broma.
-Pues yo lo digo, es una orden.-Digo tratando de sonar seria.- Si no me ayudas le digo a tu novio que lo engañaste en la fiesta de Melissa.- Está demás decir que obviamente es broma.
-Ya ya, mejor ahí la dejamos, tampoco te pases.- Nos miramos y nos echamos a reír.- Claro que te voy a ayudar Lailita preciosa.
-Ah verdad, solo así te convenzo.-Reímos más fuerte.
Esa era Ingrid, fue la primera persona a la que le hablé el primer día y desde ahí hemos sido inseparables, nos tocó en el mismo salón el año pasado y por suerte nos tocó juntas una vez más. No entiendo como en un momento puede llegar ser la más loca y fiestera y después ser la más aplicada y estudiosa.
Después de una hora termina la clase. Entre cada clase hay 10 minutos de receso pero para ser sincera no alcanza para hacer nada, pero hay uno de 20 minutos y ahora tocaba ese. Eso significaba que Ingrid y yo subiéramos  a buscar a Melissa. Ella al igual que Ingrid, iba en mi salón el año pasado, pero ella no tuvo la suerte que nosotras tuvimos, por eso pusimos el acuerdo de que todos los días en éste receso subiríamos por ella.
El sueño aún me perseguía, al parecer por más café que tomara jamás se me quitaría. Yo subía las escaleras muy lentamente por mi cansancio y en eso Ingrid la desesperada me jala fuertemente del brazo para que me apresurara.
-Ve más rápido Laila, quiero llegar con Mel para ver qué onda con mañana, es viernes y quiero hacer una reunión en mi casa.
-Qué raro que quieras hacer una reunión en tu casa.-Hablo con sarcasmo.-Es la tercera qué haces en éste mes.- A decir verdad me gustaban mucho sus reuniones o mejor dicho fiestas, pero les decía reuniones como excusa para que sus papás la dejaran hacerla.
-Son poquitas, es un número razonable.
-Ajá, lo que digas.- Me da un pequeño golpe en el hombro y reímos.
Al fin llegamos al salón de Mel, eso significaba que vería a mi crush desde que entré a la prepa, Santiago De la Rosa, si lo sé, suena de telenovela. Fornido, alto, ojos negros, sonrisa con hoyuelos marcados, dientes blancos y brillantes, nariz respingada y por último lo que más me gustaba, su sedoso cabello un poco largo y rizado, a veces se hacía un pequeño chonguito y se veía más sexy de lo que ya es. Cada que pasaba cerca de mi dejaba un fresco e hipnotizante olor a costosa colonia de hombre. Algunas veces me miraba y sonreía unos segundos y tan sólo eso me hacía pensar que le gustaba o al menos le atría pero para ser sincera, no estoy a la altura de él.
Así que como era de esperar ahí estaba él en medio de su grupo de amigos, que tampoco estaban mal, pero quien más me cautivaba era él. Mis mejillas comenzaron a enrojecerse y una pequeña sonrisa brotó de mis labios.
-Seguro no te importo yo y solo subes a verme por Santiago.- Dice Mel con el seño fruncido.
-Obvio, hasta crees que subo a verte a ti.-Rio al ver la cara de Melissa de enojo.-No es cierto bebé, solo subo a verte a ti, ya no te enojes.-Me suelta un fuerte golpe en el brazo.- ¡Auch! No aguantas ninguna broma.
-Como digas, sabes que es verdad.
-Ya chicas, mejor hay que ver cómo va a estar lo de el viernes.-Interrumpe Ingrid nuestra absurda pelea.
-Mejor no hagas nada, estoy muy cansada de tantos proyectos. Prefiero quedarme a dormir
en mi casita.-Hablo yo.
-Si Ingrid, mejor vamos a ver películas en tu casa y pedimos una enorme pizza, compramos helado y muchas frituras.-Habla Mel con una cara de emoción.
-Tienen razón, mejor la siguiente semana hago la reunión.-Dice Ingrid
-Querrás decir fiesta.-Dice Mel cruzando los brazos.
-Bueno fiesta.- Ingrid rueda los ojos.
Después seguimos platicando en los minutos que quedaban de descanso, algunas veces volteaba a ver a Santiago para apreciar su belleza y por alguna razón él también me miraba, nuestros ojos chocaban y hacía que cambiara mi vista de lugar rápidamente.
Al fin tocaron el timbre y por suerte pase al lado de él, su fragancia entro a mi nariz y quedé vuelta loca.
Pasaron las últimas horas de clase y al fin llegó la hora de salida. Hoy tenía que salir rápido de la escuela pues tenía mi clase de danza contemporánea.
Empecé a bailar desde que tenía 4 años, mi mamá me metió a clases en un pequeño lugar donde solo iban niñas pequeñas, después fui creciendo y al final terminé en una academia profesional, aunque no me gusta presumirlo la verdad es que lo hago muy bien.
He estado esperando tanto por cumplir 18 para al fin poder participar en concursos internacionales porque un requisito para poder asistir es tener la mayoría de edad y ahora solo faltaban algunos meses, 3 para ser exacta.
Uno de mis sueños es dedicarme completamente a esto, ser famosa por bailar, dar clases, abrir una academia y viajar por todo el mundo a dar presentaciones, pero se que para lograr eso tengo que trabajar mucho y poner lo más que pueda de mi parte.
Mi clase dura 3 horas, lo sé, es demasiado pero ni siquiera me doy cuenta del tiempo cuando bailo. Calentamos y después comenzamos a ver las coreografías de los bailes.
Mi grupo es muy unido y todas nos apoyamos entre sí. July es con la que mejor me llevo, hemos pasado muchas cosas juntas, como concursar en el país e ir de viaje.
En fin, después de 3 horas terminó mi clase, estaba agotada, lo único que quería hacer era llegar a mi cómoda cama a dormir, pero eso no iba a ser posible pues tenía que llegar a hacer más y más tarea, era interminable.
Llego a mi casa y lo primero que hago es comer la comida que dejo mi mamá, tenía tanta hambre que mi estómago se infló de tan rápido que comí.
Subo a mi cuarto por las escaleras a paso
demasiado lento, ya no podía más, la cabeza me dolía y mis pies estaban apunto de estallar.
Me tiré a la cama boca arriba y me quedo mirando hacia la ventana que daba a un árbol de jacarandas, estaba en su mayor esplendor, las flores lila se desprendían de el cada que el viento soplaba aire fresco, estaba por anochecer, los pájaros anunciaban su hora de regresar a casa y el sol estaba apunto de esconderse tras las nubes. Quedo hipnotizada viendo esa bella imagen, de pronto mis ojos se cierran lentamente hasta perder la conciencia.

Amarte sin condicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora