Capítulo 15: Epílogo: Cuatro Años Después

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  Los X-Men y su universo pertenecen a la compañía Marvel, lo demás es de mi autoría. Andrew es un homenaje a mi amiga Prince Legolas, ya que usó ese nombre para un personaje en su fic de POTC "Against All Odds"


Capítulo Quince: Epílogo: Cuatro Años Después

Año 1977

Logan despertó después del viaje en el tiempo en la mansión Xavier, en una alcoba típica de finales de los setenta. En la radio sonaba "She's always a woman" de Billy Joel, y, con modorra, oprimió el botón para detener el tema, mientras se masajeaba los ojos.

De a poco fue recuperando la memoria y recordó la amenaza de los centinelas en el año 2026, a Kitty trasladándolo en el tiempo, el encuentro con Charles y Hank en 1973, la liberación de Erik, el viaje a París, los intentos fallidos por detener a Raven, y finalmente su enfrentamiento con Magneto y el dolor del metal penetrando en sus músculos y la caída al río. Después su mente se había puesto en blanco.

Se levantó y vio que estaba desnudo, pero esta vez no había ninguna mujer a su lado. Se vistió con prendas que encontró arrojadas en una silla junto con su chaqueta de cuero, y salió al corredor. Vio a niños y adolescentes de diferentes edades riendo mientras lo transitaban. Para su sorpresa y alegría, distinguió a una joven Storm, a un simpático Banshee, y a Havoc empujándolo a modo de broma. Todo parecía haber vuelto a la normalidad. Los mutantes habían vencido y los centinelas de Trask ni siquiera formaban parte de la Historia. Mientras recorría las habitaciones convertidas en salones de clases, su sonrisa se dibujaba más y más. De repente, una niñita de tres años, vestida con un coqueto vestido rojo y una varita mágica, le cortó el paso. Tenía el cabello largo oscuro y rizado, y los ojos encantadores de Charles.

-Soy la bruja roja. ¿Quién eres tú? – demandó, frunciendo el ceño.

-Soy Wolverine – le respondió y quiso seguir su camino.

Pero la diminuta personita se le plantó de frente para detenerlo.

-¿Qué magia puedes hacer, Wolverine?

-Wanda, ¿qué te he dicho de hablar con extraños?

Logan vio a Magneto, vestido con una camisa de estampado llamativo y pantalones típicos de los setenta, que se les acercaba.

-Solo quería saber qué poderes tiene Wolverine para estar aquí, papá – explicó la niña con un puchero conmovedor.

Logan parpadeó mientras advertía que las facciones de la pequeña eran un calco de las de Erik, parecía una "mini Magneto" con un pomposo vestido. También recordó que Mystique lo había rescatado del río y que más tarde Charles lo había llamado para que defendiera Westchester. Ahí se había enterado de que Magneto y Charles eran pareja y que tenían un hijo juntos. Andrew se llamaba. Cuando Logan se marchó la mañana siguiente del ataque, Erik tenía todas las intenciones de permanecer con su familia.

-Le salen garras debajo de la piel de las manos – explicó Erik a su hija en tono de sorna -. Es asqueroso y no es adecuado que lo vea una hermosa princesa como tú.

-Te dije que soy una bruja, papá – corrigió Wanda, ofendida.

Su padre la cargó en brazos y a Logan le costó reconocer al inconmovible Magneto en ese hombre orgulloso que sonreía a su pequeña.

-Bruja, entonces – aclaró Erik y le dio un beso en la mejilla -. Eres una bruja escarlata.

-¿Escarlata? – repitió Wanda -. ¡Si estoy de rojo!

-Escarlata quiere decir rojo – explicó su padre -. Bruja escarlata suena más elegante que bruja roja.

La niña asintió, condescendiente.

-Me gusta mucho, papá.

Erik se volvió hacia Logan.

-¿Qué estás haciendo aquí a esta hora? ¿Qué quieres?

-Desperté aquí. No tengo más explicaciones. Solo quiero hablar con el profesor.

-Por supuesto que despertaste aquí, sí vives aquí. Charles está en su despacho – contestó Magneto fríamente y dio media vuelta para marcharse con su hija. Con el mentón apoyado en el hombro de su padre, Wanda escudriñó las manos de Logan para ver las interesantes garras. Wolverine sintió el impulso de enseñárselas ya que su progenitor estaba de espaldas a él -. Se las muestras a mi hija y te mato – amenazó Erik, que intuía lo que estaba ocurriendo.

-Bien lo quisieras – retrucó Logan pero por más odio que le tuviera, respetó su derecho paternal y no enseñó las filosas agujas. Luego enfiló hacia el despacho de Xavier.

Charles se mantenía igual que en 1973, solo que su rostro brillaba más y la sonrisa ausente en esa época, ahora resplandecía como un sol. Logan recordó que había recuperado a las dos personas más importantes de su vida además de Raven: a Erik y a su hijo, y para aumentar su felicidad, ahora tenía una hija.

-Logan, ¿qué haces aquí? ¿No tienes una clase que dar?

Wolverine se preguntó qué rayos enseñaba él en esa academia.

•••••••••••••••••••

Como esos cuatro años en otra dimensión no habían tenido efecto en su organismo, Andrew había regresado con seis años y cuatro después tenía diez y no catorce. Charles no dejaba de agradecer a la Providencia el haberlo recuperado y poderlo disfrutar sin haber perdido etapas.

Esa noche Charles se encargó de despedir a sus hijos, primero fue a la recámara de Wanda para arroparla y luego a la de su primogénito. Andrew tenía más desarrollados sus poderes telepáticos y aunque era curioso por naturaleza, sus padres le habían prohibido que husmeara información en la mente de los demás.

Después de cubrirlo con las cobijas, Charles lo observó como hacía cada noche. Antes de perderlo, no había creído en los milagros, luego de recuperarlo, ya no era más un hombre escéptico.

-Mañana es sábado, Andrew. ¿Qué quieres hacer con tus padres y Wanda? – cada fin de semana, la familia se tomaba la tarde libre para disfrutarla.

-Papá – Andrew frunció el ceño y Charles supo que vendría una pregunta importante -. ¿Por qué conocí a papá recién cuando tenía seis años? ¿No le hablaste antes de mí? ¿No quería estar con nosotros?

-Demasiadas preguntas – sonrió su padre. Tomó aire, pensando que el niño merecía la verdad, pero explicada de una manera que pudiera entenderla sin sufrir -. Ya eres grande, sabes cómo viniste al mundo, y te contaré lo que puedes saber a tu edad, ¿de acuerdo?

Andrew asintió.

Charles apoyó la mano sobre la frazada a la altura del pecho de su hijo, sonrió nuevamente y comenzó:

-Éramos jóvenes, tu padre y yo, fieles a lo que creíamos y fieles a nuestra amistad. Pero luchábamos por cosas diferentes, o mejor dicho, luchábamos por lo mismo pero nuestros métodos eran diferentes. Queríamos lo mismo: que la gente con poderes como nosotros pudiera ser feliz. Como buscábamos lograrlo de diferentes maneras, tuvimos que separarnos después del accidente que me dejó inválido. Tu papá se fue con la tía Raven.

-¿Tía Raven vendrá esta Navidad? – interrumpió Andrew.

-Como cada año – contestó Charles con una sonrisa condescendiente -. ¿Continúo, hijo?

-Sí, ustedes se separaron.

-Así es. La noche anterior, yo había descubierto que te estaba esperando pero no dije nada. Te preguntarás por qué: esa mañana teníamos que hacer algo muy importante y tu papá necesitaba estar concentrado. Pensé que una noticia así lo pondría alegre pero no lo habría dejado pensar con claridad. Nos separamos sin que él supiera de ti, pasé varios meses con tratamientos por mi accidente, y finalmente viajé a contárselo – Charles quedó en silencio.

-¿Y qué pasó? – apremió Andrew ansioso.

-Tu papá no estaba listo para recibir la noticia. Había sufrido mucho, años después recién lo supe, y no estaba preparado para vivir con nosotros. Después me confesó que lo que más había deseado era acompañarme y estar contigo pero que simplemente no podía hacerlo en ese momento. Sin embargo, sin que yo lo supiera, nos cuidó a ti y a mí a la distancia y cuando más lo necesitamos, nos protegió. Viniste al mundo sano y salvo gracias a él.

-¿Él te cuidó cuando nací? ¿Así como estuvo contigo cuando nació Wanda?

-Tu nacimiento fue diferente. Yo tenía miedo y fue él quien me acompañó y consoló en todo momento. Después tuvimos que distanciarnos otra vez.

-¿Pero nos siguió cuidando?

-Sí – suspiró Charles -. De hecho, fue él quien me envió la medicación que te ayudó a despertar cuando estuviste dormido y escuchando voces, ¿lo recuerdas?

-Sí.

-Después te dormiste más tiempo y con su ayuda y la de Hank, pudimos traerte de regreso.

-Entonces, no se fue más.

-Sintió que estaba preparado para conocerte y se quiso quedar con nosotros.

Andrew suspiró, mirando el techo.

-¿En qué estás pensando? – indagó Charles. Así como le enseñaba a respetar los secretos de los demás, él no se inmiscuía en la mente de su hijo sin permiso.

-En qué cosa triste le pasó a papá para no querer quedarse con nosotros la primera vez.

Charles movió en círculos la mano que mantenía en la frazada para masajearle el pecho.

-Eso es algo que más adelante él te contará cuando considere oportuno. Lo que importa es que estamos los cuatro unidos y felices, y ya nadie nos separará. Sabes eso.

Andrew asintió.

-Vamos a seguir viviendo juntos, papá.

-Así es, hijo – le besó la frente -. ¿Ahora entiendes por qué lo conociste recién a los seis años?

-Sí – sonrió.

-Ya es hora de que te duermas – apretó la luz del velador -. Dulces sueños, hijo.

-Dulces sueños, papá.

Charles fue hasta la puerta y desde allí contempló a su hijo como cada noche, antes de apagar la luz. Luego fue a su recámara a buscar algo.

••••••••••••••

Erik y Charles tenían un acuerdo: algunas noches dormían juntos en la recámara de uno, otras en la del otro, y otras cada uno en su respectiva alcoba. Esa noche, tras despedir a Andrew y buscar lo que necesitaba, Charles enfiló hacia la habitación de su amante. Tocó antes de abrir y encontró a Erik sentado en el sofá, leyendo. Ya tenía puesto el pijama.

-Quería hacerte una visita sorpresa – se excusó Charles, aunque sabía que no necesitaba excusas para dormir con su pareja.

Erik cerró el libro mientras sonreía.

-Ese lado espontáneo es lo que adoro de ti.

-¿Y qué más adoras de mí? – lo desafió Charles, insinuante.

Erik caminó hacia él y se inclinó en la silla para que se encontraran cara a cara. Acto seguido, lo besó.

-Sabes que adoro todo de ti – ronroneó, al tiempo que capturaba y soltaba sus labios -. Absolutamente todo.

Charles le acarició la nuca y, muy a su pesar, tuvo que apartarlo de su boca. Debía decirle algo importante.

-Traje unas notas que quería enseñarte, Erik.

-Bien – suspiró Magneto con una sonrisa resignada -. Pero no te escaparás después de mostrármelas.

-No tengo tal intención – contestó Charles y volteó hacia el escritorio donde vio tres velas encendidas en pequeños candelabros -. ¿Significan algo? – indagó con curiosidad.

Erik suspiró mientras se levantaba.

-Estaba leyendo sobre la Segunda Guerra Mundial, me llené de recuerdos y quise honrar la memoria de las personas que quise y perdí.

-Tu madre y los hijos que tuviste durante tu cautiverio – murmuró Charles con pena.

Sin embargo, Erik no parecía afectado, más bien tenía el aspecto de resignación. Charles admiraba su facultad para sobreponerse al dolor y seguir adelante. Había aprendido que Erik sufría, sí, pero en lugar de aferrarse al dolor, se esforzaba por apartar la tristeza y continuar en pie.

-¿Piensas mucho en ellos? – quiso saber Xavier. Estaba claro que no le leía la mente.

-Pienso en ellos a diario, Charles – confesó -. Como pienso en ti y en los niños. Ellos son mi pasado, mientras que Andrew, Wanda y tú son mi presente y mi futuro.

Charles asintió. Erik no se notaba incómodo pero quería cambiar de tema.

-Dijiste que me habías traído unas notas.

-Sí – recordó Charles y sacó papeles prolijamente doblados del bolsillo de su chaqueta -. Comencé a escribir estas notas íntimas en septiembre del 69 y las dejé inconclusas un buen tiempo hasta que hoy las acabé.

-Si son íntimas, ¿por qué me las enseñas?

-Porque junto conmigo eres el protagonista en ellas. Medité mucho antes de decidir dártelas – se las extendió -. Revelan lo más privado de mí. Lo que pensaba, sentía, lo que no le he contado jamás a nadie. Tú eres el depositario de todos mis secretos, Erik, y quiero que las conozcas.

Erik aceptó los papeles y regresó a su asiento dispuesto a leerlas. De repente, Charles volteó hacia la entrada.

-Deja de estar parado detrás de la puerta y entra, Andrew – ordenó, sintiendo la presencia de su hijo.

Sorprendido, Erik dejó las notas y miró hacia el umbral.

-¿Qué sucede, pequeño? – preguntó, preocupado.

Andrew entró dubitativo. A estas horas debía estar durmiendo. Vio que Erik le extendía la mano y corrió a sus brazos.

-Perdón – se disculpó el niño en dirección a Charles -. Dijiste que papá me lo explicaría más adelante pero no puedo dormir. Estoy preocupado.

Charles suspiró con una sonrisa. Tal vez no era el tiempo adecuado para Erik ni para Andrew, pero admiraba el corazón puro de su niño.

-Antes de venir, Andrew y yo tuvimos una plática – explicó a Erik, que los observaba sin entender -. Él quería saber por qué te conoció recién a los seis años, y le respondí que antes no estabas preparado para estar con nosotros porque habías sufrido mucho. Está preocupado porque sufriste y quiere saber si ya no sufres más.

Erik sentó al niño en una rodilla y le enseñó las tres velas.

-Lo que me provocó tristeza ocurrió mucho antes de conocer a tu padre. Encendí estas tres velas para recordar a tres personas que significaron mucho para mí y que las perdí cuando era un poco más grande que tú.

Andrew lo miraba con los ojos enormes, lleno de atención.

Erik hizo una pausa antes de continuar.

-Una es en honor a mi madre, que me enseñó a celebrar Hanukkah, la fiesta que te enseñé yo a celebrar junto con la Navidad.

-¿Ella era tu mamá como papá Charles lo es de mí? – interrogó el niño y aunque la pregunta tenía una estructura ambigua, Erik la entendió.

-Sí, ella me dio a luz y me crió hasta que – hizo otra pausa. No quería contarle que Shaw la había asesinado – hasta que la perdí.

-¿Y las otras velas?

-Las otras velas son un homenaje a dos hijos que tuve también hace mucho y que fallecieron – Andrew quedó boquiabierto -. Verás, hijo. Yo amaba a tu padre y quería estar con ustedes, pero el miedo de perderlos, me hacía alejarme. Tenía miedo de que si vivía con ustedes, les ocurriera algo como a mi madre y a mis hijos. Hoy pienso de manera diferente: si ustedes llegan a estar en peligro, sé que voy a protegerlos y que no dejaré que nada malo les ocurra a ninguno de los tres. ¿Comprendes?

-Sí.

Erik se volvió hacia Charles, que los estaba escuchando emocionado.

-Papá – interrumpió el niño, que seguía reflexionando -. ¿Piensas que ellos murieron por tu culpa, porque no pudiste protegerlos?

-No fue su culpa perderlos, Andrew – declaró Charles, taxativo.

Erik miró a su pareja con calma y a su hijo con indulgencia.

-Andrew tiene razón – afirmó -. Es un niño muy inteligente para su edad. Sí, hijo. Durante muchos años me culpé de haberlos perdido, y sufrí horrores cuando tú dormiste todo ese tiempo porque sentía que había vuelto a fallar.

-Pero si no fue tu culpa que yo me hubiera dormido – exclamó el pequeño.

-De igual manera me culpaba – contestó Erik tranquilo -. Pero más tarde, el regresar con tu papá y recuperarte me dio esperanzas y ganas de ser al fin feliz. Ahora me siento dichoso, Andrew, y aunque no olvido ni a mi madre ni a mis hijos, ya no siento el dolor que sentía antes de haberlos perdido. Tampoco siento más esa culpa y puedo ser feliz con ustedes.

-Pienso que es muy lindo que les enciendas velas – opinó Andrew -. ¿Se las enciendes todas las noches?

-No todas. ¿Por qué?

El niño sonrió.

-Porque me gustaría que la próxima vez las encendamos juntos para poder decirles "hola" yo también.

Erik lo abrazó, conmocionado.

-A mí me gustaría que lo hiciéramos juntos, Andrew. ¿Qué tal mañana?

-Sí – contestó el niño, entusiasmado.

Charles se secó los ojos. Su hijo lo miró.

-Ya no estoy más preocupado, papá – bostezó -. Voy a regresar a mi cama.

Erik lo bajó de su rodilla. El niño lo besó y corrió a darle un beso a Charles. Luego se marchó ligero.

-Creo que el poder más grande que tenemos no es mi telepatía ni tu control de los metales – sonrió Charles, aún emocionado -. Es el maravilloso hijo que tenemos.

-Así es – contestó Erik, no se lo notaba afectado pero tenía los ojos brillosos -. Ahora voy a leer las notas, Charles.

-Lee la última hoja – pidió Xavier -. Y el resto después.

-¿Leo en voz alta?

-De acuerdo – autorizó Charles.

"3 de diciembre de 1977."

"Volví a casa tres días después del nacimiento de Andrew. No fue fácil cuidar a un bebé, aunque tenía la ayuda de Sean, Alex y Hank. En todo momento, sentía la ausencia de Erik. Odiaba sentirme así, odiaba necesitarlo y odiaba amarlo. Los últimos meses había hecho un excelente trabajo fingiendo que lo detestaba, pero después de ver cómo me había protegido, cómo me había cuidado y cómo me había auxiliado en el parto, todo mi odio se esfumó. Comprendí que iba a tener que pasar el resto de mi vida amándolo sin poder estar con él, y esa idea me desesperó."

"Pero era consciente del daño que esto podía llegar a provocarle a Andrew. No podía condenar a mi hijo inocente a criarse con un padre melancólico y sufrido. Por él una vez más seguí adelante y me focalicé en su educación y en los proyectos de la escuela para olvidar a Erik. Algo que lógicamente no conseguí."

"El hecho de que Andrew fuera un ángel me estimuló a ser feliz. Cada día que pasaba, aún desde las primeras semanas, me maravillaba con su mera existencia. Podía pasar horas en éxtasis solo contemplándolo, y cuando más adelante aprendió a sonreír, su sonrisa matinal cada vez que iba a despertarlo, era el regalo más grande que pudiera recibir."

"Amaba a mi hijo, aún lo amo. Algún día, cuando sea mayor, podré decirle cuánto significó para mí y que desde que existió en mi vientre, me salvó la vida."

"Hoy ya han pasado catorce años. Mi vida es diferente. Soy feliz porque tengo a Andrew, a Wanda y a Erik. Soy feliz porque cada mañana me despierto sabiendo que soy amado. Soy feliz porque puedo amar y no necesito más fingir sentimientos oscuros hacia la persona a la que le entregué mi corazón: Erik Lehnsherr."

"Adoro a Erik cuando hacemos el amor, lo adoro cuando compartimos juntos una partida de ajedrez, lo adoro cuando desayunamos en la cama, lo adoro cuando encuentra la manera de que pasemos un tiempo juntos, lo adoro cuando estoy agotado tras una jornada exhaustiva y se me acerca para masajearme el cuello, lo adoro cuando busca la manera de arrancarme una sonrisa. Lo adoro y sé que él me adora a mí."

"Yo sacrifiqué mucho por mi relación y por mi hijo, pero Erik sacrificó aún más. Se jugó enfrentando su pasado para estar con nosotros, aprendió a dominar su ira contra Stryker para que no nos separáramos, y sé que si los niños o yo llegamos a estar en peligro, no dudará en jugarse la vida por nosotros."

"Es un sobreviviente como yo. Los dos aprendimos a superar nuestros miedos para poder estar juntos."

"Al comenzar estas notas, allá por 1969, mi pluma trasmitía nostalgia y esperanza. Hoy sigue transmitiendo esperanza, además de una alegría que solo puede encontrarse cuando uno se entrega por amor y siente que el otro le responde de la misma manera."

"Comencé estas notas escribiendo: Mi nombre es Charles Francis Xavier y soy un telépata. Hoy escribo: Mi nombre es Charles Francis Xavier y soy un enamorado de mi familia y estoy feliz de compartir mi vida con ellos."


Fin

Nota final:

¡Hola!

Espero que les haya gustado el fic. En la película, Logan despierta muchos años después en el futuro pero aquí lo trasladé a 1977.

Estoy maquinando otro fic de esta pareja con mpreg, solo que para variar, esta vez le tocará a Erik :)

Muchos besos y espero que lo hayan disfrutado.

Midhiel  

Cercanía y Distancia (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora