Cercanía y Distancia (Cherik)

Capítulo 8: Fe

Los X-Men y su universo pertenecen a la compañía Marvel, lo demás es de mi autoría. Andrew es un homenaje a mi amiga Prince Legolas, ya que usó ese nombre para un personaje en su fic de POTC "Against All Odds"

Advertencia del capítulo: hay mención de una violación.

Capítulo Ocho: Fe

-Por favor, necesitamos que vuelvas a tener esperanza – le pidió el Charles del futuro cuando se encontraron frente a frente.

Charles echó un vistazo al porvenir con los jóvenes talentos mutantes que su mente guiaría y decidió que había motivos para luchar. Cuando regresó al 1973, se sentía otra persona. Había aprendido que no podía controlar las voces en su cabeza porque la culpa por la desaparición de su hijo no lo dejaba concentrarse más, y que el miedo que percibía Cerebro era el temor de que Andrew estuviera solo y sufriendo, o, peor aún, que la teleportación lo hubiera matado. Hizo un esfuerzo por conseguir la concentración de la que tanto se había jactado antes y con esta actitud, quiso volver a conectarse a la máquina. En el futuro no había visto a Andrew pero sí a Erik a su lado, los dos como guerreros unidos en un futuro apocalíptico, que Charles hoy podía revertir.

Cuando se puso nuevamente el casco, sometió a cerebro porque en lugar de permitirle que sintiera sus miedos, le mostró su esperanza: que en el futuro Erik y él estarían unidos, defendiendo una misma causa.

Finalmente, contra los pronósticos sombríos, Charles consiguió disuadir a Raven y cambiaron el curso de la Historia. Raven se convirtió en el símbolo de la paz entre las dos especies y Erik, en el fanático enceguecido por la supremacía del más fuerte.

Victoriosos y aliviados, Hank y Charles regresaron a la mansión.

-Dame un poco del suero – pidió Charles dos noches después, mientras se masajeaba las piernas.

-Pero, ¿qué hay de tus poderes?

-Necesito usar las piernas, Hank – explicó -. Ya no lo usaré como una droga para escapar de mis problemas.

Confundido, el joven se acomodó los anteojos, pero, como otras tantas veces, fue a su laboratorio a obedecerlo.

Charles respiró profundo cuando sintió que el líquido se mezclaba en su corriente sanguínea, y en cuestión de minutos ya no necesitó la concentración para acallar las voces y sus piernas se movieron. Conmovido, se dirigió a su despacho y abrió con una llavecita el cajón de su escritorio. Allí, amarillentas, estaban las hojas que había escrito en el 69, sobre su relación con Erik y la venida al mundo de Andrew. Justamente su nacimiento había sido lo último que había relatado antes de la tragedia. Quiso leerlas, pero la presión fue demasiada y, devastado, se arrojó en la silla llorando. Arrojó los papeles en el cajón y lo cerró con violencia. Todavía no estaba preparado para enfrentar la pérdida de su hijo.

De pronto, junto al cortinaje del ventanal entreabierto, vio a Erik.

-¿Qué haces aquí? – reclamó, secándose los ojos. Entonces, notó que tenía sobre la nuca una toalla manchada con sangre y recordó que Raven le había disparado.

-Anulaste tus poderes con el suero – dijo Magneto, soltando el casco que llevaba en la mano, y se apoyó, cansino, en el respaldo del sillón, que estaba más cerca. Se sentía mareado y débil -. Por eso no me sentiste entrar.

Charles llegó corriendo hasta él y lo ayudó a sentarse. Erik respiró profundo y añadió.

-Mi cara está en todos los televisores. No podía ir a ningún hospital.

Charles le apartó un poco la toalla para observar la herida. No era profunda, la bala apenas le había rasgado la piel pero sangraba, y el esfuerzo que había hecho para trasladarse hasta Nueva York, sumado al viento cuando volaba y a los dos días transcurridos, la habían ensuciado y estaba infectada. Le apoyó la mano sobre la frente sudorosa y notó que tenía fiebre.