Capítulo 13.

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Se Hun cepilló sus dientes y se puso su pijama tan pronto como llegaron a casa. Sin dejar de quejarse en voz baja por el desastre que había resultado ser la cena con sus padres, se metió bajo las sábanas, y sólo entonces comenzó a apresurar a Lu Han para que fuera con él. El mayor lo escuchaba, pero de todos modos se tomaba su tiempo al alistarse para dormir.

Fue hasta que Se Hun fingió lloriquear como un niño pequeño que Lu Han se asomó por la puerta del cuarto de baño y soltó un suspiro.

—Ya voy. Dame cinco minutos y estaré contigo, Se Hun —pidió tranquilamente.

Lu Han terminó de cambiarse y se acostó junto al menor, estirando su brazo sólo un poco para poder apagar la lámpara que tenía encima de la mesa.

—Lu Han... —El más alto lo llamó casi en un susurro.

—¿Sí?

—Gracias por haberme acompañado a la casa de mis padres.

—Lo hice con gusto —rodeó el cuerpo de Se Hun con uno de sus brazos—. Lamento que todo haya terminado... así.

—Descuida, tengo un buen plan. La próxima vez que mi madre diga que quiere verme y yo acepte, deja caer un piano sobre mi cabeza, por favor.

Lu Han soltó una carcajada al escuchar semejante idea, sabiendo que su novio sólo estaba bromeando. Cuando consiguió calmarse, dejó un beso cariñoso sobre la frente ajena y sonrió.

—¿Necesitas que te recuerde una vez más que no hiciste nada malo? —Preguntó.

—Sí —contestó débilmente—. Creo que me vendría bien escuchar eso otra vez.

—Bien. No hiciste nada malo, Oh Se Hun —le dijo con voz suave mientras acariciaba su cabello—. Eres un hijo maravilloso, es sólo que tus padres no pudieron verlo.

Se Hun cerró los ojos un momento, dejando que un par de lágrimas resbalaran por sus mejillas y soltando un sollozo. Se sentía mal. A pesar de que poner los pies fuera de su casa por segunda vez no le había costado nada, no podía evitar llorar y sentir en su pecho el dolor que acompañaba a un rechazo como el que había recibido por parte de sus padres.

Lu Han deslizó su pulgar cuidadosamente por encima de la piel del contrario, llevándose las lágrimas y los rastros de las mismas con todo cariño.

—¿Cómo lo haces? —Volteó a ver a Lu Han.

—¿A qué te refieres?

—A que siempre puedes continuar, sin importar qué tantas cosas malas sucedan en tu vida —intentó explicar—. Quiero saber cómo lo haces, Lu Han. Incluso si tienes un día horrible y nadie está ahí para apoyarte porque tu novio se comportó como un idiota, por ejemplo, aun así te vas a dormir con una sonrisa y avanzas al día siguiente, te levantas, tus ojos brillan y dices "Puedo hacer lo que sea"... ¡Y lo haces! Es algo de ti que nunca he dejado de admirar.

—Se Hun...

—Siempre me has dicho que hay que encontrar el lado positivo de las cosas, que en algún momento los días malos se acaban para dar paso a un día mucho mejor, que uno es capaz de seguir sin importar qué pase, que debemos encontrar la fuerza para salir hacia delante aunque a veces lleguemos a sentir que la vida nos quiere aplastar... y que, para lograrlo, nos podemos apoyar en el otro —hizo una breve pausa—. Pero no es tan sencillo, ¿verdad? Lo es para ti porque tú eres fuerte.

—Se Hun, amor, no sé qué decir. Estás dándome demasiado crédito —respondió acompañado de una suave risa.

—No es así —desvió la mirada—. Sólo digo lo que he visto desde que entraste a mi vida.

—¿Sabes por qué te insisto tanto con lo de seguir hacia delante?

—Uhmm... ¿Porque... quieres que sea feliz? —El menor trató de adivinar.

—Por supuesto, es lo que más quiero, pero no es la única razón.

—¿Entonces?

—Cuando era más joven, dejaba que todos mis problemas me aplastaran —le contó—. La más mínima dificultad me hacía darme por vencido, a veces ni siquiera quería levantarme de la cama, no era fácil encontrar algo que me motivara... Creía que mi vida era normal, que estaba condenado a pasar días malos con mucha frecuencia y ya; no podía ver que pasaba semanas enteras ahogándome en un vaso de agua. Tuve que aprenderlo de la manera difícil.

—¿Ah, sí? —Alzó una ceja.

—Sí, aunque no lo creas —asintió—. Antes de entender que puedo levantarme y hacer todo lo que hago ahora, tuve que caer hasta el fondo y ver que podía dejar atrás los problemas y los malos ratos si avanzaba —una sonrisa sincera se extendió por sus labios—. La única salida era hacia delante. Cuando finalmente lo comprendí, mi vida cambió.

—Es muy amable de tu parte compartir conmigo lo que aprendiste.

—Supongo que me habría encantado que alguien me lo dijera cuando tenía tu edad.

Se Hun sonrió de lado y se acercó al mayor hasta que pudo presionar sus labios contra los ajenos, sellándolos en un dulce beso que Lu Han tardó poco en corresponder.

—Sé que a veces no parece, pero en verdad valoro mucho todos y cada uno de tus consejos, mi amor —le dijo al separarse—. Y también el que estés conmigo, apoyándome en cada paso que doy. No sabría qué hacer sin ti.

—Te amo, Se Hun.

—Yo también te amo, Lu Han —volvió a besar sus labios.

—¿No íbamos a dormir? —Cuestionó el mayor, algo risueño.

—Besémonos un ratito más —pidió, acomodándose mejor y terminando prácticamente arriba del mayor, acariciando su pecho.

—De acuerdo —no lo tuvo que pensar dos veces.

Continuará.

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El próximo capítulo será el último.

Hacia delante [HANHUN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora