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Pasó muy poco tiempo

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Pasó muy poco tiempo. Se sentía como si este volara... ¿y yo? Yo solo estaba triste, hundida en una depresión de seguro inventada. Esperaba que todo fuera mentira. 

Seattle lo es todo para mi. Las personas mas maravillosas están allí. 

Y si. Pude haber sufrido, la pase mal... pero, era por Dave. Eso no cuenta... ¿o si?

Seguiré con lo que pasó durante junio. Fue un mes muy triste. Lloraba con facilidad, recordaba momentos de Seattle y de ciudades anteriores. Y los recuerdos eran tan... vívidos. Era como si estuviera viendo una película. Y, de hecho, por un corto tiempo solía creer que estaba a punto de morir, pues veía mi vida ante mis ojos.

Una muerte emocional, quizá. Entonces estoy muerta emocionalmente. 

 James estaba allí, para mi, siempre. Empecé a tomarle tanto cariño. En serio lo empezaba a considerar mi mejor amigo.

Por eso me sorprende que no me haya dolido...

Ese día, Dave no me dirigió la palabra. Estuve con Andy todo el día. Con Andy, con Ashley y con James. Pero con este último, no fue todo el día. 

Era la hora del recreo. Estaba con Nyla en las escaleras; ella tocaba el ukelele de su hermano y yo tocaba el mío. Estábamos tocando una de mis canciones. Era uno de esos pocos pero valiosos momentos que pasaba con ella. 

Si bien viene cierto, no hablo mucho de Nyla, pero ella es una niña realmente linda. Es talentosa, intrépida y muy comunicativa.

Demasiado comunicativa. 

Ella me admitió hace poco, que ella pensaba que yo tenía un interés den James. Un interés más allá de la amistad. Y si, así era. Antes. Por un muy corto tiempo. 

Ahora consideraba a James un hermano mayor, un gran amigo. Un muy buen amigo.

El recreo estaba por finalizar y yo fui adelantada a mi salón. El salón de ciencias y física. 

Creí que sería la única allí. Pero al parecer no era así. Allí estaban tres personas. 

Sophie, Laila y James. 

Entré de forma normal... bueno, de la forma que se había vuelto normal para mi en ese tiempo.

Si en esa ocasión aún yo no hubiese sabido de mi mudanza a Denver, hubiera ido con ellos, hubiera hecho un chiste y me hubiera integrado a su conversación abiertamente.

Eso era normal para mi.

Pero yo ya sabía que moriría pronto.

Que me iría. 

Pronto.

Así que no hice eso. Al contrario, fui hasta una banca de las del frente, pues ellos estaban en el fondo. Me puse el gorro de mi chamarra y acomodé mi cabeza entre mis brazos, que estaban en el pupitre. 

Contigo o NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora