Un disparo.
Certero.
Otro más.
Retumbo en el silencioso bosque.
Era como si los animales no lo escucharan caminar, era cauteloso y mantenia el silencio característico del bosque.
Caminó con tranquilidad paseandose lleno de confianza.
Tomo de las orejas el pequeño conejo que había cazado, se sintió realmente orgulloso de su progreso.
Hacia dos meses que su padre le habia regalado aquella arma, estaba muy feliz, solia ir con Stan y su tío para aprender a cazar mejor, con el tiempo el progreso de Tweek era mucho, teniendo su hogar tan cerca del bosque, era algo normal.
Tenia la libertad de practicar e ir de un lado a otro...
Sin ninguna limitación.
A no ser que cierto chico protector lo siguiera en sus recorridos.
–¡Craig!– dijo el rubio mirando al pelinegro tras los árboles, Craig intento esconderse al saber que el rubio lo regañaria.
–N-No debias venir ¡Sal de ahí! ¡Puedo verte!– grito el rubio, el muchachito de ojos negros salio con resignación aceptando que seria regañado por Tweek.
–Deberias haberte quedado en casa... Solo vine por conejos, nada más, nada malo iba a pasarme– dijo Tweek mirando a Craig con desaprobación, el pelinegro refunfuño con frustración.
–No puedes andar así sin ninguna precaución ¿Y si alguien te ve? ¿Que hare?– No era un secreto que al rubio le preocupaba aquella situación.
No quería que nadie pudiera ver a su amigo, además de lo evidente, que era ser descubierto por sus ojos y su boca, sabia que Craig no era precisamente el ser más amigable de todos.
–¿Que voy a hacer contigo?– dijo mientras quitaba de su cabeza algunos trozos de hoja seca y rama.
Volvieron a casa caminando como siempre lo hacian, a veces los animales del bosque seguían a Tweek con curiosidad pero Craig les gruñía con molestia y los ahuyentaba.
Una vez llegaron, Tweek se dirigió a la cocina y cuchillo en mano, comenzó a despellejar al animal que tenia en sus manos, el pelinegro lo miro con curiosidad.
–Si, ya se que te gustan, por eso busque uno de estos...–
Terminado su trabajo, le brindo una cena a su amigo, que comenzó a comer apenas tuvo acceso a la carne de aquel pequeño animal.
Se sació con rapidez, apenas dejando algunos de los huesos, mas notoriamente el cráneo y las costillas del animalito.
Tweek miro como Craig se dirigía a limpiar su rostro, aquello le produjo cierta diversión.
Obviamente los anubis no eran consientes de conceptos como la higiene o pasar desapercibidos, pero el pelinegro si, de hecho, Craig era bastante aseado y discreto, no tenia ni idea de como funcionaba su mente.
Nunca decia ni una palabra, desde que se conocían se mantenía totalmente en silencio.
Tweek intentaría, como todas las tardes, hablar con Craig.
Decidió quitarse las botas sucias que llevaba antes de adentrarse a la casa mas alla de la cocina, todo el lugar estaba en extremo limpio y sabia que si su madre lo veia haciendo un desastre, no la contraria.
Caminó a la sala de estar, donde, frente a la chimenea, tomo un lugar en el sofá que se encontraba frente a esta, sintió la alfombra contra sus calcetines, una sensación agradable.
Pudo sentir la presencia de Craig detras del sofá, rio al recordar cuan aterrador era aquello cuando recien había llegado a su casa.
Al principio, Craig seguia a Tweek en una especie de juego, acechándolo como a una presa y saltando sobre él cuando este estaba muy vulnerable o asustado, pero usualmente solo le mordía sus camisas y suéteres en el area del cuello, un juego travieso que había terminado con gran parte de su guardaropas en la cama de Craig, como una especie de colección o nido donde dormía.
Helen Tweak se habia encargado de brindarle la mayor comodidad a Craig, dandole una habitación y cierta independencia.
Si bien Tweek salia por las tardes...
El chico Tucker salia en un horario nocturno.
La mujer castaña siempre se aseguraba de que su pequeño pelinegro no se hiciera daño, usualmente volvía con pequeños rasguños o raspones, pero nada que no pudiera curarse con rapidez.
A comparación de Tweek, Craig no tenia ningún interes por cazar algo.
Cosa extraña, pues de los dos, era quien se suponía debía ceder a sus instintos.
No, el chico caminaba hasta el punto más alto de las montañas y miraba desde el punto más alejado el cielo nocturno.
Las estrellas y la luna en sus diferentes fases.
Nadie entendía el porque de este paseo repetitivo, algunas veces la familia Tweak se habia dedicado a seguirlo cuando mas pequeño para asegurarse de que no estaba metiendose en problemas.
Su sorpresa fue mayúscula cuando se encontraron con el niñito subiendose a una roca y sentandose en ella, mirando al cielo nocturno, gimoteando con frustración mientras veia el cielo nocturno.
Richard asocio este comportamiento con los lobos y la popular creencia de que le ahuyaban a la luna.
Esta escolta paró cuando Craig se percató de si presencia y se molestó tanto por su compañía que pasó semanas enteras sin acercarse a nadie de su familia adoptiva, emitiendo gruñidos molestos cuando alguno se le acercaba.
No les perdonó hasta que Helen se disculpo directamente por aquello y prometió no meterse más en sus asuntos.
Tweek recargo su cabeza en el sofa y volteo hacia atras, encontrandose con el brillo de los ojos de su amigo.
–¿Quieres venir?– dijo dando pequeñas palmadas en el sofá, Craig camino acechándolo, jugando nuevamente, Tweek se rio al notar que iba a lanzarse contra él.
–Craig, no– dijo entre risas divertidas y nerviosas, pero los iris de su compañero estaban bien dilatados, se impulso hasta quedar sobre el rubio y suspirar cerca de el, olfateando su cabello, el chico pecoso rio ante las cosquillas que esto le producía.
–Bien... Yo te lo adverti– dijo comenzando a mover sus dedos en las costillas y axilas del pelinegro, que ante la sensación se separo y quedo recostado en el sofá, sumiso ante la trampa de Tweek, un sonido de "hiss" salio de su boca, provocando la carcajada de Tweek y haciendo que lo dejara en paz.
–Esta bien, esta bien, solo que conste... Tu empezaste, no fue culpa mía – dijo el rubio sentandose en la posición del loto sobre el sofá, Craig se acerco y recargo su cabeza en las piernas de Tweek.
El rubio acaricio su cabeza suavemente.
–¿Hiciste algo interesante anoche?– pregunto el rubio curioso, Craig negó mientras frotaba su mejilla contra la pierna de su amigo.
–Hummm... Yo quería darte el conejo como sorpresa, lo arruinaste ¿sabes? Ultimamente sales mucho conmigo cuando se supone debes estar dormido... ¿Esta pasandote algo?–
El pelinegro pareció no querer enfrentar esa pregunta, pero Tweek no se rendiría tan fácilmente.
–¿Hay algo que no estas diciendome? ¿Algun peligro o algo asi?–
Craig lo miro con atención pero se mantuvo inmóvil mientras Tweek seguía hablando.
–No sueles ser así, digo, haz estado algo distante y luego estas muy cercano, no entiendo, tu efusividad me confunde amigo–
El pelinegro se levantó de su lugar y fue a su habitación sin emitir sonido alguno, Tweek se quedo sorprendido.
Craig adoraba estar junto a él en el sofá... Jamás se había retirado de esa manera.
Sin pensarlo mucho, Tweek lo siguió silenciosamente.
Esta vez siendo el quien le acechaba.
Miro a Craig sentado en su cama sin emitir ningun ruido.
Sin advertencia se lanzo hacia él, dejando al pelinegro con expresión neutral, si los ataques de Craig para Tweek eran algo intimidantes pero inofensivos, en caso contrario el pelinegro solo encontraba los ataques de Tweek como un juego suave de bebés.
Encima de Craig, sujetando sus manos, Tweek lo miro sonriente, dejando ver un diminuto espacio entre sus dientes.
–No huyas cobarde– dijo el rubio divertido.
Craig abrio los ojos ya más sorprendido y se saco al rubio de encima con rapidez, haciéndolo caer al suelo sin consideración, pudo oir como se quejaba pero intento no mirarlo mientras sentia una extraña corriente eléctrica que no le agradaba en absoluto.
Ya no era como cuando eran pequeños, donde los juegos y cacerias mutuas eran divertidos, donde podia pasar horas recostado en el regazo de Tweek hasta quedarse dormido.
Ahora sentía eso en su estómago, esa extraña tensión, ese ardor en el rostro y el nudo calido subiéndole desde el estómago al pecho cada vez que Tweek se le acercaba demasiado o cuando estaba uno sobre el otro.
El rubio solo rio en el piso mientras miraba a Craig con curiosidad.
–¡Ya se! Ire por pizza, te gusta la pizza ¿No? Eso te animara–
El rubio salio sin tomar demasiado enserio lo que ocurría con Craig.
El pelinegro lo miro salir de la casa desde la ventana.
Últimamente quería seguirlo a todos lados, sabía que cuando Tweek cargaba esa ruidosa arma no corría ningún peligro por la maestria con la que la manejaba, sin embargo...
Le gustaba verlo.
Solo verlo, caminando, cazando, jugando en las hojas secas del bosque.
Helen miro a Craig pensativo y se acerco a el, acariciando detras de su oreja, caricia que era característica de su madre adoptiva, pues solo ella tenia este gesto para que Craig supiera que era ella cuando llegaba por sorpresa.
–Hola cariño– dijo en voz baja, en un susurro.
Helen se habia encargado de informarse sobre todo acerca de Craig y su especie, desde que habia llegado a su hogar era un misterio, uno que ella habia querido proteger y del que quería saber todo lo que pudiera.
Había leido cada libro sobre los anubis que había en la biblioteca con la excusa de querer ahuyentarlos de la funeraria.
Así se había enterado de muchas características de Craig.
Su aversión por ciertos vegetales y frutos, su rechazo instintivo a espacios demasiado despejados, su sensibilidad al calor y la manera de cuidar su salud.
La opcion de alimentarle con carne de otros animales e incluso, experimentando, comprobó que Craig podia comer comida humana sin problemas y disfrutarla, aunque no fuera lo más sano para él.
El pelinegro miro a la mujer con ojos confundidos, angustiado, Helen le sonrio maternal y reviso sus colmillos mientras le hablaba.
–Parece que no queda nada para que mudes estos pequeños ¿cierto? Te estas haciendo un chico grande– dijo para apretar su mejilla después, Craig no pudo evitar ronrronear gustoso ante la caricia.
–¿Te sientes diferente? Pareces incomodo cariño...–
Craig asintió con resignación, esperando que su madre tuviera alguna respuesta.
–Vamos... Quiero enseñarte algo– explico Helen comenzando a caminar al estudio de la casa, Craig la siguio obedientemente.
Llegaron a un estante, donde se encontraban varios libros.
Helen había escondido aquellos documentos en su casa para que nadie más pudiera acceder a ellos ni informarse al respecto, además, increíblemente para ella, nadie habia notado su ausencia.
Al ser un tema bastante tabú, probablemente nadie los pediría.
–Puedes leerlos siempre que quieras... Quizas no tengan todas las respuestas, pero te seran de ayuda–
El pelinegro hojeo aquellos documentos, curioso por su contenido.
–Puedes llevarlo a tu habitación si quieres cariño, si tienes alguna duda ven conmigo, interare aclararla como me sea posible –
Craig miro con infinito amor a su madre y se retiro abrazando el libro.
Helen lo miró con una sonrisa triste...
–Crecen muy rápido... Mis niños...–-
En el pueblo la gente parecia conmocionada, Tweek solo habia ido por la pizza, pero podia escuchar la conversación de dos policías fuera del establecimiento.
–Estan acercandose cada vez más al pueblo y no entiendo el porque, pero ya van dos desaparecidos y apenas es lunes–
–Odio esos carroñeros de mierda, tendremos que patearles el trasero y devolverlos a los cementerios y cuevas–
–Me temo que es un poco más difícil que eso...–
–¿Que? ¿Por que lo seria?–
–Vienen en grupos grandes... No creo que siquiera se den abasto con el pueblo... Esperemos que piensen lo mismo y sigan de largo...–
–¿Hablas en serio? Por favor ¡Los hemos enfrentado antes! Solo son...–
–¿Animales? Comienzo a dudarlo ¿Supiste lo de Denver?–
–...–
–Le tendieron una emboscada a todo el cuerpo policial y asesinaron a mas de la mitad... Sin una sola baja... Un animal no tiene estrategias ni piensa cuidadosamente un plan... Algo anda mal y no estoy seguro de querer quedarme a averiguar que es–
Tweek escuchaba atentamente hasta que la empleada lo llamo por su pedido.
Salio de ahí de manera casual, lo mas que pudo por lo menos.
Todas las personas del pueblo le miraban con curiosidad, todos sabían de los Tweak y los consideraban personas algo sombrias ante su negocio, ver al pequeño hijo de los Tweak en el pueblo casi cada día era una ventana a la realidad de aquellas personas.
Stan se acerco a él, oliendo la caja en sus manos.
–Hey amigo... Que tenemos por aqui– dijo intentando abrir la caja, Tweek lo empujo firmemente con su hombro.
–¡Aparta! Es para mis padres y para mi –
–Oh vamos, solo un trozo– dijo el pelinegro divertido, rodeando como podia a Tweek para quitarle la preciada carga.
El rubio se rio ante los juegos de Stan, lo aparto rápidamente y continuó caminando, alejandose de él.
–¡Pudrete Marsh!... ¡Hasta el viernes!–
–¡Hasta el viernes erizo asustadizo!–
El rubio volvio a su hogar, caminando en silencio, percibiendolo cada vez más mientras se alejaba del ruidoso pueblo.
Sentía miradas sobre él en aquel solitario sendero.
Sentía una asfixiante presencia cerca de él que le ponia los pelos de punta.
Aceleró el paso discretamente hasta que por fin se encontro en su hogar.
Craig bajo las escaleras rápidamente en cuanto lo escucho llegar.
Se sujetó de su cazadora mientras el rubio llevaba la caja a la cocina.
–Apuesto a que mueres de hambre Craig, ven, comamos algo ahora que sigue caliente–
Helen miró con una sonrisa a sus dos chicos, Tweek conversando sin parar y Craig asintiendo y negando según fuese el caso.
Sintió una extraña sensación repentinamente, volteo desconertada a la ventana esperando ver algo.
Pero no habia nada ahí.-
Hola chicos!
Sorpresa!
Si todo sale de acuerdo al plan, habra actualización cada semana, los domingos a las 7:00 p.m. (Horario México)
Espero lo disfruten mucho.
Cuentenme, que opinan de Craig, de Tweek y todo este asunto :3
Hasta la proxima x3
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Anubis
FanfictionUn visitante inesperado hace que su vida se torne en un negro azabache, tan negro como la obsidiana, tan negro como sus ojos expectantes... Con un pasado oscuro como la noche que lo ampara, con una profunda necesidad de proteger aquella criatura com...