Era un día soleado, un sábado en todo su esplendor. Se supone que tal día como hoy las personas deben salir con amigos, divertirse entre otras cosas, pero tal día como un sábado no era algo de lo que Alex se alegrara.
Se miro en el espejo taciturna. Tenía la mirada de un asesino serial y unas ojeras que demostraban lo poco que había dormido. No estaba de humor, al contrario, ella podía matar a todos ahí mismo y la verdad es que le valdría mierda.
Suspiro y se recordó que no podía hacer semejantes cosas a menos que quisiera pasar su vida en prisión, luego decidió lavarse la cara para despejarse y se fue a vestir.
Algo cómodo, jeans rotos, tenís viejos y sucios, una camiseta sin mangas y encima de esto una camiseta manga larga de cuadros. Recogió su cabello y paso a esconderlo dentro su gorra favorita, el último regalo de su padre.
Bajo las escaleras, bostezo en el trayecto de su cuarto a la cocina, quería desayunar algo antes de partir, pero el poco apetito que tenía se arruinó con una sola voz y una sola frase.
—Buenos días, Alex— Saludo Max.
Ella le hecho una ojeada al tipo. Si, médico cirujano reconocido y todo pero le seguía cayendo como una patada en sus huevos internos, por suerte el sentimiento era mutuo.
Ella lo ignoro. Se dio media vuelta y camino con sus manos en los bolsillos directo a las afueras de la casa. Supuso que sería otro día que aguantaría hambre hasta las altas horas de la noche y todo gracias a su puto orgullo.
Alex y Max tuvieron una situación tensa desde el inicio, pero como ella diría "no lo odió, pero si un auto lo atropellara seguramente yo conduciría" en pocas palabras lo odiaba a morir. Lo odiaba desde que lo conoció y podía detectarse sólo con una de sus miradas.
Algunos pensaron en un inicio que se trataban de celos, pues Max era el novio de su madre, pero no, no eran celos. La vida amorosa de sus padres le tenía sin cuidado, así como todo referente a ellos y seguramente Max estaría en la lista de "paso de tu jodido culo" si no fuese por que el era un completo hijo de puta en términos mayores.
Y al decir hijo de puta, me refería a que era la clase de hombre que le gustaba recalcar la carencia de empatía de Alex, las cosas que había hecho en el pasado y el que era una "loca" por ir a un psiquiatra.
En pocas palabras, para Alex era un hijo de puta en potencia, pero ella se entretenía matándolo de pensamiento y acuchillando envases de jugo vacíos después de ponerles su foto. Era fantástico para aliviar su enojo y también su estrés gracias a la escuela.
—¡Delegada!.— Grito Adrian, seguido de junie, su novia.
Alex se armo de paciencia y se repitió que ahora faltaba menos, que dentro de dos años y medio no tendría que seguir viéndolos.
Otro semestre, unos seis largos meses en parasistema le esperaban a partir de esa mañana de sábado y lo más triste de todo es que casi no pudo gozar de su tiempo libre.
—Cállate de una vez.— Gruño por lo bajó.— Y ya no soy delegada y espero que este semestre no tenga que sufrir semejante infierno.
—¡Pero si te gusta!.— Exclamo el Moreno y era cierto, aunque no lo admitiera era divertido tener el título de "delegada de la clase".— ¡No seas tan hipócrita! Además tu misma te ofreciste los dos periodos anteriores.
—¿Qué opción tenía?.— Miro a otro lado.— Todos los miembros del salón son demasiado estúpidos e irresponsables como para tomar el cargo. Si no fuera por mi, todo sería un caos.
—Ella tiene razón.— Le murmuro Junie a su novio.—Me pregunto que clase de compañeros tendremos este semestre.
Alex la miro de soslayo. La verdad es que no le importaba tal cosa. Ella sería feliz de no tener que ver la asquerosa cara de Martín Terán durante seis meses más, pero algo como eso ya era pedir mucho.
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•Save Me•
FanfictionRemington Leith es un estudiante destacado que ha decidido tomar el camino de la psiquiatría, pero debido a sus dudas y sus ahora bajas calificaciones tendrá que rendirle cuentas a su mentor y buen amigo, el psiquiatra Tom Roberts. Este hombre le pr...