Capitulo 8

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—¿Y como esta resultando todo?.— Pregunto el doctor Roberts.

—Ella está muy emocionada con la obra de teatro. ¿Sabe? Estuve leyendo algunas cosas que escribe. Ella tiene talento, pero no es sólo eso.. Gran parte de lo que escribe refleja su verdadera personalidad.

—Eso suena interesante. Quisiera leer una de sus historias también.— El doctor tomó asiento frente a Remington.—¿Sabes? Me siento bastante feliz. Desde que llegaste Alex ha demostrado una mejoría increíble.

—Yo no he hecho nada del otro mundo, doctor.. — Remington sonrio.— Al contrario. Ella ha hecho mucho en mi. Creo que ambos estamos mejorando para mejor. Ahora siento que en un futuro podré ser un buen médico.

—Y lo serás. Eso no lo dudes nunca.— Le ánimo el doctor.

—Yoo...— Remington froto sus manos nervioso.— Quiero terminar con Ana. Lo he estado pensando y es injusto para todos nosotros. Yo ya no quiero a Ana como antes y mis sentimientos por alex cada vez son las intensos.. No tiene idea de lo mucho que me controlo cuando estoy cerca de ella. Hay veces en las que sólo desearía besarla... Abrazarla.. Y saber que no puedo es tan frustrante.

—Pienso que estas tomando la decisión correcta.— Tom sonrio.— ¿Piensas confesarte?

—Si.— Dijo serio.— Después de la obra terminare con Ana. Ya es definitivo, y después de eso la invitare a salir y me confesare. Quiero que sea especial ese día. Ella se lo merece.

—Esa es la actitud, muchacho.

                      (. . .)

—No puedo más... Voy a morir...— Se quejó Adrián.

Sólo faltaba una hora de clases para que fuera el deseado momento del almuerzo. Todos estaban agotados gracias a las exposiciones y exámenes que tenían que enfrentar ese día.

—Ahora sigue matemáticas.— Martín fingió sollozar e hizo una mueca de dolor.

—Ay, no... Más cuentos sobre los cultivos del profesor leonhart.— Se quejó María y se unió a Martín en los sollozos falsos.

—Oigan..— Adrián miro al grupo.— ¿Y si nos saltamos la última clase?

—Mala idea.— Intervino Alex.— Sabes que ese viejo siempre nos tiene bien vigilados y nos busca antes de que sea la hora... No tendremos escapatoria.

—¿Quien dice que no?.— Sonrió el Moreno.—¡Vamos a escaparnos!

Todos no tardaron en decir que si. Alex al ver que todos irían decidió acompañarlos, no quería aguantarse la clase del profesor Leonhart.

Todo parecía un asunto de misión imposible. Los muchachos iban a hurtadillas por el segundo piso del edificio. Un semi muro los cubría mientras que también evitaba que todos cayeran directo a la primera planta. Adrián como siempre iba a la cabecilla del grupo mientras que todos gateaban uno tras otro evitando ser vistos por el profesor que estaba ya en el piso inferior buscando los como un loco.

—Mierda.— Mascullo el Moreno.— Bola de grasa a las tres cuarenta.— Dijo mientras que se asomaba por encima del muro para ver por donde estaba el profesor. Se alarmo cuando lo perdió de vista.

Martín que iba de último abrió sus ojos desmeritadamente cuando vio la cabeza canosa y calva del profesor asomarse por las escaleras justo detrás de ellos. Iba subiendo las escaleras.

—¡El viejo está subiendo!— Susurro lo suficientemente alto para que todos escucharon

—¡Todos a correr!.— Dijo Alex

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