Capítulo 1: Usuario "Aaron de Sade"

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Palabra de Nuestra Señora. Segunda Señal: encomienda a mi seno la ternura del corazón puro, ofrécemelo en sacrificio y tendrás mi bendición.

Una calurosa tarde de verano en la Zona Norte de la ciudad de Fernando de la Mora daba paso a una noche que iría nublándose con el correr de las horas. Esa tarde de domingo era perfecta para pasarla en una piscina con amigos pero Sheila vivía lejos de cualquier pileta.

Una notificación apareció en el celular de Sheila mientras ésta se duchaba, era de su cuenta de Wattpad que le notificaba una nueva actualización de la historia "Amores y Despedidas", del usuario "Aaron de Sade". Sheila terminaba de lavarse todo el cuerpo y, con las manos pasadas previamente por la toalla, encuentra dicha notificación.

Una sonrisa se dibuja en sus mejillas sonrrosadas mientras se hace la cola con su goma de agogó y el teléfono encima del lavamanos, mientras éste reflejaba sus ojos negros dulces y rostro redondeado.

Una nueva historia había sido publicada en su antología de romance favorita, titulada "La historia de Elianne". La leyó de un tirón y se le escapó una lágrima al terminar aquel relato de amor fugaz que no podía ser. Sheila no dudó en dejarle su estrellita y un comentario:

"Sé que digo ésto muy a menudo, ¿pero sabes que amo tu historia a cada capítulo que sale?"

Aaron no haría esperar su respuesta ante una seguidora tan entusiasta. Tecleando ágilmente responde al mismo comentario: "No me canso de leer tus comentarios, son mi principal motivación para seguir con ésta obra". No tardó en escribirle por mensaje privado a Sheila, proporcionándole su número de WhatsApp para poder tener conversaciones con más confianza, ya sea de su obra o de otros asuntos.

Sheila salió del baño con una sonrisa entusiasta, sonrisa que su hermano Juan Carlos, o "Juanca" para sus amigos, no tardó en advertir. Su grande y rechoncho cuerpo obstaculizaba el paso de Sheila, él solo quería darse una ducha pues hacía calor.

-Y... ¿Se puede saber a qué viene esa alegría? -Dijo con su toalla al hombro mientras esperaba su turno para ducharse él.
-No sé para qué querés saber -respondió ella con insolencia.
-Ya veo. Para alguien que salta de una relación tóxica a otra, que alguien demuestre algo de preocupación por vos es algo que agradecer al menos.

Juanca salió del camino de Sheila e ingresó al baño a darse él una buena ducha con la toalla al hombro y su ropa limpia en mano.

Bajo la ducha refunfuñaba Juanca sobre la costumbre de su hermana menor de meterse en puras relaciones tóxicas con los peores del colegio, que luego la veían volver a casa con la cara roja con una impronta de mano o con hematomas en algún brazo. Se repetía a sí mismo una y otra vez que se lo había advertido, que esos chicos no eran trigo limpio y no lo escuchaba.

Salió de la regadera diciéndose que ya no debía preocuparse de ella, que era inútil tratar de cuidarla pues siempre era la misma historia con ella.

En aquella amplia habitación en la que Aaron yacía solo a la luz de un único velador, en un sommier que lo hacía ver más menudo de lo que era, haciendo una videollamada a su madre quien se encontraba en un viaje de negocios.

-Hola mamá, ¿qué tal todo ahí en Brasil?
-Está todo en orden, corazon -contestó sonriente ella. ¿Qué tal todo ahí? ¿No te sientes algo solo?
-Bueno, la verdad es que sí he estado muy solito acá. ¿Cuándo volvés?
-Mañana a la tardecita o a la noche. Mi vuelo de Sao Paulo sale al mediodía.
-Te voy a estar esperando, má. Me duermo ya antes de que se haga más tarde -se despidió Aaron dándole un beso a la pantalla.
-Nos vemos cielito. ¡Descansa! ¡Besos!
-Ah, eso que llevas puesto se te ve muy bien, má.
-Gracias corazón. Mañana te lo muestro si quieres.

El Caso Fleischmann: Las 11 OfrendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora