Acepto *[SeXing]

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Al inicio de mi vida, creí que mi madre me amaría aun cuando vivíamos en la pobreza, en la marginación y sin una figura paterna para mí. Ella actuaba normal en mis primeros años, repitiendo semanalmente que mi padre trabajaba muchísimo para darnos de comer aunque jamás había visto a tal hombre, solo conociéndolo en una foto vieja que mamá me mostraba.

Al inicio, claro que preguntaba por mi padre como todo niño y creía en lo que mi madre me decía acerca de su ausencia pero cuando paso el tiempo, me di cuenta que tal persona, o no era mi padre y mamá lo usaba para intentar darme una figura paterna o nos había abandonado.

Empecé a creer que mi madre tenía algo mal cuando ya no solo dijo semanalmente que el hombre de la foto trabajaba duro y que vendría a vernos con regalos un día, sino que lo decía diariamente y conforme más tiempo pasaba, lo repitió varias veces al día.

"Tu padre es un hombre muy ocupado ¿sabías? Logro conseguir el puesto donde esta gracias a su trabajo duro"

"Tu padre te quiere mucho, bebé, aunque no lo veas"

"Tu padre no quiere que nadie nos moleste y por eso vivimos aquí"

"No te preocupes, hijo, un día tu padre nos va a sacar de aquí y viviremos en lo alto de Seúl"

Era lo que más repetía, mirando un punto al que aprendí a ignorar, porque aparte de que no había nada, era mentira.

No había televisión en la casa donde vivíamos así que no pude saber que el hombre de la fotografía era un hombre tan poderoso y que realmente era mi padre. El barrio era tan pobre e indeseable que tampoco podía escuchar la radio o alguna televisión de algún vecino. Estábamos tan incomunicados con todo que cuando empezó a ponerse violenta, no tuve a quien recurrir.

Parece que ella también se cansó de ilusionarse con las promesas de un hombre que la uso para engendrar un hijo de repuesto.

"Los ojos tan dorados que tienes, le encantaron a tu padre. Es su color favorito"

Saberlo por primera vez me agrado pero no cuando ella los uso como excusa perfecta para lastimarme, culpándome por el abandono del hombre que decía amar.

Con el tiempo, me forcé a dejar de pensar en el hombre que me había abandonado con alguien como mi madre, aunque a veces recaía y pedía por alguien que me salvara.

Un niño no debería temer de su madre, de sus golpes y su desprecio.

Un niño tampoco debería tener que buscar escondites para esquivar los cinturones en la espalda o esperar a que su madre cayera dormida para buscar un poco de las sobras que había para comer.

No creo que un niño deba pensar que debe escapar de casa porque no es segura.

No creo que estuviera bien pero ¿Quién iba a decirme eso? Le temía a la mujer que dijo amarme, y esperaba su descuido para robar dinero de su bolso y escapar.

No espere que en su último ataque de ira contra mí, intentara sacarme los ojos con un picahielos. Tampoco espere que el hombre de la fotografía viniera por su hijo de reemplazo.