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— ¿Por qué venimos aquí? —pregunto Lay mirando los diferentes y pequeños espacios donde reposaban las cenizas de muchas personas.

—Dije que aún tenía una espina para ti y venimos a que la cures. —SeHun lucia extrañamente melancólico y agotado. —Vengo cuando peleo con mi padre y vine cuando lastime a Baek.

El azabache guardo silencio, no recordaba que le hubiera mencionado a una persona especial fallecida.

Cuando llegaron a un espacio en especial, el de ojos amatistas sintió su corazón encogerse cuando SeHun saludo.

—Hola, hyung, traigo a la persona de la que te hable. —el rubio acomodo el nuevo ramo de flores, retirando las viejas. —Este es Lay. Lay, él es mi hermano MinSeok.

— ¿Hermano?

La mirada de SeHun se oscureció. —MinSeok era mi hermano mayor por diez años. Era increíble y el mejor hermano que pudieras tener pero... mi padre lo llevo más allá del límite, presionándolo y obligándolo a ser perfecto. —Lay lo abrazo por la espalda, mirándolo aguantar sus lagrimas. —MinSeok estaba tan presionado que no podía dormir sin medicinas, le dolía todo el tiempo la cabeza, lloraba de frustración cuando padre lo regañaba e incluso desarrollo fobia social por su culpa.

— ¿Qué le... sucedió?

—Hace siete años, padre tuvo una pelea muy fuerte con hyung porque ya no quería seguir ni en la empresa ni en la casa y quería llevarme con él pero, madre también lo presiono y él...se cansó.

El menor se tensó, intuyendo a donde iba el tema. — ¿Él...?

—Mi hermano tomo todo su frasco de pastillas y se encerró. Padre y madre se encargaron de mantenerme fuera hasta que padre me noqueo, porque no dejaba de gritar. —SeHun se aferró al abrazo de Lay, sintiéndose abrumado por el peso de los recuerdos. —Cuando desperté, había sido tarde y MinSeok tuvo una sobredosis que no pudieron controlar.

—Lo siento, SeHun... no tengo palabras suficientes para lamentarlo. —Lay lo dejo llorar hasta que sintió que su dolor, que ahora también era suyo, lo dejaba respirar.

Estuvieron un largo rato conversando de diversas vivencias del hermano de SeHun y como a pesar de que SeHun no toleraba la suciedad, no sabía planchar ni lavar la ropa ya que creció acostumbrado a los lujos aún más que Lay.


Encontrarse en aquella reunión se volvió una celebración para ellos.


Ambos eran muy diferentes, con problemas y todo, SeHun era atrevido e intimidante pero leal y fiel a sus objetivos, Lay era seco y antisocial pero aun estaba lleno de miedo y a diferencia de SeHun, seguía lidiando con el.


Con el pasar de los días, las semanas e incluso los primeros meses juntos, ambos encontraron agradable y reconfortante la compañía del otro, un compañero que no buscaron y que en un inicio solo se pensaron como una salida.


Sus reglas, que se pusieron con el objetivo de alejar al otro, volvieron a escribirse.


Para Lay, que ya le había contado todo de su familia a SeHun, no había problema con que le diera su espacio, con que le levantara la voz o con lo de ser muy felices en la calle, solo que seguía sin poder soportar que tocara sus ojos.

SeHun seguía queriendo todo limpio pero poco a poco bajaba la intensidad, dejaba que Lay tocara sus cosas, ya no entraba al gimnasio para golpear por rabia ni tampoco entraba sin camisa aunque solía quitársela para provocar a Lay y con frecuencia le contaba de su hermano.

Acepto *[SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora