7

6K 671 102
                                    

— ¿Cómo se siente hoy señor Potter? —Preguntó Wainscoot con su voz aguda y sus ojos muy abiertos.

— Eh. Bien, creo ¿Cómo esta usted? Se ve algo exaltada—decía dudoso.

—Oh, muy muy bien, ¡es solo que necesito respuestas!   Hay muchas cosas que no puedo entender señor Potter, cómo si usted esta realmente bien o no, pues esa poción esta actuando de manera defectuosa, es obvio por su fallida composición sin embargo, eso hace que su condición sea más preocupante, ya de por si la original es un problema. Necesito que me digas todo lo que sientes, Harry ¿Ha cambiado algo entre antes y después de la poción?

  — Bueno... Esto es muy vergonzoso, sabe bien que la poción me afectó y me afecta con Malfoy, siento grandes y fuertes latidos en mi pecho, cuando lo veo corre tan rápido que es doloroso, pero cuando no estoy cerca de él... Cuando eso ocurre es peor aun ¿Sabe? Siento como si cada latido drenara cada gota de sangre que esta en su interior, apretándose y retorciéndose de dolor, y me dan ganas de llorar, no solo por el dolor si no que también por el sentimiento de soledad que me provoca... Esto ultimo ya lo sentía, pero no era tan doloroso, es como si me faltara algo que tuve, aunque sé que no es así.

La enfermera solo se froto su mentón y lo miro con cara de saber algo, pero dudaba de su propia hipótesis, acerco su varita y la fluoretio  en ondas estridentes y desequilibradas dando vuelta como bailarina, ese era un hechizo que nunca había visto, si es que en verdad era uno, uno bastante ridículo que acabó con la varita en su entrecejo, sus ojos en blanco por un segundo y un agudo dolor de cabeza, la imagen de su cerebro se proyecto delante de sus ojos mostrando zonas de distintos colores, pero una pequeña, muy pequeña parte estaba de un color más brillante e intenso que los demás, mientras las otras zonas eran de color pastel, algunas bañadas de brillantes, esta era de un rojo dañino para los ojos, del tamaño de  un maní si es que tenia suerte.

  —  Éste, Harry, es tu cerebro, es maravilloso y muy revelador, para alguien que sabe interpretarlo, mi especialidad por cierto, puede hablar de tu vida y de todo.

  — ¿Ah, sí? Y... ¿Que dice? —pregunto dudoso y con sus ojitos brillantes de curiosidad posados en la mujer que lucia como su querida maestra loca en medio de una de sus predicciones de muerte.

— Dice que tu sientes algo por Malfoy, muy fuerte, que lo amas— Harry soltó un chillido agudo que nada tenia que ver con su ser de siempre—  Bueno, no, eso me lo dijeron las pruebas de sangre, aunque no estoy muy segura, quizás solo estabas muy emocionado con la materia, pero eso es aun más dudoso, o algo así que te encante, como un buen chocolate, pero esto si me dice algo, me dice muchas cosas. Me dice que tu infancia fue dura, que no tuviste buenas relaciones, aquí, esta cosita pequeña se llama amígdala,  esta encargada de los sentimientos, Harry, es más pequeña de lo habitual, eso quiere decir que no recibiste mucho cariño, que quizás no tuviste amigos hasta llegar acá, no es TAN pequeña como para que no hayas tenido cariño hasta hoy, pero tan poco es del porte que debería, así que yo creo que no sabes, tu cuerpo tampoco, como reaccionar a estos sentimientos. Por eso tu cuerpo esta todo loco, tampoco lo puedo dejar así, tu corazón sigue muy débil, y tu cerebro va a querer producir mucha noradrenalina, para el estrés, si es muy doloroso así que iremos por lo más seguro. ¡TE HARÉ UNA RECETA MEDICA! —gritó mientras atraía su pluma y su papel— Te prescribo una dosis de Malfoy por cuatro horas diarias o más—rajó el papel y se lo extendió creando una copia a la vez que dejaba el sello mágico en medio y salía volando—ya se le notificó a su jefe de casa.


Estaba nervioso como nunca antes, ni frente al dragón se sintió así, ni frente al mismo Voldemort, por eso ahora caminaba todo rojo por los pasillos, encorvado e intentando no sacar la mirada de enfrente pero fallando estrepitosamente al igual que sus lentes que intentaban mantenerse en su rostro y dejar de resbalarse por su nariz.

Las mazmorras estaban frías pero todo su cuerpo estaba cálido a excepción de la puntita de su nariz que estaba más roja que su cara, subió su rostro por un segundo y entre la maraña de pelo que lo estaba cubriendo pudo verlo recargado en el marco de piedra, a Draco, su Draco. Sus pasos se hicieron más rápidos para ganar la guerra en la que eran aliados de su corazón, pero su mente y sus manos estaban buscando recordar como aparecerse en otro lado, agitando fuerte en movimientos pequeño para no parecer que lo hayan hecho, y aun así llego hasta él.

Cuando el menor de los Malfoy lo vio sus ojos brillaron opacos en reconocimiento, entraron a la sala bajo el extraño sentimiento de incredulidad y extrañeza de Potter, pensó que iba a suceder algo más, tal vez no un beso o una declaración con una hermosa canción, pero si que le gritaría y hechizaría.

La mitad de la clase estuvo pendiente de como su corazón latía al ritmo de la vie in rose, no como antes que era como una trombalada de instrumentos al azar, eso lo tenia bastante calmado, como si fuera un gatito frente a una chimenea luego de haber bebido mucha leche, sintió como rosaban su meñique y miro hacia el lado encontrándose con unos ojos grises que trataban de llamarle la atención, de un momento se desviaron y el siguió el mismo camino que ellos habían tomado directo a sus manos, movió su meñique un par de veces para deslizar un papel por debajo de su palma, escrito con una hermosa e imponente caligrafía.

"Que te quede claro que me ofrecieron una muy buena recompensa por esto, llevare a mi casa directo a la victoria. Déjame preguntarte como es que se te ocurre hacer que la enfermera haga algo como esto, Potter, eres repugnante."

Quizás esto no fue tan buena idea después de todo o su corazón no se sentiría como si se desgarrara y su estomago no intentaría botar todo... 

Poción fallida (Harry x Draco )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora