Capítulo 6.-Ares.

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Al pasar una semana desde mi primer día de clases ya conocía el camino hacia el colegio por lo que podía ir tranquilamente caminando, lo que hice ese lunes. Todos los días anteriores en la escuela fueron iguales: entrabamos, nos sentábamos en nuestros asientos, teníamos clases, hablaba con los chicos, conseguía tener un par de vistazos de Afrodita, a veces ella se encontraba con ese chico morocho, otras veces con algún cliente y a veces sola junto con algún libro. Me di cuenta que siempre llevaba un libro distinto pero la mayoría parecía de amor por el estilo de la portada, aunque no me dejo llevar mucho por eso porque una vez leí en una parte que no hay que juzgar un libro por su portada. 

Con los chicos: Esteban, José y Franco, me llevo bastante bien. Son bastante divertidos, siempre andan haciendo chistes y les gusta burlarse de todo lo que vean aunque por suerte esta Franco que es el que los para y no hagan un papelón de ellos mismos. Con los demás compañeros hasta ahora no hable nada pero espero poder llegar a ser amigos de la mayoría o por lo menos llevarme bien. 

Con mis amigos de España no pude hablar por ahora pero espero poder hablar este fin de semana, no quiero que piensen que los olvide, aunque sean unos imbéciles la mayoría del tiempo, son unos grandes amigos que siempre estuvieron ahí y no quiero que se olviden de la amistad que tuvimos desde pequeños. 

Lo que más extraño de España es el cementerio, aunque suene raro. Ahí está mi madre y no puedo dejar de pensar que algún día voy a estar triste y la voy a necesitar, voy a necesitar hablar con ella. Pero la única manera de hacerlo está a través de un océano. Cuando estaba en mi país me sentía, de alguna manera, seguro, protegido y amado por mi madre, porque sentía que aunque no me podía escuchar ni hablar siempre estaría ahí en el cementerio esperándome. Suena loco pero así es como me siento. 

Con respecto a Afrodita no hay mucho que decir. Mis amigos trataron de decirme todo lo que sabían pero siempre era lo mismo: ella no creía en el amor, nunca tuvo novio, aparentemente su mejor amigo es el chico morocho que está en sexto, ayudaba a las parejas para que se mantengan juntas, daba consejos a cambio de algún dinero y leía millones de libros. Al parecer eso es lo único que sabían por rumores ya que nunca hablaron con ella además de algunas veces donde pidieron consejos. Pero, a pesar de no saber ni siquiera su nombre verdadero nombre, algo me hacía querer conocer todo sobre ella y estar cerca.

La relación con mi padre iba bien, no quería decir excelente porque casi nunca lo veía, estaba siempre trabajando y no podíamos hablar mucho por lo que, cuando hablábamos estábamos bien...o eso creo. 

Llego a la escuela justo cuando suena el timbre por lo que me apuro para no llegar tarde, entro en el salón rápidamente, por suerte no esta el profesor por lo que me siento al lado de Franco y alcanzo a saludarlo con la cabeza antes de que el profesor de Literatura entre al salón. 

-Buenos días, a todos.-dice Alejandro a lo que un coro de murmullos le responden.-Bien, eh conseguido el permiso y vamos a hacer una obra de teatro.-chillidos de felicidad por parte de las chicas de escucha en el salón y gruñidos de molestia por parte de algunos chicos.-Así que hoy empezaremos, quiero que agarren una silla cada uno y vayamos todos juntos al patio para ponernos a trabajar. 

Todos nos levantamos al igual que el profesor, agarrando una silla vamos con cuidado afuera donde se encuentra un gran patio donde la mayoría pasan los recreos ahí. Junto con Franco vamos atrás de todo por lo que cuando llegamos vemos que están sentados en circulo, rápidamente vamos hacia donde están los otros chicos y nos sentamos al lado de ellos. Miró alrededor de la enorme ronda que formamos y veo que hay otros chicos y chicas que no son de nuestro curso. Paseo mi mirada un poco más hasta que encuentro mi objetivo: Afrodita. Hoy está vestida con unos jeans oscuros, una buzo rojo oscuro y unas zapatillas negras, como el clima esta cambiando todos tuvimos que abrigarnos un poco más. Al lado de ella esta sentado el chico morocho, mirándola con una sonrisa mientras la escucha hablar. 

Yo soy AfroditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora