Actualidad.
Ainara.
—¿Estás bien? —fue lo primero que le pregunté a mi madre cuando llegamos al coche.
Fue una pregunta de lo más absurda. Claro que no estaba bien. Acababa de ver al amor de su vida y este la había tratado con total indiferencia.
Los minutos que estuvieron a solas Nora y mi madre se me hicieron interminables.
Cuando mi madre volvió a la mesa intentó disimular, pero yo sabía que no había ido bien.
Durante la cena, pude notar la confianza que Nora y Danielle se tenían confirmándome lo que sospeché cuando las vi aparecer horas atrás al final de la graduación. Se habían visto...Antea me iba a escuchar en cuanto estuviésemos a solas...
El resto de la cena fue bien, dentro de lo incómoda que podía haber sido. Todo el mundo actuó como si nada pasara, y aunque la indiferencia de Nora era dolorosa para mi madre, era lo mejor.
—¿Qué te ha dicho? —Le pregunté cuando su llanto se calmó.
—Que debemos de dejarlo todo en el pasado...yo apenas he podido contestarle. Dios...soy penosa.
—Mamá es normal, pero al menos quiere llevarse bien, es un paso adelante —ella me intentó sonreír, pero sus ojos estaban cargados de tristeza.
Había quedado con Antea en que me recogería para salir con Fer y las chicas a celebrarlo, pero no sabía si dejar a mi madre sola en ese estado sería buena idea.
—Ve y cámbiate —me madre pareció leerme la mente.
—Pero...—yo intenté reclamar, pero ella me cortó.
—Pero nada, Ainara...Estaré bien, no voy a dejar de luchar—la decisión que vi en sus ojos me hizo abrazarla. Esa era mi madre.
—Te quiero.
—Y yo a ti, ve a cambiarte y disfruta de tu noche— Me dio un golpecito en el trasero y me sonrió mientras se limpiaba las lágrimas —Antea estará aquí pronto.
Suspiré.
Antea...me iba a escuchar...
Cambié mi vestido por otro que había comprado para la ocasión y retoqué mi maquillaje.
Tal y como había dicho mi madre, Antea llegó unos minutos después. Me despedí de mi madre y salí a su encuentro.
La mirada que le lancé bastó para que supiera qué pasaba.
—Te lo iba a contar, pero...
—Pero nada, Antea, me has mentido —me crucé de brazos.
—No te he mentido yo...—la volví a cortar.
—No te puedes imaginar la cara de tonta que se me ha quedado cuando la he visto.
—Cariño... —intentó abrazarme, sabía que lo hacía para intentar ablandarme, pero no se lo iba a poner tan fácil, me aparté para que no lo hiciera.
—¿Desde cuándo?
—Desde que volvió a casa —auch.
—¿Están saliendo? —contuve la respiración.
—No lo sé —la miré con enfado —¿Qué? Yo no puedo controlar a mi madre —resoplé —Ainara...dijimos que esto no podía afectar a nuestra relación.
Suspiré. Tenía razón.
—Prométeme que no me volverás a ocultar nada.
—Te lo prometo...—me dijo con resignación.
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Destinos Cruzados
RomantizmDos chicas que se aman, dos que se odian y cuatro destinos que se cruzan