39

3.6K 246 108
                                    


Las tablas rechinaban con cada paso que daba y la luz que su varita le proporcionaba no era suficiente, sin embargo no podía hacer que generara más luz, o levantarían sospechas en el pueblo si alguien despertaba y veía el lugar iluminado.

— ¿Estás seguro de esto? — escucho levemente la voz de su compañero.

Si...

Aquello no había sonado muy seguro, pero Snape no montaría un debate sobre si aquello estaba bien o no. Se adentró en lo que parecía haber sido la cocina, la inspecciono con detenimiento y luego salio, allí no habia nada de importancia.

Por su lado, Draco terminaba de dar su tercera vuelta alrededor de la casa, inspeccionado que no hubiera nadie merodeando el terreno. Las ramas secas crujían bajo sus pies, haciendo que el silencio ensordecedor que lo rodeaba se rompiera y lo distrajera de sus pensamientos, pues desde que habían llegado al pueblo no había podido dejar de pensar en Hermione y a diferencia de las malas sensaciones que lo había rodeado durante todo el mes, esta vez era un sentimiento reconfortante, haciendo que casi creyera que la chica estaba bien y esperaba por su regreso.

Soltó una risa sin ganas, se acomodó el abrigo que llevaba y retomo su camino— Que estupidez, ella aún no ha despertado...— se mordió el labio inferior enojado. Si ella no despertaba, aquella guerra solo sería la forma de vengar todo aquello por lo que Hermione había peleado.

Si no despertaba, iba a ser una venganza por todo el daño que le había ocasionado.

Cuando al fin llego de nuevo a la entrada de la casa, se plantó unos segundos en espera de escuchar algo más que los incesantes rechinidos de las tablas de tan horrendo lugar. Como no lograba escuchar nada más, entro y pudo percibir los murmullos de Snape. Algo había ocurrido.

:::::

Eran cerca de las cinco de la mañana cuando Theo y Luna llegaron a la mansión, George quien era el encargado de hacer la ronda, fue el primero en saludarlos y en tener las buenas nuevas. Tenían la diadema.

De inmediato subieron a la habitación donde se encontraban Ron y Harry descansando.

La puerta choco contra la pared, haciendo que los dos magos que dormían despertasen de golpe. Harry saco por instinto su varita, apuntando directamente a Luna, quien lo veía un poco divertida. Por su lado Ron aún no estaba del todo bien, si embargo sus reflejos si servían y como pudo había agarrado su varita y apuntado a la puerta. Cuando ambos se dieron cuenta, que a quienes tenían enfrente eran a sus amigos, bajaron la guardia.

— ¿Por qué no pueden entrar de una manera decente? — refunfuño Ron.

— Bueno— se disculpó su hermano— si prefieres que destruyan la diadema a una hora decente no hay problema por mí— se burló.

Ron que aún seguía adormilado, tardo en captarlo. Harry fue solo un poco más rápido en entender.

Se levantó de la silla donde estaba y se acercó a la rubia que le estaba sonriendo tan alegremente, que su gesto era contagioso, Luna le tendió el saco donde estaba la diadema.

Harry saco el objeto con cuidado, las manos le temblaban y su hubiera podido, allí mismo se habría tendido a llorar.

— La tenemos— la voz le tembló un poco y los ojos le brillaban tanto, que Theo podía ver con claridad las lágrimas que allí se agolpaban.

Ron no lo pudo evitar, y unas lágrimas se escaparon de sus ojos.

— ¿No me digas que te conmoviste, comadreja? — se burló el Slytherin.

De Amortentia y Otros MalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora