8. Sueños de amor

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—Me gustas —se quedó por un momento petrificado. Cuando Lena le pidió que se apartaran de los demás, llevándolo hacía los jardines traseros del Santuario del Aprendizaje, cerca de aquella fuente con la estatua de la superheroina desconocida, lo menos que se había imaginado era que se encontraría en aquella situación.

—¿Qué? ¿Yo te gusto? —interrogó con el ceño fruncido. Le molesto un poco que Lena dejara escapar un suspiro y una sonrisa juguetona.

—Por supuesto, tú me gustas —le volvió a confirmar.

‹‹¿Por qué no me di cuenta?››, se preguntó mentalmente. Ahora que ponía a pensárselo más a fondo es que notaba que Lena había cambiado un poco las últimas semanas. Se había vuelto más cariñosa con él, y lo demostraba por su manera de convivir con los demás, pero con él siempre era un poco más tierna, además que siempre encontraba alguna excusa para poder abrazarlo.

Sus celestes ojos enfocaron a Lena.

‹‹¿Siempre fue tan bella?››, volvió a preguntarse. Esa era otra de las cosas que habían cambiado en ella. Antes no usaba maquillaje ni labial, su ropa era un tanto sencilla, pero de un momento a otro, había comenzado a usar un poco de maquillaje, su cabello se volvió un poco más brilloso, usaba labial que resaltaba sus labios, había dejado de usar la ropa sencilla y ahora al parecer la escogía con más cuidado, teniendo en cuenta si lo que iba a usar le haría lucir mejor sus atributos.

Fue entonces que comprendió, porque ahora usaba los vaqueros un poco más pegados, al igual que su escote, haciendo que sus pechos lucieran más.

‹‹¿Enserio soy tan idiota para ver estas cosas?››, volvió a cuestionarse.

—¿Hola? —Las palabras de Lena le sacaron de sus pensamientos—. ¿Debo suponer que eso es un no?

—¿Qué?, no... ósea, no quiero decirte no, solo que... —guardó silencio al saber que tan solo estaba empeorando las cosas. No recordaba haberse sentido avergonzado cuando una chica se le confesaba, tampoco le había sucedido el quedarse sin palabras que decir.

—Creo que te hace falta algo, ¿Cierto? —expuso con una radiante sonrisa Lena, al tiempo que dos manchas rosas aparecían en sus mejillas.

—¿Me falta...? —antes de que pudiera terminar, Lena le cogió del rostro con sus cálidas manos, sin más, acercó su rostro y le beso.

Sin entender que estaba sucediendo, Jason terminó por cerrar los ojos, sintió los dulces labios de Lena contra los suyos. Ella no tardo en despegarlos y permitirle comenzar una batalla con su lengua.

Pum

Un golpe secó sonó de pronto. Aquello fue suficiente para romper aquel bello momento, se separaron con rapidez, Lena retrocedió un paso, por su parte, Jason giró el rostro hacía el lugar de donde había provenido el sonido.

A unos cuantos metros se encontraba Roxane. Sus ojos estaban abiertos como platos. Sus labios eran una perfecta O. Sus ojos se movieron al mismo tiempo que los celestes de Jason, hasta que enfocaron la tablet en el pasto. Rox se apresuró a acuclillarse y coger su aparato electrónico. En cuanto se puso en pie, sintió como su piel comenzaba a calentarse y volverse de un tono rojo tomate. Miró los ojos acusadores de Lena, seguidos por los desconcertados de Jason.

—Lo siento —se apresuró a decir cuando encontró su voz—... yo solo... estudiar... venía... lo siento... los dejo... a... sola...

Sin perder ni un segundo, se dio media vuelta y se alejó con rapidez. Jason frunció el ceño, no entendía porque le preocupaba lo que pensara Rox, aun así, se sintió en la necesidad de querer explicarle que estaba sucediendo.

El Nombre del Héroe  (Crónicas de un Inesperado Héroe IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora