4. La Nación de Superhéroes

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El tajo descendió con gran velocidad desde arriba, no se movió, sabía que aquello no era necesario, solo debía esperar el momento justo. Al ver la punta acercándose a su rostro, fue que comprendió que su ansiado momento había llegado, movió su pierna izquierda hacia atrás al mismo tiempo que el resto de su cuerpo.

La espada paso de largo al igual que su poseedor, la posición donde había quedado era perfecta, su rodilla derecha ascendió con velocidad, fue a estrellarse contra el abdomen de su rival, al sentir el simple contacto, sus labios se abrieron dejando escapar un poco de saliva, sus ojos se abrieron de par en par, giró en el aire y cayó pesadamente contra el suelo provocando que el dolor se intensificara, mientras se movía de un lado a otro en el suelo intentando calmar el dolor, la espada que sostenía en su mano derecha se esfumo dejando un pequeño rastro de partículas violetas.

—Frustración. Estas dejando que te controle —afirmó Oliver cruzándose de brazos. Aunque a Jason se le hubiera ocurrido la mejor de las respuestas, le fue imposible el poder decirla, ya que el dolor en su estómago le impedía hacer nada que no fuera intentar recuperar el aliento perdido.

Oliver miró atentamente a su hijo, se revolcó algunos segundos más, hasta que logro apoyar su mano en el suelo, girar y terminar arrodillado.

—¿Cuántas veces te lo he dicho? —‹‹cientos de veces, padre››, pensó al escuchar aquella pregunta, para su suerte, Oliver no contaba con la habilidad de leer la mente, por lo tanto le pasó desapercibida la respuesta de su hijo que jadeaba intentando recuperar su respiración—. Estar enojado no te hace mejor, simplemente nubla tu juicio, te hace pensar que eres el mejor, pero no es cierto, eres más lento, más torpe, no puedes tomar una decisión cuando estás enojado.

‹‹Aquí vamos de nuevo››, fue el primer pensamiento que apareció en su mente. Desde que diera inicio su entrenamiento, había tenido que aprenderse aquellas palabras, aunque después de tanto tiempo, aun le costaba un tanto comprenderlas.

Le costaba mucho entender que alguien que estuviera recibiendo una completa paliza, no llegara a enojarse y tratara de terminar con aquella golpiza, porque era eso lo que había recibido desde que iniciara su extenso entrenamiento. Aunque le doliera en el alma admitirlo, jamás había llegado a ganar un combate contra su padre, la única vez que estuvo cerca de conseguirlo, fue cuando trabajaron en pareja él y Val, y la gran mayoría del plan se le había ocurrido a su hermana, por lo que no se podría decir que ayudo demasiado, más que siguiendo las órdenes de Val, que casi consigue derrotar a su padre.

Al recordar aquello, le hizo pensar en su padre molesto, era rara la vez que realmente se molestaba por algo, eso era más de su madre, pero aquel día, cuando descubrió sus andanzas por la ciudad, Jason sabía que su enojo era real, no estaba enojado porque él saliera a vigilar las calles, sino que estaba molesto porque había puesto en riesgo a su familia, con aquel pensamiento, una idea comenzó a formulársele en la cabeza.

—¿Val te contó que ha rechazado a un nuevo pretendiente? —Interrogó apretando los dientes, con una clara mueca de dolor, se puso en pie, le resultó imposible el evitar que una sonrisa se le formara en los labios al ver el ceño fruncido de su padre, eso significaba que su plan estaba yendo por el buen camino—. Debo admitirlo, mi hermanita tiene bastante popularidad con los chicos.

—¿Y qué esperas que haga con esta información? —Le interrumpió su padre mientras entrecerraba los ojos y sin duda comenzaba a pensar—, acaso piensas que atacare a aquellos que intentan salir con mi hija.

—Tal vez deberías —afirmó Jason con una media sonrisa que no le agrado para nada a Oliver—, Val siempre entra en sus cabezas sin proponérselo, ¿Y sabes qué?, todos piensan en lo mismo, quieren quitarle su virginidad...

El Nombre del Héroe  (Crónicas de un Inesperado Héroe IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora