Con el largo vestido negro brillando y ondulando alrededor de sus tobillos, Elsa avanzó entre la multitud que atestaba el restaurante del hotel ignorando las miradas de curiosidad que seguían a su avance resuelto.
Divisó a Jack entre un grupo de gente en el centro de la sala. Menos de veinticuatro horas antes, había estado temblando de placer en la intimidad de los brazos de Elsa, bromeando con ella acerca de casarse. Ahora estaba codeándose con los ricos y famosos, bebiendo champán y cerrando negocios.
Una causa perdida, ¿verdad? ¡Ella le enseñaría lo que era coraje! No iba a ser fácil; eso lo sabia. Jack iba a ser salvajemente difícil. Estaba enfadado y dolido y había tenido todo el día para meditar. Ella le habría ofrecido el insulto más grosero a su honor, su orgullo y su masculinidad. Debería haber sabido que Jack no se tomaría el asunto del matrimonio con ligereza.
Dada su traumática experiencia con Ariel, era comprensible que prefiriera acercarse al asunto de forma oblicua, protegiéndose a sí mismo con el humor y con las defensas preparadas para saltar al mínimo síntoma de rechazo.
El nunca había dicho que la amara, pero eso no significaba que no fuera así ...
Ella tampoco le había dicho lo que seria y los hombres eran mucha menos articulados que las mujeres para expresar sus sentimientos.
Peggy no había sido la única sorprendida al despertarse por la mañana con la noticia de que Jack había salido para Auckland durante la noche. Jack había dejado una breve nota de despedida para su madre y su hermana y un sobre cerrado para Carl. Ningún mensaje para Elsa, lo que ya era bastante mensaje.
-¿Qué ha pasado? -preguntó Peggy sin rodeos.
Elsa, con los ojos enrojecidos de haber llorado, todavía no podía creerlo.
-Me pidió que me casara con él.
-Y lo rechazaste.
-Sí.
Tenía una expresión tan trágica que Peggy casi sonrió
-¿Y por qué? Elsa parpadeó.
Intentó pensar en algunas de las razones que la noche anterior le habían parecido tan obvias.
-No lo sé -comprendió despacio y con horror su propia ceguera-. Me pilló por sorpresa... Supongo que hay una parte de mí que no puede creer que merezca tanta felicidad...
La parte de ella que era todavía la hija de su padre; la pequeña que había aprendido a esperar arrebatos emocionales más que un ánimo afectuoso, la Elsa a la que le habían dicho que no merecía el amor de su madre...
Alguien murmuró algo a los oídos de Jack y éste alzó la vista.
Un intenso brillo de pálida emoción surcó su cara al ver a Elsa y cuando vio que se acercaba, puso una expresión impasible.
-Hola Jack -dijo ella con voz ronca.
Se alegró de que no pudiera notar cómo le temblaban las piernas bajo el vestido largo.
su uniforme de batalla! Lo amaba.
iPodría hacerlo! Esbozó una embriagadora sonrisa al enfrentarse a su amante, brutalmente atractivo con el esmoquin y la pajarita negra. Las chispas eléctricas saltaron entre ellos mientras se medían con la mirada.
Él inclinó la morena cabeza en la parodia de cortesía que tan bien se le daba.
-Señorita Swon. ¿Colándose de nuevo?
-La verdad es que no. Esta vez he conseguido una de éstas.
Blandió la invitación que Carl le había dado a petición de Peggy. Había sido Carl quien le había traído en coche a Auckland después de informarle que tenían que asistir los dos a una cena de recaudación de fondos.
Así que Peggy había tomado dinero prestado de Peggy, un dinero que quizá no podría devolverle nunca y le había pedido a Carl que la llevara al hotel donde se celebraría la cena.
Después de reservar una habitación a su nombre, había llamado al doctor Frey de parte de Jack y había conseguido que le quitara la férula y las vendas, que ya no necesitaría más.
Entonces se había pasado dos horas en el salón de belleza y una hora en la peluquería.
Hasta se había comprado un par de zapatos de tacón alto, pero el vestido negro era su talismán. Ya estaba vestida de nuevo para matar. O para que la mataran...
-¿Has cobrado mi cheque? O quizá hayas conseguido otro protector rico.
La voz cortante de Jack atrajo la atención de todos los que se encontraban alrededor y que todavía no habían reconocido que allí había un potencial encuentro explosivo.
-Quizá todavía tenga amigos influyentes
-replicó ella sin querer meter a Carl en problemas.
-Mientras no me cuentes a mí entre ellos...
Jack alzó la copa de champán y se la llevó a los labios Ella no parpadeó antes su estudiada indiferencia.
-No -susurró ella con voz quebrada-. Cuento contigo para que seas mi mando.
Un leve temblor le sacudió las manos y el champán le salpicó la pechera de la camisa.
Se lo frotó sin apagar los ojos de la exótica cara maquillada de Elsa.
-¿Perdona? Su voz era neutral sin revelar nada de lo que le pasaba por la cabeza.
-Estoy aquí para pedir que te cases conmigo
-repitió ella con firmeza.
Jack enarcó las cejas.
-Perdona, ¿podrías repetir eso? No creo haber entendido lo que has dicho -dijo mirando al círculo de caras fascinadas vueltas hacia ellos.
¡Oh, Dios! Elsa alzó la barbilla y levantó la voz clara y firme sobre el murmullo de alrededor.
-He dicho: ¿quieres casarte conmigo, Jack? Las conversaciones se detuvieron y se volvieron más cabezas mientras Jack daba un sorbo a su copa con una lentitud desesperante.
-¿Por qué? ¿Estás embarazada? Un murmullo de escándalo se elevó entre la audiencia.
Elsa sintió que se le sonrojaban las mejillas de mortificación. De todas las respuestas en las que había pensado, ésa era la única que no se le había ocurrido.
-iNo, por supuesto que no! -dijo apretando los labios.
Jack deslizó lentamente la mirada por su cintura y bajó la voz para que le oyera ella sola.
-Pues podrías estarlo, porque anoche no usé nada.
Elsa sintió que la furia la invadía al comprender que estaba jugando con ella.
Ella le estaba demostrando que confiaba en él y en que no completa su venganza y él se dedicaba a jugar.
-Bueno, pero todavía no podría saberlo, ¿verdad? -explotó con fiereza.
Jack se enderezó actuando para la audiencia de nuevo.
-Entonces dime, Elsa. ¿Por qué debería casarme contigo?
-Porque te quiero -declaró ella con tono de desafío.
Le ofrecería el regalo de su confianza y si después quería tirárselo a la cari, seria él el que lo habría perdido.
Pero ella creía que no lo haría. Creía que él también la amaba. ¡Tenía que hacerlo!
-¿Perdona? -se llevó la mano a la oreja y los ojos azules le brillaron con burla-. ¿Qué es lo que has dicho?
-¡He dicho que te quiero! - Elsa extendió los brazos con gesto de impotencia y miró al techo del restaurante-. ¡Te quiero! ¡Te quiero!
-le miró con furia-. ¿Estás contento ahora?
-No, pero estoy empezando a estarlo -bromeó él dando otro sorbo de champán con evidente diversión.
A Elsa se le nubló la visión de furia. Ya había tenido suficiente. Le quitó la copa de las mano y la tiró al suelo ignorando los murmullos de horror que se elevaron a su alrededor.
-Con un simple sí o no bastará, Jack y después podremos seguir con nuestras vidas.
Ahora, ¿vas a casarte conmigo o no? El se encogió de hombros poniendo gesto de aburrimiento.
-Bueno, supongo que será mejor que diga que sí entonces, ya que te amo hasta la locura.
Elsa tardó un momento en distinguir sus palabras de su tono y su gesto.
Las rodillas le temblaron.
Jack empezó a reírse.
El amor y la furia la asaltaron a la vez.
-Tú... Se lanzó con furia contra él, pero Jack se apartó a un lado levantándola en brazos y volviéndola para darle un apasionado beso.
Entonces, sin dejar de reírse, atravesó el restaurante con tal facilidad que daba la impresión de que su cuerpo voluptuoso era más ligero que una pluma.
Las cámaras dispararon y Elsa entrelazó los brazos alrededor del cuello de Jack resignada a su nueva notoriedad.
-Tengo una habitación aquí en el hotel -le susurró al oído al acercarse a las puertas de cristal que daban al recibidor.
Los ojos le brillaron al ver la expresión de asombro de él-.
El plan B era conseguir engañarte para seducirte en ella si te ponías difícil.
Jack sonrió iluminándosele la cara con una increíble calidez. Por primera vez Elsa notó el parecido con su madre.
-Y lo he sido, ¿verdad? ¡Así que vayamos al plan B! -ivaya pareja que hacemos! Somos tal para cual. ¿sabes? Incluso agradecí tu venganza de una forma truculenta porque eso significaba que no me habías olvidado, que estaba viva en tus pensamientos...
-Desde luego que estabas en mis pensamientos -dijo él besándole en la frente-.
Todo el tiempo... Y la idea de haberte podido dejar embarazada... no podría dejarte sol a...
no puedo dejarte sola -se corrigió deslizando las manos por las curvas de su espalda-. Así que será mejor que te prepares para una vida entera con este tipo de atenciones.
Elsa soltó una carcajada cuando empezó a besarla hasta dejarla sin aliento.
!No se le ocurría un destino más glorioso que ése !FIN.
chicas are otra historia se llamara: la venganza de un Hombre.
La empezaré mañana ojala les guste.