six.

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Un año después.

Me tomé mi tiempo, pero luego de unos meses aproveché mi oportunidad y me volví cercano a Yuta. Costó en un principio, él es una persona muy reservada, y no tiene muchos amigos tampoco, pero valió la pena.
Comenzamos a hablar cuando la profesora de literatura nos puso a ambos en grupo, de una u otra forma íbamos a tener que comunicarnos, sino, no íbamos a poder hacer el trabajo que nos habían mandado a hacer.

Un par de meses atrás...

— ¿Qué pasa Yuta? ¿qué tenés?

— Es difícil de explicar, me vas a tratar como un raro.— respondió, mirando a una esquina, sin hacer contacto visual conmigo.

— Nunca haría eso, somos amigos ahora, ¿no?

— No lo sé...— susurró.

— ¿Qué te pasa?— le pregunté, tomándolo del cuello, obligándolo a que me mire a los ojos.

— Tengo esquizofrenia.— lo miré extrañado.

— No lo sabía.— respondí.— ¿Por qué crees que te trataría como alguien raro?

— Porque todo el mundo lo hace.

— Yo no lo hago. Para mí seguís siendo el mismo Yuta de siempre.— asintió, y volvió a mirar a la misma esquina de antes, imité su acción.— ¿Qué ves?

— Lo mismo de siempre. Un payaso.

— ¿Lo mismo de siempre?

— Si, lo mismo de siempre. Es mi alucinación más común. Ya no le tengo miedo.

— ¿Seguro?— lo miré, pero el seguía mirando al mismo punto de antes.

— Segurísimo.

Yuta se había convertido en la única persona que me importaba un mínimo, aunque el creía que era todo lo contrario. Sé que tiene ciertos problemas, pero eso ya no es culpa mía.
Ya casi ni pasaba tiempo en mi casa, desde la muerte de Feihung, y luego la de Chenle, mis padres se sumieron en una tristeza muy profunda, ya no me prestaban la atención suficiente como solían hacerlo, mi madre en un principio me sobre protegía como nunca antes, pero luego, sin razón aparente, dejó de hacerlo.
Todos los días a la salida del colegio me iba de visita a casa de Yuta, no hacíamos mucho, hablábamos de cosas en común que teníamos pero nada más, él siempre está metido en sus pensamientos. Nunca logro sacar nada de él, nada personal, nada que me sirva.

— Yuta...— dejé de leer el libro que tenía en manos y posicioné mi mirada en el japonés que tenía frente mío. Estaba concentrado viendo desde su ventana al vecino... Con binoculares.

— ¿Si?— respondió, sin voltearse a verme.

— ¿Por qué ves tanto a tu vecino? ¿Querés hablarle y no te animas?— dió una media vuelta y me miró serio.— ¿Qué? ¿dije algo malo?

— No, vos no. Él sí.— me senté en mi lugar y lo miré pensativo.

— ¿Qué te dijo él?

— Epítetos racistas, sólo por ser japonés. También se burló de mi esquizofrenia.

— ¿Cuándo hizo eso? Antes me hablabas maravillas de él.

— Porque no lo conocía del todo... Y fue hace unas semanas, me vió viéndolo, al principio me saludó con una amplia sonrisa, pero luego comenzó a sentirse incómodo, logré sentir eso, pero no podía parar de mirar en dirección a él. Tenía un payaso detrás suyo.— suspiró.— Me sentí muy herido luego de lo que me dijo, me gustaría vengarme, pero creo que soy muy bueno para hacer algo así.

— Yo te puedo ayudar a vengarte.— dije, sonriendo.

— ¿Cómo?— se sentó a mi lado. Todo iba tan bien hasta que su hermano tocó la puerta de su habitación para avisarnos que bajemos a comer con él.

— Luego te explico, ahora vayamos a comer algo. Debés tener hambre, ¿no? tanto tiempo espiando a alguien te debe dejar con el estómago vacío.

schizophrenia ★ yuwin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora