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Hacía demasiado frío. Nathaniel no dejaba de temblar y de acurrucarse en el grueso abrigo que llevaba puesto, caminando paulatinamente mientras miraba a su alrededor. Sin embargo, las calles de su ciudad estaban completamente vacías, y sin exagerar, él y Violette eran las únicas personas que podían ser vistas fuera de casa. Pero también era normal ya que ninguna persona con lógica humana saldría de su casa.

Mientras que Nathaniel intentaba buscar algo de calor dentro de su abrigo, Violette a su lado terminaba de responder a una llamada de teléfono. Entonces, cuando esta última finalmente se mostró disponible para continuar la conversación tras haber guardado el teléfono en el bolsillo de su chaqueta, Nathaniel suspiró una vez más con algo de alivio y ella a su lado rio suavemente. Él sólo se sintió capaz de mostrarle una sonrisa corta a cambio.

Varios segundos después, su contraria habló de nuevo.

—Oye... ¿Puedo hacerte una pregunta? —Violette detuvo sus pasos por pura inercia y Nathaniel a su lado dejó de caminar también, mirándola con algo de confusión. Asintió con la cabeza y ella se dispuso a preguntar—. ¿Te ha pasado algo?

El rubio se quedó en silencio, procesando la pregunta ya que no la había terminado de entender. Y cuando su mirada conectó con la de Violette y ella pudo darse cuenta de la confusión que yacía en el rostro ajeno, explicó a lo que quería referirse.

—Quiero decir... Últimamente has estado muy raro. Como pensativo. Es como si el Nathaniel que conocí no estuviera aquí. —Ella miró al suelo un par de segundos, torciendo la boca, y luego volvió a mirar a su contrario—. ¿No has tenido ningún problema últimamente?

Él miró al suelo, con la mirada casi vacía y una sonrisa suave, tras saber que ella se había dado cuenta. Así que sus intentos por fingir normalidad no habían servido de nada...

El rubio se mantuvo en silencio durante unos segundos más, pensando más en la respuesta de la pregunta en su mente que en responderla realmente. Entonces, cuando se dio cuenta de que su respuesta había sido el completo vacío, Violette a su lado soltó un suspiro y aceleró el paso. Nathaniel siguió su camino.

—Pensé que confiabas en mí como para contarme lo que te ocurre...

Él, a su lado, la miró con los ojos abiertos y luego negó con la cabeza. No, no se trataba de eso... Nathaniel nunca le contaba sus problemas a nadie, incluso si lo necesitaba demasiado.

—No se trata de eso. Yo confío en ti.

Se miraron durante unos segundos, sabiendo que cada uno opinaba una cosa diferente sobre la situación. Pero, finalmente, Violette se rindió ante la mirada intensa de Nath y miró al frente, metiéndose las manos en los bolsillos. Asintiendo con la cabeza y dándole su aprobación a las palabras ajenas.

Luego, la caminata continuó. Y de alguna manera los dos terminaron en casa de Nathaniel. Pero sería mejor así... Haber estado tanto tiempo pasando frío en la calle no había sido bueno para ninguno de los dos.

Aquel día, el ambiente entre los dos era extraño, diferente. Se podía respirar un pensamiento oculto que ninguno de los dos quería confesar. Como si hubiera algo que tuvieran que decirse. Nathaniel lo había notado pero no le había dicho nada a Violette porque sabía que si ella no le había contado nada era porque no quería, así que no quería presionarla. Pero realmente sentía curiosidad por saber si aquel presentimiento era realmente lo que estaba pasando o una simple paranoia dentro de su cabeza.

Después de haber entrado en la habitación, todo ambiente extraño quedó completamente disipado. Las horas comenzaron a pasar como cualquier otro día, sin ninguna incomodidad pendiente. Nathaniel siempre solía pasárselo bien con Violette y era algo que agradecía. Incluso si no hacían nada, incluso si todo estaba en silencio, era entretenido estar con ella.

The truth untold © (CN #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora