09

735 82 13
                                    

Nathaniel llegó a aquel local finalmente, desabrochándose el primer botón de su camiseta mientras esperaba en la cola para entrar. Había tenido que llegar unos minutos después que el resto ya que se había retrasado vistiéndose.
Tras esperar algún tiempo, finalmente se le permitió la entrada al sitio y, mientras sacaba el teléfono para llamar a Ezra y preguntarle dónde se habían situado, miraba alrededor con algo de incertidumbre. En verdad, hacía ya algún tiempo que Nathaniel no salía de fiesta.

Al esperar unos segundos, su compañero no había cogido la llamada (posiblemente por no estar pendiente del teléfono, pensó él) y cuando se veía dispuesto a llamarle de nuevo, notó una mano sobre su hombro derecho y se giró, esperando encontrarse con el chico al cual acababa de llamar.

A diferencia y en contra de sus expectativas, delante de él sus ojos vieron a Castiel, con el pelo ligeramente desordenado. Iba más formal de lo que solía vérsele siempre, vistiendo una camisa negra y unos pantalones del mismo color. Se veía por su mirada que se lo estaba pasando bien y que llevaba ya algún tiempo allí. También, iba con una copa en la mano y las mangas de su camisa subidas, permitiéndole a Nathaniel una vez más ver todos los tatuajes que tenía.

Ante aquella imagen, algo dentro de él pareció romperse o salirse de su lugar. Sus ojos brillaron tras la antuviada del pensamiento y en ese momento una sonrisa se dibujó en los labios del pelirrojo, una sonrisa ruda, y el rubio miró a otro lado con nervios. Abismado en las mismas reflexiones, él permaneció con los ojos fijos en otro lugar.

—Hola, Nath —saludó finalmente el más alto, con una ligera sonrisa en el rostro y tendiéndole la copa que tenía en la mano.

Nathaniel la aceptó, respondiéndole con la misma mirada brillante y ansiosa y siguiendo sus pasos una vez se había dado la vuelta. Al llegar,la dos chicos se sentaron juntos y frente a Ezra y Brett.

Entonces comenzaron la noche y el amago de engurrio o melancolía que atacaba sin piedad el corazón de Nathaniel, se empezó a desvanecer a la segunda copa de alcohol.


Después de un largo tiempo, una gran cantidad de alcohol había pasado ya por aquella mesa. Y casi todos los temas de conversación se habían acabado entre los cuatro compañeros de piso. Entonces, aprovechando el nuevo y breve silencio que se había formado, Ezra decidió hablar tras apoyarse en su mano con una sonrisa burlona y pícara.

—Bueno... Entonces ¿me contarás al final qué pasó, Nath?

El susodicho alzó la mirada y, consecuentemente, el chico a su lado también. Ambos se quedaron observando al que había hablado. Nathaniel, pensando en qué responder y Castiel, por su parte, esperando a ver cómo continuaba aquella conversación.

Y cuando el rubio una a responder, Castiel interrumpió nada más enterarse de lo que iba el asunto.

—No me importa que lo cuentes. Díselo si quieres —murmuró el pelirrojo a su lado.

Entonces, Nathaniel sintió más seguridad a la hora de hablar.

—Habíamos empezado a hablar sobre nuestra antigua relación. Me di cuenta de que a él también le estaba resultando difícil verme después de haber dejado las cosas de aquella manera. Los dos teníamos sentimientos encontrados —él hizo una pausa para respirar—. Cuando terminamos de hablar... Bueno, casi nos besamos.

Nathaniel miró al suelo al suelo pero aún así pudo sentir la sorpresa por parte de Ezra y sobretodo Brett, quien no sabía nada del caso hasta ahora. Luego, Castiel rio entre dientes y se dejó caer en la silla con la misma sonrisa boba.

The truth untold © (CN #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora