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Nathaniel llegó a su habitación envuelto en un cúmulo de sentimientos tales como nervios, enfado y desesperación; producto de la conversación llevada a cabo con el pelirrojo hacía tan sólo algunos segundos. ¿Qué podía hacer al respecto, ahora que sabía que había sido culpa suya una vez más?

Esa fue la pregunta que se le quedó proyectada en la cabeza en los siguientes días, puede que incluso semanas donde intentó disfrutar de las vacaciones de primavera que se le hicieron más largas de lo que le hubiera gustado. Incluso se fue por un tiempo con su hermana a una villa casi en la otra punta del país, e incluso en el viaje ella tuvo que hacerle de consejera del amor. Aparte de eso Castiel no fue el único pensamiento que rondaba por su cabeza; también se preocupó en mantener al día sus estudios y hacer videollamada con sus amigos. Desde aquella conversación, no volvió a hablar con Castiel ni a saber de él, más que las veces que se lo cruzaba al salir o entrar de su habitación para cualquier cosa.

Recordó también que, una de las noches que se quedó en la villa con Ámber, esta tuvo la maravillosa (y para nada previsible) idea de montar una fiesta. Allí, Nathaniel conoció a un chico de cuyo nombre no se olvidó ni siquiera al día siguiente cuando había desaparecido por completo.

Caleb Beauchene. Era un chico de apenas veintidós años, de complexión fuerte y cabello rizado y negro. Recordaba que lo primero que se le quedó en la cabeza cuando lo vio fue lo alto que era, incluso apoyado en la barra de la discoteca con su bebida en la mano. Ni siquiera sabía cómo empezaron a entablar conversación; puede que Nathaniel se sintiera embaucado por sus ojos brillantes, amarillentos y gatunos. Así que decidió acercarse a él con la excusa de haberse olvidado su bebida allí y haberla perdido, y el chico le invitó a una. Le dedicó una sonrisa brillante que, difusa con las luces neón del local fueron lo más seductor que vio en mucho tiempo. Comenzaron a hablar; Caleb sacaba temas de conversación de todo, preguntaba y respondía y sacaba un filosófico dilema entre cada palabra. Para ser joven, parecía saber mucho sobre la vida: o al menos mucho más que Nathaniel.

Esa misma boca con la que estuvo contando historias y hazañas fue la misma que se encontró con los labios del rubio en los baños de la discoteca. El señorito Beauchene, como le gustaba que le llamaran, era moreno y ardiente, con una picardía latina a pesar de tener descendencia francesa. Con el rostro ovalado y unos labios gruesos, era capaz de robarte las sonrisas que quisiera. Y con sus manos grandes y posesivas atrapaba cada porción de tu cuerpo, acariciándote de arriba a abajo entre besos. Esa fue la perdición de Nathaniel; los besos de Caleb.

Mientras el más alto lo empujaba contra la pared y le mordía el cuello, el otro se dedicaba a cerrar los ojos y suspirar, perdiendo sus dedos entre el cabello ajeno. Con la música alta del local sus cuerpos vibraban y parecía que incluso se movieran al compás de aquella canción, y Nath apenas podía oír lo que el chico le susurraba al oído. Se dejaron llevar por la pasión, o el alcohol quizás. El más bajo terminó encima de su acompañante, que aprovechó el váter para sentarse sobre él y dejar que su chico se le subiera al regazo. En pocos minutos terminaron desnudos, y el delegado se sorprendió por la habilidad que tenía aquel chico con sus dedos, porque pensaba que sería la primera vez que se acostaba con un tío.

Pero aquella fantasía duraría bastante poco. A algunos segundos de haber comenzado con la verdadera fiesta, los dos se dieron cuenta de que algo fallaba. O más bien el "algo" de uno fallaba. Y Nathaniel se rio vergonzosamente porque era el primer gatillazo en toda su vida.

—Si esto te pasa muy a menudo entonces me sentiré un poco mejor —comentó Caleb, alzando las cejas en una expresión divertida. Más que enfadado; socarrón.

—No, es... Es la primera vez —respondió, soltando un suspiro pesado. También se reía, pero estaba tan rojo como un tomate. Caleb salió lentamente de él con un pequeño gruñido insatisfecho.

The truth untold © (CN #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora