Capítulo VI

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NIÑOS. LOS MEJORES CONSEJEROS

VI

Dos semanas después, Chris estaba en casa de Tom haciendo la planificación sobre el evento universitario de lingüística. Ben y Nat se entretenían jugando en el jardín, aunque de vez en cuando se asomaban por la ventana. No pensaban perder de vista el comportamiento de sus padres porque parecía que se llevaban mejor que antes, al menos no se evitaban o se sonrojaban demasiado al estar cara a cara. Sin embargo no bastaba para vivir bajo el techo aún.

Chris abrió un archivo en su laptop: era el diseño inicio para las invitaciones con el escudo de la universidad y un párrafo narrando de forma elegante los eventos programados. No había mentido cuando le dijo a Tom que cumpliría su promesa de ayudarlo. Habían pasado esos últimos días trabajando hasta tarde para organizar el itinerario, sin mencionar las horas extras de trabajo de cada uno en actividades curriculares independientes. Lo más increíble es que les daba tiempo de convivir con sus hijos.

—Fue una excelente idea de Clara venir aquí para que Nat pudiera jugar con Ben —mencionó el australiano.

—Y que lo digas —respondió Tom, que estaba sentado a lado.

—Odio no poder convivir con ella, pero el tiempo se me redujo drásticamente estos días

—Pero Ben y Nat se hacen compañía mutuamente y así nosotros nos podemos enfocar en nuestros propios proyectos, aunque sean temporales

Estaban enfocados en acabar una parte de toda la reunión. Ya habían convencido a los patrocinadores, conseguido entrevistas con algunos expertos en Shakespeare, puestos de libros en venta, actividades de oratoria con estudiantes, una puesta en escena de varias obras de teatro y el lugar donde todo tomaría lugar. Solo faltaba confirmar el banquete y enviar las invitaciones en cuanto tuvieran el primer visto bueno del comité de la universidad. Chris estaba entusiasmado con ver este proyecto realizarse, más que el de Buchanans. No podía negar que ser coanfitrión con Tom le daba alegría. No había salido tan mal su "acuerdo" de dos semanas atrás.

-o-o-o-o-

Flashback

—Te odio, Hemsworth

Había sonado más a reclamo por cortar el orbe de calor que lo abrasaba. Sonaba como suplica porque sabía que Chris se iría en cualquier momento. Sonaba a un pedazo de alma envuelto en papel aluminio. Sonaba a haberse hundido hace años buscando el romance perfecto, pero fracasado en la búsqueda.

Sonaba a su segunda oportunidad.

Sintió cómo Chris bajaba su mano más allá del abdomen, casi tocando la mata de vello que se asomaba por fuera de su bóxer. Su pene palpitó.

—¡No! espera, espera —dijo Tom de golpe, teniendo el corazón en la garganta. Empujó al australiano tan fuerte que impactó el trasero contra la duela de su habitación. Dioses, estuvo a punto de dejar que Chris lo tomara como un objeto, ¿qué estaba pensando hacerle después?

Por su lado, el australiano todavía estaba quejándose por el golpe; no fue significativo, pero Tom lo había derribado. Se levantó para preguntar por su comportamiento, pero halló un cuadro sumamente inesperado: Tom se había cubierto el rostro con ambas manos y boqueaba, queriendo reprimir un llanto (o eso le pareció). Nunca habría imaginado de su proceder ofendiera de esa manera a Tom, debió ser lo que intentó hacer, pero... Mierda. Claro, no previó que el inglés no era adepto a esa clase de acercamientos; ni él mismo se explicaba la facilidad con la que surgía su deseo de portarse así. ¡Por supuesto que no estaba acostumbrado a que otro hombre le tocara su pene, aunque fuera superficialmente! Era estúpido creer que no hubiera un rechazo inicial.

Niños, los mejores consejeros [Hiddlesworth AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora