Capítulo VIII

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NIÑOS. LOS MEJORES CONSEJEROS

VIII

Transcurrió una semana antes de que Chris pudiera pasar los momentos más críticos que definirían su pronóstico. Debido a la naturaleza de su estado, era dependiente de un ventilador artificial, por lo que había permanecido intubado hasta su actual evolución; tenía colocada una férula inmovilizadora en su hombro, un collarín y un catéter por debajo de clavícula derecha cuya función era administrar suero y medicamentos. Por precaución, las visitas habían sido restringidas mientras se hallara así, pero comenzó a dar datos de recuperación prematuramente.

El doctor Cumberbatch pensaba que el periodo para comenzar a notar actividad cerebral más enérgica sería de catorce días. Chris había acortado ese tiempo a la mitad. Esto le valió un pase a otra sala de hospitalización, sin embargo continuaba con un tubo en la garganta. Las heridas que había sufrido, sumado a la intervención quirúrgica le habían provocado una inflamación facial tan importante que su nariz era incapaz de inhalar y exhalar por sí sola. El bolo de antiinflamatorios era lo que bajaba un poco su apariencia de boxeador recién salido de una pelea de cinco rounds.

Estar en esa nueva habitación tuvo la ventaja de poder ser apto a recibir visitas. La primera en llegar a verlo fue Clara, quien, gracias a su experiencia previa en hospitales consiguió un permiso especial de parte del subdirector para que Natalie pudiera pasar, dado que a los menores de edad solían ponerles restricción de acceso.

Esos últimos días habían sido particularmente duros para la pequeña rubia, y a manera de retribución, Tom ofreció su casa para alojar a la niñera y la niña, dado que sin Chris en su hogar, no podían subsidiar los gastos al menos de manera temporal. No podía evitar sentir culpa con respecto a su familia, si no hubiera corrido esa noche... Nada más ocupaba sus pensamientos, y por ser el indirectamente responsable, se había prometido a sí mismo no exponer a nadie más en peligro, incluyendo a quienes fueran cercanos a Chris.

Increíblemente la mayor ayuda vino de Scarlett, conjuntamente con Emma y Sarah las hermanas Hiddleston, al igual que los abuelos de Ben. Al enterarse de la tragedia del rubio habían ido a hacer rondas de visita para poder cuidar de Ben y Natalie, así como turnos para que los niños no perdieran clases. Tom no se había separado un segundo del ala de cuidados intensivos, excepto para ir a casa por ropa limpia, dormir o ducharse, pero siempre procuró no estar lejos por más de tres horas.

Por eso, al habilitarse el horario de visita con Chris, él esperó que Clara y Natalie terminaran de pasar tiempo con el rubio para poder acercarse. Mientras esperaba a que el guardia diera su pase de entrada, Emma había llegado a sentarse a su lado con un vaso de té caliente.

—Toma

—Gracias —dijo Tom, cabizbajo.

—¿Es cierto lo que le has dicho al doctor?

—¿A qué te refieres?

Emma se encogió de hombros. —Es que cuando no estás presente, el doctor Cumberbatch sale a preguntar por la pareja de Chris...

Mierda, es cierto.

Tom alzó una ceja y soltó un suspiro grande. Realmente tenía una justificación "válida" para ese título, pero cada que los días pasaban, empezaba a creérselo más. Y al parecer Emma no estaba enojada de su pequeña mentira piadosa.

—Necesitaban un familiar en esa noche. No me hubiera creído si solo me hubiera presentado como su amigo —respondió el inglés.

—¿Y estás seguro que son solo amigos?

La intrépida menor lo vio con esa mirada inquisidora que lograba sacar la sopa a cualquiera que se cruzara con ella. Si bien Emma no solía entrometerse en la vida personal, no tanto, de sus hermanos, le interesaba que Tom se comportara así de atento. Ella entendía que podía ocultarle algo, aunque no era tiempo de interrogarlo; en esa situación, conocía tanto a su hermano como para predecir que lo que fuera que pasara por su cabeza, lo sacaría a la luz eventualmente.

Niños, los mejores consejeros [Hiddlesworth AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora