Epílogo (primera parte)

2.9K 296 140
                                    

NIÑOS, LOS MEJORES CONSEJEROS

Epílogo (primera parte)

Juraba que declararía la guerra contra el condenado moño en el cuello.

Chris suspiró e intentó, por quinceava ocasión, anudar simétricamente la corbatilla de su traje. Fracasó y resopló molesto.

—¡AGH, POR LA PU-!

—¿Chris, necesitas ayuda? —escuchó la voz de Clara al otro lado de la puerta.

La nana entró y miró el desastre sobre la cama del australiano, o mejor dicho, de la pareja. El hombre tenía ropa regada por toda la extensión y varias botellas de perfume sin tapa.

Habían pasado tres años desde que Chris y Tom habían comenzado a vivir juntos. El rubio había insistido en ofrecer su casa para ello, pero el inglés ganó la discusión y terminaron comprando una casa de campo sencilla, parecida a la antigua residencia Hiddleston.

—Ya deja de pelearte con el pobre moño. Yo te ayudo —dijo Clara acercándose para acomodar el último accesorio del rubio.

—¿Ya está lista Natalie?

—Sí, pero hoy serás el protagonista —dijo, observando la pequeña cicatriz en la ceja izquierda del hombre. Sumió los labios por recordar aquel horrible accidente. —¿Cómo sigue tu amnesia?

Chris se sorprendió con la pregunta. —¿Eso? Fue hace siglos... Recuerdo algunas cosas pero no por completo

—Bueno, te recomiendo que omitas eso durante la ceremonia. No es buena manera de empezar un matrimonio si dices que no recuerdas cómo conociste a Tom, quiero decir, la genuina primera vez

—Lo sé

Terminó de acomodar el cuello, el saco, mirándose en el espejo para acomodar su cabello. Se había dejado crecer la barba y el bigote, pero para ese día especial había tenido la precaución de ir al barbero a emparejarla para darle un aire masculinamente irresistible. Sonrió de lado, bajando las escaleras y observando a su hija modelar un vestido color lavanda de crinolina, peinada con trenzas a los costados y sonreír en cuanto lo miró. Había cumplido los diez años hace unas semanas y Chris sabía que al seguir creciendo se volvería una mujer hermosa.

—Te ves muy bien papá —dijo Nat.

—Tú también, princesa

—Ben me avisó que saldrán en diez minutos de casa de los abuelos

A modo de tradición, Tom y Ben habían pasado la noche en casa de sus familiares y después se reunirían. Era más emocionante así.

—Entonces debemos llegar primero —mencionó Chris, tomando de la mano a su pequeña.

Clara y Nat se adelantaron para subir en la camioneta mientras el australiano cerraba la puerta. Su teléfono vibró y sonrió largamente cuando leyó el mensaje de Tom recordándole que manejara con cuidado. No le sorprendía que después de tres años de estar juntos, el inglés fuera vidente en cuanto sus acciones.

Manejó hasta llegar a una zona arbolada con un sendero empedrado que conducía a una enorme propiedad bardeada. Estacionó frente a un enorme portón de madera hasta que un muchacho joven contratado para el valet parking lo atendiera. Como anfitrión en la ceremonia debía encargarse de todo, pero ese día podía darse el lujo de ser relativamente impuntual.

—Las veré en unos minutos —dijo cuando llegaron al enorme jardín que servía como recibidor.

Ambas asintieron, retirándose hacia una fuente.

Niños, los mejores consejeros [Hiddlesworth AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora